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Por Alejandra Dandan Aeroparque no será trasladado. Aunque aún no se anunció formalmente, es la determinación política del próximo gobierno. El candidato a ocupar el Ministerio de Obras Públicas, Nicolás Gallo, adelantó a Página/12 las tres alternativas contempladas. Las dos primeras son pistas flotantes off shore alejadas entre 500 y 700 metros de la costa. En un caso, parte del Aeroparque Jorge Newbery seguiría ocupado por aviones e instalaciones; para la segunda propuesta, la base operativa se mudaría al parque KDT. La tercera opción mucho más económica y con menos consenso es la extensión de la pista actual sobre el campo de golf. En ese caso, un túnel resolvería la circulación de automóviles. Aunque Gallo excluye la aeroísla, un cuarto proyecto que estudia el gobierno porteño plantea una pista sobre el río sobre una estructura terrestre de aproximadamente 220 hectáreas. En esa opción, el Aeroparque funcionaría casi completamente allí y sólo se conservaría una décima parte del Newbery. Con discreción, el futuro gobierno intenta validar ante la opinión pública la permanencia del Aeroparque en la Capital. Aunque entre las ideas es evaluado un proyecto semejante a la aeroísla, la impopularidad heredada del estudio de Alvaro Alsogaray parece obligar al uso de sustitutos asépticos. De acuerdo con el pliego de licitación, el concesionario Aeropuertos Argentina 2000 está obligado a trasladar el Newbery antes del 2005. Por eso, cualquiera de las propuestas en danza provocaría la renegociación del contrato con el Organismo Regulador del Sistema Nacional de Aeropuertos (Orsna), hasta ahora manejada por Rodolfo Barra. La mudanza que arrastraría a los 6,5 millones de pasajeros anuales a Ezeiza tendría un costo aproximado de 200 millones de dólares. Por el pliego, las remodelaciones comprometidas por AA2000 en Ezeiza suman además otros 400 millones. Las alternativas planteadas para la permanencia del Aeroparque en la Capital no bajan de 260 millones de pesos de costo. Existen varias coincidencias entre uno de los proyectos que estudia Gallo y el promocionado por AA2000. Si esta dirección persiste, el próximo Aeroparque quedaría alargado frente a la costa del Río de la Plata. Es una pista paralela adelantó Gallo a una distancia que puede variar entre 500 y 700 metros con un dique de contención hacia la costa. La barrera tendría dos funciones: soportaría el acceso a la pista y crearía lagunas de regulación para las inundaciones provocadas por sudestadas. Ya tenemos solucionado el problema de inundaciones en la Boca, con esto resolveríamos el problema en el norte. Ahora habrá que ver cómo se hace el arreglo con el concesionario, confía una fuente vinculada al probable futuro ministro. Las obligaciones de AA2000 se limitan a pistas y traslado de la infraestructura del aeropuerto. Por eso, las obras fuera de estos parámetros llevarán inmediatamente a la revisión del contrato, punto cuestionado por quienes desde la oposición sostienen que toda renegociación beneficiaría a AA2000 (ver aparte).La orientación de la pista, ubicada en función de los vientos, permitiría la operatividad durante las 24 horas. En este proyecto, la extensión sobre el río sólo serviría como pista: las restantes instalaciones del aeropuerto seguirían funcionando en Newbery. Estaría comunicada al continente a través de un puente de circulación y los aviones quedarían estacionados en un sector del viejo aeroparque. De las 127 hectáreas del Newbery, sólo 40 serían finalmente devueltas al Estado como bosques y otras 7 se destinarían al ensanche de la autopista Illia, mordiendo el terreno actual de los hangares. Entre las filas del gobierno porteño, los arquitectos Roberto Converti y José María Oliver, de Planeamiento Urbano, se inclinan por un cuarto proyecto que arrastra la estigmatización de la vieja aeroísla. Para desterrar cualquier similitud con la megaobra de Alsogaray, insisten en un concepto: Será un aeropuerto pensado para las proporciones de BuenosAires, esto es tránsito de cabotaje y regional. En las líneas trazadas se contempla un entramado logístico de trasporte: se trata de una pista sobre el río a 2000 metros de distancia de la costa que, con una superficie aproximada de 220 hectáreas, podría funcionar además como punto de arribo de barcos. Esta línea dejaría en tierra sólo estacionamiento, recepción de pasajeros e interconexión de hangares. El resto, la proporción mayor del aeroparque, flotaría. Quedarían allí incluso los aviones mientras que el sector de tránsito de carga se mudaría a Ezeiza. La línea del río quedaría limpia de obstáculos visuales, proyecta Converti. Buena parte del Newbery, unas 100 de las 127 hectáreas, se volverían bosques. Representante de la empresa aeroísla SA que en los últimos años viene promocionando esta opción, el ingeniero Miguel Tanoira asegura que la diferencia de costos entre una pista a 700 metros o 2000 sería sólo de 20 millones de dólares. Y, si se construye río adentro, se evitaría -continúa el sobrevuelo sobre San Isidro, Martínez o Vicente López. El experto asegura además que serían viables las entradas por el norte y el sur, accesos que no serían posibles con la pista off shore. Sea cual fuere la opción definitiva para el Aeroparque, se intentará que se defina por consenso. Por lo pronto, el Orsna acaba de convocar una comisión formada por funcionarios del gobierno porteño, el concesionario, la Fuerza Aérea y representantes de Pilotos para estudiar el tema.
DIPUTADOS Y URBANISTAS PLANTEAN
CUESTIONAMIENTOS El empecinamiento por el aeropuerto flotante tiene detractores. Expertos en arquitectura urbana y diputados plantean críticas al proyecto. Entre otros puntos lo cuestionan por innecesario: consideran que con sólo un décimo de la inversión prevista sobre el río puede modernizarse el servicio de transporte y el Aeropuerto de Ezeiza. Y, por último, sospechan de la celeridad con que podría terminar esquivándole al concesionario las inversiones exigidas por el contrato. Julio Kesselman, ex presidente de la Sociedad Central de Arquitectos, rechaza la incorporación del aeropuerto al río y las dimensiones proyectas. Nació no duda para vuelos de corta distancia. Considera posible la extensión del Newbery sobre los márgenes costeros, pero se opone a dejar lagos internos, ni aguas internas aunque ampliaría piensa la base sobre la costa, rellando hasta 300 metros para alargar la pista hacia el sur. Sobre el reposicionamiento del aeroparque, la diputada Alicia Castro, jefa del gremio de Aeronavegantas, condiciona cualquier modificación a que no sufra variaciones las cláusulas del contrato, desde allí sí se puede comenzar a pensar en las ventajas del proyecto y potenciarlas. Su perspectiva invalidaría eventuales prórrogas del canon o de inversiones destinadas a Ezeiza, tomando por motivo el proyecto de Aeroparque. El diputado porteño Gustavo Beliz se opone a todas las alternativas. Desde el punto de vista de los pliegos de privatización, esta posibilidad no estaba contemplada se apresura Beliz. Si ésta es una renegociación del pliego me pregunto si así revisarán también el resto de las concesiones.El candidato a jefe de Gobierno porteño desecha como política de desarrollo turístico y comercial la permanencia del aeropuerto en cercanías del Aeroparque. En absoluto se vería beneficiado el turismo con la permanencia allí, la mayoría de las grandes ciudades tienen su aeropuerto alejado de la urbe, afirma.
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