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Por Mariano Blejman "Che, ¿ésa es Catherine Fulop?", le pregunta un policía a otro en la puerta de la Asociación Argentina de Actores. "Uy, ahí está Pablo Rago", les comenta una estudiante secundaria a sus compañeras. En la vereda, un japonés saca fotos. En la calle, unos trescientos actores y estudiantes de teatro marchan a paso lento entre los autos. Quieren recuperar los espacios de ficción en la TV, y pretenden legitimar su lucha con el consenso de los que no salen en pantalla. Esta vez, la gente no se queja del corte de tránsito: se queda azorada, mirando el desfile de figuras. Como en una versión real de La rosa púrpura del Cairo, el film de Woody Allen en que el galán salta de la pantalla para vivir un romance con una fan a la que ha visto desde siempre mirando sus films, los artistas argentinos se corporizaron ayer en la calle ante su público. Es poco probable que alguien alguna vez haya imaginado una movilización encabezada por Rolo Puente, una Madre de Plaza de Mayo, el actor Gerardo Romano, el dirigente Rubén Stella y un docente de la Carpa Blanca, en un cálido mediodía de un viernes en Buenos Aires. Ayer sucedió: bajo el lema "somos actores, queremos actuar" seguido de "hoy los actores le pedimos un autógrafo a usted", los intérpretes salieron a la calle con el objetivo de conseguir un millón de firmas, con la intención de cambiar la estructura de la programación actual de TV, basada principalmente en programas de entrevistados y talk shows. Desde el Congreso nacional, tomando por Callao hasta Corrientes y de allí hasta el Obelisco, marchó una columna integrada por Pablo Rago, Federico D'Elía, Soledad Villamil, Rubén Stella, Pepe Novoa y un puñado de estudiantes de teatro, acompañados por una decena de medios periodísticos. Gastón Pauls empuñaba una filmadora, mientras los noteros intentaban algún otro testimonio que no fuera el ya clásico "somos actores, queremos actuar" que repiten los entrevistados cuando son tomados por asalto. Desde las veredas, intrigado por el extraño fenómeno de ver a los personajes de la tele caminando por el centro porteño, el público aplaudía, una vez que salía de la rutina de identificar rostros famosos y conocidos. La manifestación se detuvo en el Congreso para un aplauso cerrado a la Carpa Docente. Con el agregado de algunos maestros, la columna siguió por Callao: al llegar a Corrientes, el primer grito fue "¡Viva Alberto Olmedo!", frente a la placa que recuerda las manos del humorista en esa esquina. Muchos curiosos, lapicera en mano, se acercaban a pedir autógrafos, mientras se escuchaba un tímido canto que dice "aunque los de ATA no quieran van a tener que escuchar, los actores hoy salimos y queremos trabajar", o el pegadizo "ficción, carajo, fuentes de trabajo". Lo que vienen diciendo los integrantes de la asociación es que en 1994 había 50 programas de ficción, en setiembre de 1999 habían 26 y ahora sólo quedan 11. Que muchos han perdido sus puestos de trabajo, tanto actores como maquilladores, iluminadores, técnicos, autores, directores. Y rescatan las palabras de Arturo Puig en la entrega de los ACE, el lunes: "Los actores no vamos a los programas de entrevistados y talk shows, porque la TV argentina se está quedando sin identidad nacional y sin cultura popular. Y nosotros nos estamos quedando sin identidad y sin ficción". El grupo llegó a la puerta de un teatro de Corrientes donde se da Closer, la obra de Mike Gordon que interpretan Gerardo Romano, Susú Pecoraro, Leticia Brédice y Jorge Marrale. Con sentido del humor, todos cantaron "¡ay, ay, ay, que vuelva Romay!", antes de seguir entre risas hacia el Obelisco, donde esperaban otros actores como Lito Cruz y Raúl Taibo. Romay, dueño del teatro, tenía un elenco permanente de actores trabajando cuando era el propietario de canal 9. Los dueños de los canales exigen "que se levante la medida para sentarse a negociar", por lo que las conversaciones están congeladas. Algunos directivos se preguntan exactamente qué quieren los actores, ya que modificar la grilla de los canales no es algo que se pueda hacer de un día para otro. Stella explicó a Página/12 que "necesitamos que nos aseguren ciertas cláusulas y que haya una decisión política expresamente aceptada por los directivos de los canales de que se va a comenzar a implementar un piso mínimo de ficción por canal". Detrás, la gente se amontonaba y pedía u ofrecía su autógrafo, en un intercambio de favores que llevaría toda la tarde.
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