Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


UNA INSPIRADA VERSION DE "PRINCIPE Y MENDIGO", DE MARK TWAIN

Entre la villa y el palacio

La puesta de Mimí Harvey juega con el relato clásico del escritor estadounidense, relacionándolo con el presente. Un elenco que se  toma la comicidad en serio descuella en la obra del C.C. San Martín.

na25fo01.jpg (9886 bytes)

Por Inés Tenewicki
t.gif (862 bytes)  Una cigüeña algo ridícula da inicio al espectáculo, recreando el mito que cuenta el inicio de la vida e inaugurando una historia tan lejana, que transcurre en la época en que a los bebés los traía la cigüeña. De su pico cuelgan, embolsados, varios bebés, pero en la repartija sólo dos de ellos se revelarán como protagonistas de una emocionante aventura de iniciación, creada por la pluma de Mark Twain en 1882 y recreada por Mimí Harvey en esta nueva versión de Príncipe y mendigo, que se acaba de estrenar en la Sala Alberdi del Centro Cultural San Martín.

Uno de los recién nacidos desembarca en los brazos de una madre pobre y un padre ladrón; el otro, en el palacio del rey. El primero va a la familia García ("otro más", acepta su mamá) y lo llaman Jonathan. El segundo es el hijo de Enrique VIII, y será el príncipe Eduardo. Esta situación --que ya anticipa la confusión entre los dos niños y las dos familias-- promueve el desarrollo de una cadena de equívocos en la que la identidad y la pertenencia social son la clave del periplo de dos héroes, motivados por nobles ideales y atravesados por la tentación de burlar al destino.

Los chicos viven separados por su condición social; uno en Villa La Pava, crece en la calle, hostilizado por su padre y con un destino irremediable de marginalidad. El otro se aburre, como todo príncipe, en un palacio habitado por todas las contradicciones del poder. Llegados a la adolescencia, ambos se animan a convertirse en aquello que siempre soñaron ser: el miserable niño en un príncipe, y el príncipe en un chico de la calle. Sin quererlo ninguno de los dos, el juego se transformará en algo serio de lo cual no podrán volver atrás. El cambio de identidad será una trampa que los enfrentará a múltiples desafíos. ¿Qué hará con el poder un chico de la villa? ¿Cómo sobrevivirá a la calle un príncipe harto de protección? ¿Cómo superarán el príncipe y el mendigo las dificultades que les presenta un mundo sostenido por las apariencias?

Este espectáculo verdaderamente teatral, jugado arriesgadamente al guión y al trabajo actoral, respeta el humor irreverente que caracteriza la escritura de Mark Twain. La puesta de Mimí Harvey hace méritos suficientes como para llevar al público a la carcajada, aun con argumentos clásicos como la crítica a la hipocresía y la sátira social. Se apoya, claro está, en buenas actuaciones, con actores que se toman en serio el tratamiento de la comicidad. Se destaca entre ellos Fabio Prado González, a cargo de un personaje secundario que, sin embargo, es quien mejor encarna los rasgos típicos del cortesano: simulador, encubridor, mentiroso, comedido, adulador, al servicio de un statu quo que lo beneficia individualmente.

Ridiculizado en este Príncipe y mendigo argentino, Lord Hereford no resulta un personaje remoto para el espectador porteño sino más bien una especie bastante conocida en la política vernácula.

Es que, más allá de las hazañas del príncipe y el niño de la calle, esta obra puede leerse, entre otras posibilidades, justamente como la caricatura de un modo de hacer política: "Es raro hacer política jugando", dice el falso príncipe Eduardo, que asume como rey con un chupetín en la boca. "No hay otra forma de hacerlo", contesta cínicamente el lord, que gana a la batalla naval mientras decide el destino de todo un pueblo.

Resuelto el equívoco y repuestas las verdaderas identidades, Jonathan y Eduardo coinciden en que se debe gobernar "sin hambre, sin enfermedades, con cariño, con educación", una verdadera utopía en el reino de Enrique VIII y en otros reinos mucho más cercanos.

 

Cuatro opciones

* Cristóbal Colón, un viaje redondo: la teatralización de los viajes de Cristóbal Colón y la vida de los marinos descubridores de América. En el Museo Histórico Saavedra, Crisólogo Larralde 6309 (y General Paz), mañana a las 16 hs. Ultima función ($ 5).

* A los trotes vaqui rosa: comedia con muñecos grandes, los sábados a las 18 hs. En Liberarte, Corrientes 1555 ($ 5).

* Soltando amarras: obra de teatro con Paula Andrada y Damián Smulevich, en el Auditorio del Pilar, Vicente López 1999, los domingos a las 17 hs. ($ 5).

* Sonsonando: recital de música infantil en el Museo Histórico Sarmiento, Juramento 2180, este domingo a las 17 hs. Gratis.

 

PRINCIPAL