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Por Raúl Kollmann El candidato de la Alianza, Aníbal Ibarra, aparece encabezando la intención de voto para la elección de jefe de Gobierno del año próximo. La ventaja de Ibarra es en cierta forma holgada, pero si se suman los votos de sus opositores, todos afines al justicialismo, se verá que los comicios del 2000 no serán una goleada segura ni un mero paseo. Un dato clave será la gestión del gobierno nacional en sus primeros meses: si la gente tiene buena opinión de la administración de la Alianza, eso seguramente fortalecerá aún más a Ibarra. Si la gestión De la Rúa no despierta entusiasmos, las cosas se le pondrán más complicadas.Las conclusiones surgen de una encuesta realizada por la conocida consultora Sofrés-Ibope, que lidera Enrique Zuleta Puceiro. En total fueron consultadas 400 personas, mediante encuestas telefónicas, respetándose las proporciones por edad, sexo y nivel económico-social. Las encuestas telefónicas tienen dificultades para detectar el voto de los sectores de menos recursos, pero se considera que son bastante precisas en el caso de la Capital Federal donde la mayoría de los hogares tienen teléfono. El 41 por ciento que recoge Ibarra le permite acumular una diferencia cómoda, pero está lejos de lo que obtuvo De la Rúa en la Capital (60 por ciento) en la elección del 24 de octubre. De todas maneras, la imagen positiva de Ibarra ha ido evolucionando favorablemente y en el estudio de Sofrés-Ibope aparece con más del 50 por ciento de los ciudadanos que opinan bien o muy bien de él. La gran ventaja que tiene el candidato aliancista es que, por ahora, la oposición está dividida. Cavallo y Beliz retienen importantes proporciones del electorado y obviamente sus posibilidades se reducen mucho presentándose por separado. La única expectativa que tienen hasta ahora y sólo mirando las encuestas es que Ibarra no consiga el 50 por ciento de los votos en la primera vuelta y después haya una especie de alianza de hecho en el ballottage.El otro elemento que va a jugar un papel decisivo en los comicios para jefe de gobierno es la gestión de De la Rúa en los primeros meses. En Córdoba, por ejemplo, las elecciones en la capital provincial estuvieron fuertemente influidas por el efecto De la Sota, es decir el entusiasmo que hubo con los primeros meses de gestión del gobernador. La gente quiso hacer un gesto de respaldo. Es muy probable que la elección del distrito porteño sea influenciada positiva o negativamente por el efecto De la Rúa. Los consultores dicen, además, que los habitantes de la Capital suelen votar teniendo en la cabeza los problemas nacionales, más que la gestión municipal.De la encuesta de Sofrés-Ibope surge nítido el drama que tiene el justicialismo, que recoge apenas el 1.8 por ciento de los votos. La candidatura de Raúl Granillo Ocampo tiene fuertes dificultades en un distrito que le ha sido fuertemente adverso al PJ. Si Granillo baja su candidatura parece lo más adecuado, mirando los números, los justicialistas parecen preferir a Beliz antes que a Cavallo.
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