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“Muchos jueces piensan igual, pero no lo dicen”

Leopoldo Schiffrin abrió la polémica con su opinión.

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Por Mariana Carbajal

t.gif (862 bytes)  “Sé que hay una cantidad enorme de jueces que piensa exactamente igual que yo; la diferencia es que no se animan a decirlo”, reveló el camarista de La Plata Leopoldo Schiffrin, luego del revuelo que generó su planteo de legalizar las drogas como un camino para combatir al tráfico de estupefacientes. En un reportaje con Página/12, el ex secretario de la Corte Suprema amplió su propuesta: “A la gente que esté necesitada de buscarse paraísos artificiales, escaparse de la realidad, o maximizar el placer de una manera estimulada, no le neguemos la oportunidad, por supuesto, con controles médicos y del Estado, porque hay peligros”, opinó. Para Schiffrin, en el país hoy existe una despenalización de hecho del consumo de estupefacientes y ni la Justicia ni la policía persiguen a los grandes narcotraficantes.–Represión de meros consumidores no hay. Son casos rarísismos, pero muy, muy raros que nunca terminan en pena de prisión. El problema acá es que se persiguen a pequeños distribuidores de villas marginales. Hace años que no cae un narcotraficante de gran importancia. Muchas veces, los juicios suelen ser nada más que un show. Los distribuidores que llegan a los tribunales son traficantes, pero pequeñísimos. Son los últimos eslabones de la cadena. ¿Dónde están los otros? El narcotráfico no tiene solución en la Argentina, porque se mueven capitales inmensos y hay mecanismos de corrupción en juego. En los tribunales y en la policía lo que estamos haciendo es más bien dar una pantalla como si hubiera una efectiva persecución del narcotráfico, pero no la hay. Los resultados están a la vista.
–Usted plantea que el sistema actual beneficia a los grandes narcotraficantes. ¿Esto responde a una virtual política de Estado?
–No, no creo. Naturalmente hay mucha gente que se beneficia porque entra en la corrupción. El problema es que hay tal poder detrás del narcotráfico que los mecanismos represivos fracasan y terminan siendo nada más que fachadas.
–¿Por qué no hay políticas de legalización a nivel global?
–A la drogadicción y el narcotráfico se los ha demonizado, como un mecanismo de negación del problema, para no ver la inmensa crisis ético- cultural que lleva a la gente a sentirse atraídas por las drogas. Plantear la legalización es una posición racional, frente al irracionalismo del fenómeno de demonización. Debería cambiarse ese discurso. Se debería decir: “Miren, señores, sabemos que aquí tenemos un problema tan básico que sólo se corrige con la formación de una civilización nueva. Pero como esto suele tardar unos siglos, mientras tanto busquemos paliativos. A la gente que esté necesitada de buscarse paraísos artificiales, escaparse de la realidad, o maximizar el placer de una manera estimulada, no le neguemos la oportunidad. Pero con controles porque hay peligros.
–¿Qué repercusión tuvieron sus declaraciones en el ámbito judicial?
–Mis colegas me hicieron comentarios con mucha simpatía. Hay una enorme cantidad de jueces que piensan como yo; la diferencia es que no se animan a decirlo.
–¿Cómo implementaría la liberalización de las drogas?
–Los detalles los deben fijar los especialistas. Sí tengo presente que como hasta el momento hay experiencias singulares en un solo país, los resultados no han sido felices. Por eso insisto en que sólo se soluciona el problema si se toman medidas a nivel internacional. Si las potencias como Estados Unidos y países de Europa, que son los grandes centros de consumo, llegaran a un convenio para que se despenalizara el uso de una serie de drogas y se suministraran con controles estatales y médicos, posiblemente el tema mejoraría muchísimo en el mundo.
–¿Quién vendería las drogas?
–Nunca personas particulares. Hay que organizar algún tipo de venta farmacéutica, médica, bajo control estatal, como si fuese un medicamento peligroso.
–¿Con receta médica por triplicado, por ejemplo?
–Evidentemente tiene que haber un control médico muy estricto. De esa forma, se caería gran parte del negocio. Siempre, no obstante, quedaría un tráfico marginal, pero sería más reducido y más fácil de combatir.
–¿La legalización debería abarcar a todas las drogas de consumo prohibido?
–Ese aspecto también deberían determinarlo los especialistas. Tengo grandes dudas, por ejemplo, sobre si el ácido lisérgico (LSD) y la heroína podrían distribuirse aunque fuera con prescripción médica.
–Y la marihuana ¿debería venderse como los cigarrillos?
–No. Aunque sea una droga débil y tenga menos efectos daniños que el cigarrillo, de todos modos produce efectos estupefacientes y debe tener algún control. No me puedo imaginar que se pueda vender en los kioscos por una razón principal: la protección de los menores.

 

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