Por C. R. Por tres horas, el carnaval
pisó fuerte por las calles de la Boca, con un festejo a toda murga por los 15 años de
vida de los centros culturales barriales. Quince murgas, una por cada año, desfilaron por
Caminito y por la Vuelta de Rocha, seguidas por una multitud de curiosos que terminaron
por moverse o al menos lo intentaron al ritmo de los tambores. La fiesta
culminó en la esquina de Pedro de Mendoza y Almirante Brown, frente al viejo puente del
Riachuelo, con negro spirituals, malabaristas, trapecistas, una banda joven pero con el
estilo de las que antaño hacían música en las plazas, y un grupo de percusión con
sabor africano. El centro de atracción fue la murga. Estuvo el verde, rojo y amarillo del
uniforme de Los Guardianes de Barracas. Las diferencias había que buscarlas en las
leyendas o dibujos de los trajes de luces. Algunos de los jóvenes lucían la inscripción
The Beatles, como si los duendes de Liverpool fueran moda, y otros innovaban
con el grupo Viejas Locas. También pasaron Los Descarrilados del Parque Avellaneda, grupo
que le debe el nombre al trencito infantil que existía en ese paseo público y que
corría sobre rieles, único en su tipo en la ciudad. En este momento, el tren está fuera
de circulación hasta tanto se concrete el llamado a licitación previsto para reactivar
el ramal. Los Majestuosos de Caballito también arrancaron aplausos. Banderas rojas,
verdes y azules, malabaristas algunos de apenas diez años y un ritmo parejo.
Después le llegó el turno a Descosiendo la Vereda, la banda de La Paternal, que
compartió el escenario con el Centro Murga Los Pitucos, de Villa del Parque. En todos los
grupos prevalecían los chicos de 10 a 12 años, o los preadolescentes, aunque también
había adultos que se movían como líderes, marcando el compás. La mayoría eran mujeres
y el fútbol, pretendido territorio machista, no les era indiferente: Silvana, Boca
te ama, Racing sos mi vida, Yo, San Lorenzo, eran algunas de
las inscripciones que llevaban las chicas sobre sus espaldas. Otra había aunado dos
pasiones bien diferentes: una imagen de Jesús y el nombre Vero (por
Verónica), escrito con los colores azul y amarillo del club de la Ribera. En la Boca, las
bosteras eran algo más que la mitad más uno. Después hubo música con los coros Coral
Amancay, Negro Spirituals, Coral Mijue, Vocal Cumulén y el Coral del Parque. Cerca del
cierre, ocupó el escenario el grupo La Bandina (La Banda de Catalinas), integrada por
cuatro chicos y cuatro chicas. Tangos, rancheras y hasta una cumbia, con el sabor de las
viejas bandas de plaza, fue el repertorio elegido. Los integrantes de La Bandina visten el
uniforme y hasta el casco protector de latón que usaban, en 1930, los
Bomberos Voluntarios de la Boca. El telón lo bajó Caturga, un grupo de 30 percusionistas
que movieron las baldosas y dos tigresas vestidas de rojo que hicieron saltar los tapones.
|