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UNA ORGANIZACION QUE DIVIERTE A LOS CHICOS EN ZONAS DE CONFLICTOS
Los payasos de la guerra

Son los “Payasos sin Fronteras”: un grupo de clowns que recorre lugares arrasados por las bombas para hacer reír a los chicos después de mucho tiempo. Estuvieron en Kosovo, Chiapas, Ruanda, Mozambique. Seis miembros de la organización son argentinos. Y planean hacer una misión en el norte del país.

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Nanny Cogorno nació en San Isidro y ahora recorre el mundo con la organización solidaria.

Por Andrés Osojnik

t.gif (862 bytes) Como los Médicos sin Fronteras, ellos llegan a los lugares donde la guerra destrozó buena parte de las ganas de vivir. En las maletas no llevan remedios ni estetoscopios. Apenas algún disfraz, y muchos globos. Son los Payasos sin Fronteras: una organización de clowns con la misión de arrancar carcajadas entre bombas, tanques y edificios destruidos, a chicos que hace tiempo no tienen motivos para la risa. Ya pasaron por Kosovo, Mozambique, Chiapas y Ruanda, entre otros escenarios de la desolación. Seis miembros de la organización son argentinos. Uno de ellos acaba de volver al país para poner en marcha una misión en las provincias del norte: "Acá no cayeron bombas, pero hubo una guerra económica. Y los chicos tampoco tiene de qué reírse", explica.

Nanny Cogorno es el payaso que argumenta de ese modo el proyecto de que Payasos sin Fronteras incursione por primera vez en la Argentina. Tiene 31 años. Dos semanas atrás estaba en Kosovo, en su primera misión. "Uno cree que con mirar la CNN ya sabe con qué se va a encontrar", cuenta ahora. Al llegar, el panorama era algo distinto de lo que muestran las pantallas.

--¡Mafia! ¡Mafia!

Así fue la recepción al entrar a Gjakova, una de las ciudades más devastadas por los combates entre serbios y los albano-kosovares. Ni Nanny ni sus dos colegas de misión, el español Luis "El Loco" Brusca y el australiano Rumpla, lograban entender.

--¡Mafia! ¡Mafia! --amenazaban con huir despavoridos.

Lo comprendieron días más tarde: la ciudad y la región están invadidas de traficantes mafiosos de todo tipo --de armas, de autos, de alimentos-- que se enriquecen con la guerra y la miseria que dejó. Cualquier desconocido es tomado como un nuevo mafioso del cual hay que cuidarse.

--¿Cómo dieron vuelta esa situación?

--En mi caso, la identificación como argentino sigue generando la misma respuesta: "Ah, Maradona". En Kosovo agregaban a Batistuta y Redondo.

Nanny revela, de todos modos, otras estrategias: "Empezamos a caminar por la calle y enganchar a los chicos que pasaban, armándoles figuras con globos. En la primera recorrida repartimos veinte globos. Al día siguiente eran los chicos quienes nos buscaban. Y armamos ocho bolsas de globos".

Payasos sin Fronteras fue creada en 1992 por el catalán Tortell Poltrona, que, en principio solo y luego con el Circ Crac, empezó a darle forma al proyecto: llevar un espectáculo divertido a los lugares más postergados del planeta. Empezó por Africa, en zonas a no más de cuatro horas de avión de la comodidad europea. La entidad creció muy rápido "gracias a que los señores de la guerra hacen lo que hacen", según la explicación oficial. Se abrió una filial en Francia, además de la sede en Barcelona. Y comenzaron a concretarse proyectos cada vez más ambiciosos.

Ya no eran sólo los lugares más empobrecidos, sino los que pasaban --o acababan de pasar-- por una guerra. La organización, en rigor, pocas veces llega en medio de los combates: "En general no lo permiten. Quisimos ir a Timor oriental y no pudo ser. Si no contamos con una mínima garantía del gobierno, es imposible tener una logística adecuada", apunta Cogorno.

Después de una guerra, en medio de una ocupación o de un proceso de pacificación, las necesidades no son menores que cuando caían las bombas. "Hay una hecatombe en todos aspectos --explican en la organización--. Física, mental, económica. Nosotros trabajamos con lo mental, con los que no tienen secuelas físicas, pero lo que necesitan es volver a reír".

En lo que va del año, Payasos sin Fronteras --cuyos miembros no cobran por su trabajo en las misiones, que son financiadas por aportes de socios y donaciones privadas-- montó espectáculos en lugares tan diversos como el Sahara, Brasil o Mozambique. En esta última región, concretó una "caravana de la risa" para niños y adolescentes que quedaron huérfanos o fueron abandonados en medio de la guerra. En Brasil, los destinatarios fueron los "meninos da rua" (chicos de la calle) de las favelas de Río de Janeiro. Además de los espectáculos, los payasos profesionales montaron allí talleres de circo para que los chicos que viven en la calle tengan una actividad para desarrollar en ella mientras no puedan volver a un hogar.

A Chiapas fue un grupo a regiones con población indígena. Dos de los clowns argentinos --Rafael Esparza y Gerardo Cazali-- estuvieron el mes pasado en El Salvador y Nicaragua, divirtiendo a chicos de poblaciones marginadas. Otro grupo pasó varios días en Armenia con niños con secuelas del terremoto de 1989 y por el conflicto de Nagorno-Karabaj.

Nanny Cogorno explica que los grupos de payasos no solamente tienen como objetivo hacer reír a los chicos: "Un payaso puede decir cosas que otros no pueden. O llegar con determinadas explicaciones con el recurso del humor". Así, en el Sahara de Argelia, los PsF implementaron en enero pasado un programa sobre salud bucal. "Si va un médico a contar cómo hay que lavarse los dientes, los chicos no le llevan el apunte --explican--. Pero todos se enganchan si dos payasos aparecen con un cepillo de dos metros y explican entre bromas cómo debe hacerse el cuidado de la boca".

En Ruanda, en Bosnia y en Angola, los chicos también aprendieron de los clowns un recurso fundamental para sobrevivir: cómo detectar y evitar las minas, uno de los horrores que quedan después de una guerra. "Colocar una mina cuesta 4 dólares, sacarla cuesta mil. Todas esas regiones quedan repletas de minas. Y es imposible detectarlas, porque cada vez las hacen más sofisticadas. Los que saben cómo cuidarse son los militares, pero después de una guerra es impensable que un chico quiera ver a un militar", relata Nanny. Los payasos de PsF reciben entonces un adiestramiento sobre el tema y luego lo explican, en su estilo, a los chicos.

--¿Cómo hace un payaso argentino para hacerse entender a un chico kosovar?

--Hay un lenguaje de gestos, de mímica y de señas que entienden todos los chicos del mundo. También trabajamos mucho con los sonidos y el tacto, que queda muy vedado después de una guerra. De todos modos, lo primero que hicimos en Kosovo fue aprender las veinte palabras básicas para un payaso: hola, chau, sentados, tranquilos, silencio, atrás... Y aprendimos que "buen día" suena parecido a "mierdita". Así saludábamos a los chicos, y ellos nos respondían a los gritos: "Mierdiiitaaa". Al final, dejamos escrito un pequeño diccionario para los siguientes grupos.

--¿Cómo logran juntar a los chicos para los espectáculos?

--En Kenia, El Loco Brusca llegó con un monociclo. Los chicos salían corriendo: era un hombre blanco que andaba en la mitad de una bicicleta. Se escondían atrás de los árboles. Cuando descubrían que era inofensivo, se acercaban de a poco. A los quince minutos los tenía a todos encima.

Llegar a los chicos, sin embargo, requiere de estrategias distintas, según el lugar. En Kosovo, el grupo también trabajó en el campo de refugiados gitanos. "Es una población marginada por los dos bandos, los serbios y los albano-kosovares --explica--. Ahora viven una situación muy difícil. Allí tuvimos que acordar con los dirigentes del campamento. Muchas veces lo hacemos a través de Médicos sin Fronteras, que ya tiene montada la infraestructura. Por lo general trabajamos en las escuelas, con los maestros, que también quedan muy golpeados."

La próxima misión de Nanny será más cercana: en las provincias del norte y el Litoral. "Nuestro compromiso es ir a lugares como Kosovo, pero también a otras regiones postergadas. Hay muchas ONGs que ahora van a Kosovo porque está de moda. Pero es importante no olvidarse de los otros lugares: Africa o América latina. Y también en Argentina. Acá no cayeron bombas --repite--. Pero es como si hubiera habido una guerra".

 

Una caravana de la risa en el norte

Nanny Cogorno fue payaso “desde siempre”, dice. Pero en la primera época, tras la recuperación de la democracia en 1983, pudo convertirse en un profesional. Trabajó en la calle, pasando la gorra. Es de San Isidro, pero ahora está poco allí: cuando no está en España, trabaja en Villa Gesell. “Mi esquina es la 105 y 3. Ahí estoy todos los veranos desde hace cuatro años”, cuenta.Su colaboración con Payasos sin Fronteras lo llevó a participar en una larga lista de festivales de teatro callejero en España, Holanda y Gran Bretaña, y de la misión en Kosovo a fines de octubre. Ahora busca concretar un proyecto aquí y los países vecinos. “Queremos que los chicos de las provincias muy pobres también tengan motivo para reírse”, se entusiasma.El proyecto, sin embargo, intenta superar la risa. Nanny planea establecer un plan para recorrer distintas regiones del norte y el litoral para llevar adelante campañas a favor de los chicos. “Puede ser la campaña sobre higiene bucal, o las que surjan después de ver las necesidades de un lugar concreto. La idea es hablar con los maestros, los médicos, el resto de la gente y ver qué se necesita”, cuenta.Nanny sueña con una Red solidaria de la risa, a la que estarían integradas regiones de Brasil, Perú, Bolivia y Paraguay. Sabe que el proyecto es ambicioso, sobre todo porque primero debe juntar los fondos para concretarlo. “Estamos en la tarea de buscar sponsores y después acordar con la gente en los distintos lugares para que nos dé su apoyo”, asegura.

 

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