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Por José Maggi Desde Rosario Los organismos defensores de Derechos Humanos se ofrecieron a custodiar los documentos hallados ayer en la jefatura policial de esta ciudad y exigieron una investigación a fondo. El juez federal Carlos Carrillo se incautó de algunos elementos encontrados que podrían ser decisivos para la causa por cuatro desaparecidos que investiga y cambió la custodia policial por la de Prefectura. El jefe de la Unidad Regional, Oscar Partal, quien el sábado había denunciado la existencia del depósito oculto, fue relevado del cargo por el comisario Jorge Bordón, titular de la policía provincial. Los documentos también podrían determinar que, a diferencia de lo que afirmaron siempre los militares, existen datos concretos sobre la represión. En el lugar funcionó el Servicio de Inteligencia de la policía rosarina y fue uno de los centros de detención clandestino más importantes de la zona durante la última dictadura militar, equiparable al cordobés de La Perla. La mayoría de los desaparecidos rosarinos pasaron por la jefatura policial. Matilde Bruera, la abogada que patrocina cuatro causas de desaparecidos --conocidas como los casos Taganone, Vermeulen, Fernández y Traverso-- reveló que "junto al abogado Iván Hernández Larguía pedimos la preservación del lugar, el resguardo de la documental y el inmediato secuestro de un libro que se relacionaría con uno de los casos en cuestión". Hernández Larguía, abogado de APDH Rosario, reveló que "la custodia de toda la madrugada del domingo fue policial porque al momento de la presentación --el sábado por la noche-- no nos fue posible encontrar al juez ni al secretario". "De todas maneras, el doctor Carrillo obró con rapidez y se constituyó de inmediato" destacó el letrado. Para Hernández Larguía el hallazgo de documentación que pueda ayudar a otras causas determinará que "entonces hagamos junto a los familiares del desaparecido una nueva presentación para esclarecer el caso". "De igual modo esto prueba que los archivos no se destruyen porque esto tiene que ver con una cuestión ideológica con la que se trabaja en estos lugares", opinó. Los abogados aclararon también que este procedimiento debe ser individual porque la Cámara Federal negó la posibilidad de presentar causas colectivas al no querer hacerse cargo de una investigación global. El juez Carrillo se retiró de la jefatura llevándose consigo sólo dos libros que correspondían a los memorándum encontrados y dejando como consigna en las dos puertas de acceso al entretecho, a otros tantos efectivos de la Prefectura. De igual manera recién hoy a media mañana el juez Carrillo informará al abogado de la APDH Rosario, Iván Hernández Larguía, sobre tres pedidos concretos que el letrado realizara tras el hallazgo de Partal. El primero tiene que ver con el criterio de selección del material encontrado, y sobre la forma en que va a ser clasificado. El segundo pedido se relaciona directamente con éste y responde al ofrecimiento que hicieran miembros de la APDH Rosario, el Serpaj e Hijos para colaborar en la selección y clasificación. El tercero es quizás el que más implicancias pueda tener, y tal vez hoy no sea resuelto: Hernández Larguía había pedido en el escrito presentado en las últimas horas del sábado que "se proceda a ordenar una minuciosa búsqueda en todo el edificio de la Jefatura donde los represores hayan escondido documentación relacionada con la represión". La recorrida Apenas una treintena de escalones y el desvencijado marco de una puerta separaban al trajinar diario de cientos de personas, de parte de los archivos del horror. Al ingresar al entretecho se comprende mejor de qué hablaba el comisario Partal la noche del sábado. En realidad, el viejo edificio tiene un sencillo techo de chapa con cabreadas de hierro de construcción que lo sostienen, que parece haber sido construido con posterioridad para terminar con el problema de las goteras. Es decir, un techo sobre otro. Así descripto la cobertura está inclinada, y en costado que da a la calle cabe perfectamente un hombre parado. Pero en su lado interior no cuenta con más de un metro de altura. Este espacio ocupa prácticamente todo el contorno de Jefatura. El ingreso se da por una estrecha escalera repleta de enseres en desuso ubicada entre las dependencias de la Brigada de Explosivos y la de Leyes Especiales. En la recorrida de la prensa encabezada ayer a la mañana por el juez Carrillo se choca al ingresar con una vieja heladera, varios esqueletos de sillas y cajas de cartón corrugado, que apenas se vislumbran en medio de la penumbra. La única iluminación es la de los camarógrafos de los medios televisivos, que así permiten que la recorrida sea aún más reveladora. Unos pasos detrás de la basura se divisa la silueta de una camilla ginecológica. La aparatosa maquinaria tiene una gran manija circular debajo, que permite elevar o descender el respaldar donde se sienta la mujer. Una camilla similar era usada en el Servicio de Informaciones por El Ciego Lo Fiego para torturar a sus víctimas. Hacia el lado de la calle Dorrego hay varias estufas apiladas, tres cilindros con un líquido para producir humo --de ignoto uso policial--, los pies y las rejillas de media docena de ventiladores y hasta un Boletín de la Gendarmería Nacional, denominado Boletín Policial, fechado en 1988. También un aparato para ver radiografías, muebles rotos, fichas de personal de las agencias de seguridad privadas, órdenes de detención, libros de guardia de distintas secciones, fotos de oficinas de la jefatura, rollos negativos con códigos e identikits de distintas épocas. Todo desparramado en el ingreso del entretecho. Sin embargo, a unos cincuenta metros de allí la documentación es más nutrida. Hay más de una veintena de bolsas de plástico de un metro de alto, repletas de papeles. Están identificadas por un pequeño cartel adherido al nudo de la punta que reza" Policía Adicional". A su lado una decena de cajas de cartón y bolsas de polietileno negras, en cuyo interior se pueden leer inscripciones tales como Pericias Automotor, o se pueden ver gráficos con el esquema de un vehículo con partes marcadas en tinta, que suponen las consecuencias de una colisión. También hay libros de guardia de las décadas del setenta y del ochenta. Contra la pared se alinean ocho gastados neumáticos de colectivo, otra docena de cajas y bolsas. Dentro de una de ellas el secretario del juez Carrillo, Guillermo Toledo, extrajo la prueba que, prima facie, es la más importante clasificada hasta el momento. Es el libro que oficiaba de Memorándum de la Sección Rastros del 25 de febrero al 28 de setiembre de 1977, una de cuyas notas fechada el 2 de abril de 1977 parece ser de suma importancia. La inscripción señala "del Señor Jefe de Policía transmitida por el subcomisario de servicio Tito Rojas, personal de esta se presenta con los elementos necesarios para la identificación de un cadáver masculino (elemento subversivo) que se halla en depósito en la morgue de la Escuela de Policía. Hoy en la mañana deberá ir". La fecha corresponde con la de la desaparición de Osvaldo Vermeulen, una de cuyas causas está siendo investigada por el juez federal, por lo cual la abogada patrocinante de esta causa, Matilde Bruera, pidió su secuestro inmediato. El ingreso facilitado por el propio juez federal se convierte por momentos en una excursión escolar: "Por favor al señor de camisa azul le pido que no toque ese papel", "a usted joven ya le dije que no puede abrir ese libro" --rezongaba fastidiado el magistrado ante la avidez de la prensa y algunos militantes de derechos humanos que trataban de leer la documentación--. El ala del entretecho que da sobre Moreno tiene un aspecto distinto. Está sin escombros, ni cascotes, ni papeles, ni basura. Sí hay polvillo en cantidad que ingresa por las pequeñas ventanas de medio metro de lado, que se encuentran en las paredes de la calle. La descripción bien vale para marcar a este sector como un lugar transitado. La certeza de la sospechas fue corroborada cuando entre estas pilas de cajas fue descubierta documentación de los años noventa, noventa y cinco incluido. Sobre la esquina de Santa Fe y Moreno, una habitación de cuatro metros por cuatro alberga una cuidada selección de expedientes: están prolijamente acomodados por fecha sobre el piso, y guardan información de finales del 1800 y principios de 1900. "Están siendo clasificados para ser llevados al Museo Histórico Provincial Julio Marc", según explica un oficial de Criminalística abocado a la tarea. Como se notará, el entretecho no era un sitio olvidado, ni mucho menos desconocido por el personal policial. Al finalizar la recorrida, el juez federal Carlos Carrillo, sólo aceptó informar que había facilitado el ingreso de la prensa "para dar mayor transparencia al acto que se está realizando, para que la comunidad vea qué es lo que hay. Es decir papeles y material de todo, para ver si tiene alguna vinculación con los hechos que el tribunal está investigando". El magistrado no desestimó que parte del material podría quedar en este mismo lugar como depósito judicial. Carrillo evitó adelantar qué posición adoptará en el caso de que se descubra en medio de todo el material encontrado elementos que no tengan que ver directamente con las cuatro causas de desapariciones que investiga, y que podrían ayudar al esclarecimiento de otros casos. "Llegado el momento lo decidiré, porque no puedo decirlo anticipadamente. Ni yo mismo lo sé." POR QUE CAMBIARON AL JEFE POLICIAL Por J.M. --Partal qué hacés acá, estás relevado --le reprochó Bordón. --Yo no lo acepto --contestó el rebelde. --Vos no entendés, no te quiere ni ver, está a los gritos, quiere que te vayas. ¿Te querés comer un acta por insubordinación? --le preguntó el jefe policial refiriéndose al ministro Roberto Rosúa. --Mirá qué democrático que sos --le recriminó Partal. Ipso facto, Bordón hizo subir al nuevo jefe de la Unidad Regional II el comisario mayor Francisco Previtera. Más allá de haber sido relevado, Partal se salió con la suya y terminó firmando el acta. Sólo uno de los episodios que pintan en parte el sainete protagonizado ayer por ambos jefes policiales. El segundo episodio tuvo lugar en la escalera de acceso al entretecho, cuando el comisario Bordón le ordenó al agente que estaba de consigna que dejara su puesto para que un hombre de la Prefectura se hiciera cargo de la custodia. El policía miró entonces a su jefe directo, el comisario Partal, para saber cómo actuar. "No va a quedar nada por escrito" preguntó el efectivo. Bordón tuvo que levantar la voz ordenando entonces por segunda vez la misma directiva. El consentimiento de Partal puso fin al nuevo "conflicto de baja intensidad". El sainete se trasladó entonces hacia el propio despacho del jefe relevado. Mientras el juez y la fiscal federal ordenaban el papeleo junto a Bordón, el comisario Partal revisaba los cajones de su escritorio a escasos dos metros de aquéllos, y entre insultos en voz baja arrojaba papeles a la máquina trituradora. En ese instante sonó el teléfono, y un ignoto interlocutor pudo escuchar al jefe "eyectado" asegurar que "paso a retiro, pero esto no va quedar así". Como si esto fuera poco, Partal denunció ante la prensa que "una abogada colaboradora suya en el traslado de la Jefatura había sido amenazada de muerte telefónicamente. La profesional asentó la denuncia en la seccional tercera, e identificó el origen de la amenaza con la relación laboral que la une con el comisario Partal. Y, como una simple muestra de lo que se vivió ayer en los pasillos de la Jefatura, cabe señalar que el propio Partal negaba hasta minutos antes de ser relevado --luego de ser amenazado por insubordinación--, alegando que no podía tomarse licencia porque "estaba designado por un decreto ministerial como el encargado del traslado". Y se excusó de no haberle avisado al ministro de Gobierno, Roberto Rosúa, y su jefe directo Bordón, "porque estaba ocupado en la constatación del lugar". Eso es muy oscuro, es de una oscuridad tremenda --se justificó Partal, sin explicar si se refería al misterioso entretecho o al oscuro origen de la revelación. Aunque --nobleza obliga-- hay que reconocer en Partal un rapto de sinceridad cuando reconoció que "ante la comunicación telefónica de su licencia aceleró los trámites del chequeo de los inventarios, y que en esa situación descubrió los archivos". En otras palabras, su relevo lo inspiró de inmediato. Por su parte el jefe de la policía provincial Jorge Bordón confirmó que Partal no tomaba licencia sino que "pasaba a retiro, y que iba a ser reemplazado por su segundo, el comisario mayor Francisco Previtera, quien quedará a cargo interinamente. "Había diferencias sustanciales con lo que él planteaba sobre el traslado de la Jefatura".
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