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Por Luis Bruschtein --Qué importancia tiene en la historia de las relaciones de Palestina con la Argentina la inauguración de esta embajada? --Para nosotros es sumamente importante porque consolida la presencia palestina en la Argentina y la convierte en un país amigo de Palestina. Quiero recordar que esto ha sido donado por el gobierno argentino, contribuyendo al proceso de paz en cuanto ayuda a reconstruir nuestro país, nuestro Estado. Esta generosidad se ha demostrado no sólo con esta donación sino también con el envío de Cascos Blancos a Palestina y la donación de diez centros tecnológicos comunitarios. Esta es una casa preparada para recibir a todas las personas que están comprometidas con la paz. Es una sede que desde la República Argentina va a trabajar para un mejor acercamiento de paz entre Palestina e Israel, y el resto de los países árabes de la región.
--¿Desde cuándo hubo una representación diplomática o política palestina en la Argentina? --En 1990 yo estaba a cargo de una oficina de información palestina que cubría los intereses de la OLP. Tratamos en ese momento de ser respetuosos del gobierno argentino, y por supuesto comprendíamos que la Argentina había pasado por situaciones difíciles como la Guerra del Golfo y los lamentables atentados terroristas contra la embajada de Israel y la AMIA. Nuestro interés era estrechar las relaciones, pero estábamos dispuestos a esperar el tiempo de los argentinos. Vale destacar que el gobierno electo (del doctor Fernando de la Rúa) ha dado muestras de simpatía hacia Palestina a través de las reuniones que ha tenido con nuestro presidente, Yasser Arafat. El doctor De la Rúa ha manifestado sus intenciones de que la Argentina siga apoyando el proceso de paz y el mejor entendimiento entre palestinos e israelíes.
--¿Usted nació en Jerusalén? --Yo nací en Jerusalén en 1946 y en 1948, cuando se creó el Estado de Israel sobre mi país, fui convertido en refugiado. Tuve un largo exilio en distintos países árabes y en América, y finalmente tuve la gran oportunidad de regresar a mi país, después de 46 años de exilio, en 1995. Por supuesto que ese momento fue sumamente importante y emocionante, pero en realidad fue más para visitar a mis familiares muertos que a los vivos, después de tanto tiempo.
--Usted vivió esa etapa dramática de su país. ¿Cómo ve el desarrollo de las conversaciones de paz ahora en Medio Oriente y el futuro del Estado Palestino? --A partir de la administración de Ehud Barak la situación cambió favorablemente. Barak comprendió la paz de los valientes que en su momento fue asumida tanto por el hermano presidente Yasser Arafat como por el primer ministro israelí asesinado Yitzhak Rabin y el ex canciller Shimon Peres. Barak dio un nuevo impulso al proceso de paz, dejando de lado esos lamentables tres años de la administración del señor Netanyahu, que estuvo a punto de volver a situaciones de guerra. Creemos que a partir de los acuerdos firmados en Sharm el-Sheik el 4 de setiembre de este año, que continúan los acuerdos de White River del 28 de octubre de 1998, se llega a la decisión de transitar la última etapa de los acuerdos de Oslo. En la reunión de Oslo, entre nuestro presidente Yasser Arafat y el primer ministro Rabin, respaldados por el presidente norteamericano y por el canciller ruso, se logró comenzar a transitar esta última etapa. Se trata de definir los acuerdos y llegar a la fecha propuesta, de setiembre de 2000, para definitivamente firmar una paz palestino-israelí por un Estado palestino soberano e independiente.
--Tanto en Israel como en Palestina hay sectores que rechazan los acuerdos de paz y el proceso de negociación. ¿Cómo se va a resolver en ambos países esa situación? --Yo creo que la mejor respuesta a la violencia es el diálogo, la comprensión, la tolerancia y fundamentalmente continuar juntos en este proceso de paz. En la medida en que el proceso de paz avance, que las conversaciones y el diálogo se profundicen, y que el pueblo palestino y el pueblo israelí no sientan las frustraciones de un proceso dilatado y retrasado, vamos a producir un fuerte efecto contrario a estos grupos extremistas. Hay una realidad: existe un Estado de Israel y hay un Estado de Palestina que tiene que declarar su independencia y su soberanía con Jerusalén Este como capital. También tenemos que tener en cuenta que hay cuestiones pendientes entre Israel y países como el Líbano, donde Israel mantiene ocupados el sur del país y mantiene en vilo a la población del sur del Líbano, a través de sus continuos ataques aéreos. Israel aún mantiene las alturas del Golan sirio. Creemos que es muy necesario que se logre una paz global. Esperamos que los israelíes cumplan con las resoluciones 242 y 338 de Naciones Unidas, que son el espíritu de los acuerdos de Oslo; con la resolución 425, que pide el retiro del sur del Líbano; y con la resolución 478, que pide el retiro de Jerusalén Este y le exige a Israel no convertirlo en su capital.
--Otro problema será, después de tantos años de enfrentamientos, acostumbrarse a la convivencia, no sólo entre los dirigentes sino entre la misma población... --Yo creo que esto es lo más fácil del proceso de paz. No conozco pueblos que amen la violencia. El pueblo israelí y el palestino quieren vivir en paz. La convivencia ya se da. Tenemos más de un millón doscientos mil palestinos que viven en Israel y son ciudadanos israelíes. Los pueblos aman la vida, aman la música, aman la belleza, quieren trabajar, darles educación a sus hijos, y esto facilita todo. Estaba observando hace unos días en la televisión palestina que dos familias israelíes y dos familias palestinas se reunieron en Gaza, en la casa de una de las familias palestinas, se sentaron alrededor de una mesa, y por supuesto que había té, café, masas, todo lo necesario para hacer una buena relación. Las familias sacaron las fotos de sus mártires, de quienes cayeron en estos años, y lo importante fue que todos comprendieron que tienen que vivir juntos. Terminaron la reunión dándose la mano, abrazándose, besándose. Quiero recordar también que, hace dos años, un niño israelí falleció en un accidente de tránsito y su corazón fue donado a una niña palestina, que fue operada por médicos israelíes en hospitales israelíes. Estos hechos humanos son más importantes que cualquier reclamo a nivel político. Necesitamos revalorizar la vida en la región.
--Además, geográficamente la necesidad de dos países que van a estar muy relacionados de aquí hasta el fin de la historia... --Seguro, estamos hablando de un territorio muy pequeño, de 27 mil kilómetros cuadrados, donde tienen que convivir dos Estados y dos pueblos. Y es imposible convivir si no hay buena relación. Los pueblos están preparados, pero también entendemos que en este nuevo período en que vive la comunidad internacional, la globalización y las uniones de comunidades internacionales, el Medio Oriente no puede estar al margen. Es importante que pueda crearse una comunidad de todos los países de la región. Y hoy, el mejor beneficio sería una confederación palestino-jordano-israelí, donde a través de una unidad de pueblo, unidad de tierra, unidad social y unidad cultural, se pueda enfrentar a este nuevo mundo. Quiero destacar que el gobierno palestino hace grandes esfuerzos para reactivar el desarrollo económico y turístico. Como parte de ello estamos preparando el proyecto "Belén 2000" para recibir las navidades del '99 y el nuevo milenio desde esa ciudad sagrada donde nació Jesucristo. Este proyecto tiene fuerte apoyo internacional y de la ONU. Hay un comité integrado por Su Santidad, el papa Juan Pablo II, y otros grandes líderes, entre ellos el presidente Carlos Menem. Para este gran acontecimiento, el presidente Arafat invitó al presidente Menem y al presidente electo, Fernando de la Rúa.
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