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Un barrio en San Isidro donde pertenecer tiene sus privilegios

Pese al alto poder adquisitivo de los vecinos de La Horqueta, la comuna aporta partidas extra para la vigilancia privada. Ahora, en el barrio quieren cerrar calles por la inseguridad.

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t.gif (862 bytes)  Una camioneta y un auto deambulan por las antojadizas calles de La Horqueta, uno de los barrios más coqueto de Boulogne, San Isidro. Vigilan. Pretenden intimidar a los ladrones y esperan el llamado de algún vecino para actuar. El sencillo plan de seguridad logró que el índice de delitos del barrio fuera el más bajo del conurbano. El plan funciona con el aporte de los vecinos. Pero también a un importante apoyo económico de la Municipalidad, pese que se trata de vecinos de alto poder adquisitivo. La Junta de Acción Vecinal del barrio es una de las pocas a la que la comuna cedió un auto --y la policía, el personal necesario para patrullarlo-- y 3000 pesos mensuales en efectivo para aumentar su seguridad. Las otras son las de los no menos lujosos barrios de Las Lomas y Santa Rita. A pesar de todos los beneficios extra, ahora la Junta va por más: pretende impedir el tránsito de autos por algunas de sus calles.

Una encuesta de la misma entidad señala que el 95 por ciento de los vecinos está de acuerdo. Del otro lado de la vereda, algunos vecinos opinan que "el concepto es alarmante, porque instala una tendencia a impedir la libre circulación de las calles, que son públicas". El radical Melchor Posse, intendente de San Isidro, aunque avala las partidas para seguridad del lujoso barrio, se mostró reacio a la propuesta de cierre de calles: en diálogo con Página/12 dijo que "eso terminaría en un coto que no sirve ni para ellos ni para la comunidad".

Con el aporte de los vecinos, la Junta de Acción Vecinal La Horqueta compró una camioneta para patrullar. Y la Municipalidad le entregó, en comodato, un auto Volkswagen Gol para cumplir la misma función. En cada uno de ellos viaja un chofer, empleado de la Junta, y un policía, cedido por la seccional 9ª. Llevan un celular, al que los vecinos pueden llamar, y un sistema de radio que los comunica con la policía y las empresas de seguridad que abundan en el barrio. La Municipalidad de San Isidro destina 3000 pesos por mes para sostener parte del proyecto.

La comisaría 9ª tiene jurisdicción sobre "el alto de La Horqueta" y "el bajo de Boulogne", donde ya no hay gigantescos chalets sino humildes casas. Con cuatro patrulleros, la seccional recorre toda la jurisdicción. Pero la comisaría debe nutrir además los policías necesarios para los dos autos que patrullan La Horqueta. "A veces tenemos el problema del personal, falta gente. Pero nosotros no discriminamos en absoluto, tratamos de equilibrar y mandar más autos al bajo, que es donde hay mayor índice de delitos", comentaron fuentes de la 9ª. Sin embargo, desde la Junta reconocen la disparidad. "La gente más carenciada, del bajo de Boulogne, tiene muy poca cobertura de seguridad porque ni la Junta ni la policía llegan, y porque la policía se ocupa más del alto, donde hay más poder económico, político y cultural", señala Eduardo Favelukes, secretario de Seguridad de la Junta.

Para la Municipalidad no hay nada extraño en todo esto. "Lo que pasa es que en San Isidro hay un sistema tributario solidario: los sectores de más bajos recursos pagan bajos impuestos y reciben mucho más servicio de lo que les correspondería. Los sectores medios reciben más o menos igual servicio que lo que pagan. Y los de altos recursos reciben muy poco. Entonces, cuando surge la posibilidad de dar más a quienes tanto aportan, lo damos", dijo a Página/12 Héctor Prassel, secretario de Gobierno.

En La Horqueta viven unas 2200 familias, en 150 manzanas. Y a pesar de tener el índice de delitos más bajo de todo el conurbano bonaerense y de recibir ese tratamiento diferencial, los vecinos quieren más.

El argumento es que un barrio flanqueado por rutas tan rápidas facilita la entrada y salida de los delincuentes. A la seguridad actual, el nuevo sistema sumaría "garitas y cámaras filmadoras en los accesos más importantes del barrio como las avenidas Tomkinson, Capitán San Martín, Blanco Encalada, José Ingenieros, Uruguay, entro otras; unos 10 o 15 más o menos", explica Fabelukes. "Las demás salidas a las colectoras podrían clausurarse para el paso de vehículos", aclara un texto elaborado por la Junta. "Si hay un robo, una garita avisa a la policía, que da la orden de cerrar las calles, manda cinco o diez patrulleros a las calles donde pasa el 90 por ciento del tráfico e inmediatamente se abre el tránsito. Se pone un patrullero en cada calle y se ve quién sale y quién no", comenta Victorio Barra, ex presidente de la Junta.

Si el proyecto llega a implementarse, los que quieran trasponer los límites de La Horqueta por calles de poco tránsito (unas 20) tendrán que abandonar el auto ante la serie de pilotes o estacas y emprender el tránsito a pie. La decisión responde a la necesidad de reducir gastos: con menos calles abiertas se necesitan menos garitas para mantener todo bajo control y el costo es menor. Cada familia pagaría entre 20 y 25 pesos mensuales por su tranquilidad.

Sin embargo, los límites del pintoresco barrio se vieron desbordados por las críticas. Para María Lía Macchi, una vecina de la calle Aguado, el proyecto "introduce un concepto alarmante porque limita la circulación del barrio; me parece totalmente rechazable, no es la solución". Los especialistas tampoco están de acuerdo. En diálogo con Página/12 Berardo Dujovne, decano de la Facultad de Arquitectura de la UBA, opina que "el caso es grave porque instala una tendencia a impedir el libre tránsito de las calles que son públicas. Corremos el riesgo de que la ciudad se cierre y los diferentes niveles económicos ya no se comuniquen entre sí: se generan ghettos que perjudican a todos".

Posse declaró que el proyecto es "violatorio de la legislación vigente y de la propia Constitución". "Vamos a apoyar la implementación de cámaras y de videos, lo que no vamos a permitir que es que cierren el barrio. Porque esto terminaría en un coto que no sirve ni para ellos ni para la comunidad", aseguró a este diario.

Pero a pesar de la negativa de la comuna, los románticos horquetenses perseveran: "Acá la gente manda y la gente dice que esto se va a hacer y se va a hacer", afirma Fabelukes. Y asegura que, si no se permite el cierre, la comuna debería financiar una mayor instalación de garitas.

Producción: Sonia Santoro.

 

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