|
Por Fernando D'Addario Frente a la sutileza apacible que sugiere la música de sus últimos discos, Silvio Rodríguez es (aunque no parezca) laboralmente hiperkinético, y levemente más rolling stone que esa postal de sobriedad con que la nueva trova cubana lo entregó al mundo bien pensante. Será que encontró esa entelequia llamada "madurez" mucho antes de necesitar asumirse ante su gente como un cantautor maduro. Esto se desprende de su último CD, Mariposas, construido a partir de canciones escritas por Silvio hace más de 20 años y que hoy, milagrosamente --o no tanto-- cierran un imaginario compatible con su realidad actual. Página/12 lo entrevistó vía fax, una modalidad que no admite la posibilidad de la repregunta, y Silvio contestó, desde los estudios de grabación Ojalá en La Habana, valiéndose de la sobriedad que lo caracteriza artísticamente. Una sobriedad que para este último disco fue ligeramente alterada por la participación del brillante guitarrista Rey Guerra (el CD tiene la firma de ambos músicos), responsable de una mayor versatilidad musical. "Con Rey nos conocemos hace mucho y la idea fue rescatar un puñado de canciones que estaban engavetadas desde los '60 y los '70 (la única canción de Mariposas posterior a esas décadas es 'Sueño Valseado', que escribí hace diez años). Comenzamos por las más líricas, tomando en cuenta ciertas posibilidades expresivas de Rey, y luego fuimos agregando algunas más movidas." Los fans argentinos, que lo vieron por última vez en 1997, deberán esperar para una nueva visita del cubano. El dice que vendrá "más adelante, pero espero que sea más bien temprano", aunque su adrenalina trabajadora lo interna en proyectos diversos, de los que no puede ni quiere despegar: "Estoy empezando a mezclar el trabajo pendiente que tenía con los grupos Diákara y Afrocuba. Eso daría para varios discos, si me decidiera. Son unos cuantos temas entre inéditos y versiones. Hay también un disco instrumental, de otros músicos, al que le falta un poco de trabajo. Y juro que no pasará el año 2000 sin terminar el que tengo prometido con el maestro trovador César Portillo de la Luz. --Con éste, ya son cinco discos acústicos consecutivos. ¿Qué lo lleva a recostarse en esta suerte de intimismo? ¿Abandonó la posibilidad de trabajar con una orquesta detrás? --Para cualquier trabajo siempre he partido de mi condición de trovador. En realidad me siento más "recostado" entre los backgrounds orquestales. Con la guitarra creo estar más como soy, a la intemperie, y me parece estar mostrando las composiciones en su estado más puro. Conozco los riesgos que esto implica. Por ejemplo, desde Silvio para acá, se pasa menos mi música por las radioemisoras. Pero este tipo de cosas nunca me ha desanimado, sino más bien lo contrario: me estimula el reto que asumir las música trovadoresca significa. Tampoco me caso con esa visión: últimamente he trabajado en algunos conciertos con Ernán López-Nussa y su cuarteto de jazz, además pretendemos grabar algunos temas. En las próximas semanas participaré, cantando junto a ellos, en el 30º aniversario de los Van Van y después en el centenario de la Banda Nacional de Conciertos. --En la canción "Derecho Humano" usted pide que "no me admiren (...) no me sigan / que sólo estoy cantando un poco por cantar". ¿Le pesa el hecho de ser el referente de miles de personas? --Esa canción fue compuesta en 1968 o 1969, en medio de la crisis de valores que tuve cuando ya llevaba un tiempito enfrentándome a eso que usted llama "ser el referente de miles de personas". Por entonces me daba vergüenza cantarla, la consideraba una "descarga" existencial, y sólo la tocaba cuando estaba entre amigos íntimos. De ahí que fuera Teté Vergara la que le pusiera nombre, porque yo siempre decía "esto no tiene título". Por otra parte es cierto que puede pesar ser una referencia, aunque no sea más que para otra persona. Saberse observado puede limitar y/o comprometer compulsivamente, y estas cosas pueden llegar a abrumar. --¿Hay una intención de alejarse de ese costado épico que se construyó alrededor de su figura? --Sé que se han podido crear imágenes, como sucede con cualquier artista de la escena más o menos conocido, pero sinceramente eso de "épico" no lo había notado. No desdeño lo épico, incluso a veces es un aliento necesario, pero he cantado sobre tantas cosas diferentes y tomando siempre tan en cuenta los sentimientos íntimos que no me parece que se me pudiera calificar rotundamente así. Pero admito que la imagen que puedo tener de mis canciones no tiene por qué ser la que tienen los demás, así que no le voy a discutir. Sólo decirle que no puedo tratar de alejarme prácticamente de nada, sino todo lo contrario: parte de mi vocación ha sido procurar estar cerca de todo. --¿Cuál es su visión de la situación actual de Cuba? --La de un cubano que vive aquí, que sufre aquí, que ama, construye y desea aquí. La Cuba que hoy veo no es la que me imaginaba para estos tiempos, cuando escribí la mayoría de las canciones de Mariposas. Afortunadamente tampoco es la que, en esas mismas fechas, preconizaban los que no pensaban como yo. Es una Cuba entre dos formas de desearla, que no se posa en ninguna de las dos y que posiblemente siga trazando su propio eje, siempre contradictorio y asombroso. --Los conjuntos cubanos de los últimos tiempos, como La Charanga Habanera, Paulito FG, El Médico de la Salsa y NG La Banda, entre otros, parecen ser la cara de una Cuba ambigua, que deambula entre el sistema socialista y la penetración cultural del capitalismo. ¿Usted coincide? --Este tipo de pregunta sugiere que el periodista (puede que como un reflejo de parte del exterior de Cuba) se resiste a acostumbrarse a esta imagen "nueva" de nosotros, la que sin embargo se ha venido dando habitualmente en nuestro propio país. Quizá para algunos, sobre todo latinoamericanos, resulte incongruente con lo que esperaban de Cuba, sobre todo cuando ciertos artistas parecieran proyectarse tan en concordancia con el marketing. A pesar de todo, yo creo que conocernos más ampliamente hace justicia a la gran variedad de nuestra música y a sus indudables valores, sean antiguos o recientes. Cuba es múltiple, sincrética: lo es desde la diversidad de sus raíces y hoy podría decirse que hasta económicamente. Por eso coincido en que también puede existir una Cuba ambigua, la que en cierta medida siempre existió, con más relieve ahora por las contradicciones que genera la doble economía. --Paralelamente al éxito de la "timba", en Europa se vive un resurgimiento de la vieja trova cubana y de viejos soneros como Compay segundo, Ibrahím Ferrer, entre otros, y se reeditan discos de Sindo Garay y Beny Moré. ¿Hoy Cuba exporta artísticamente una visión menos "comprometida" de su realidad? --Me gusta ese subrayado de la palabra "comprometida", porque distingue diferentes estados del compromiso. Y es que hay un compromiso esencial de cubanía en la trova tradicional y en el son. Habría que aclarar que no sólo Cuba ha exportado nuestras raíces musicales, aunque ha sido el fogón que le ha dado espíritu al caldo. La nueva realidad económica se ha traducido, para los músicos, en una flexibilización que permite cierto nivel de autogestión empresarial. Reconozco que de esto se han aprovechado algunos negociantes astutos, la mayoría no cubanos, pero a la larga quien ha salido ganando es nuestra cultura y una masa de músicos excelentes e imprescindibles, a los que en general se les hacía poco caso. --¿Sabe que en la Argentina finalizó el gobierno de diez años de Menem? En función de sus visitas artísticas, ¿qué visión tenía del país en los años '80 y qué visión tiene ahora? --Nosotros llegamos en 1984 a una Argentina dolorida y todavía con algo de miedo. Recuerdo que la gente veía un Falcon pasar y palidecía. Luego me explicaron. A pesar de eso había como un renacer, un sentimiento de esperanza sentible y vivible. Tengo muy lindos recuerdos de entonces, porque la gente estaba muy hacia arriba. Ahora he leído que los índices de desempleo están entre los más altos. Uno se pregunta cómo puede pasar eso en un país tan rico. También estuve participando hace algunos años en la carpa que hicieron los educadores frente al Palacio de Gobierno. Fue hermoso por la energía, por la justicia del reclamo, y también me fue especial porque allí conocí a Ernesto Sabato, un hombre admirable. Según noticias, no parece que los maestros hayan resuelto sus demandas. Sigo siempre que puedo lo de los niños desaparecidos. Me parece un asunto particularmente delicado, por lo desolador que ha sido para sus familiares y ahora por lo traumático que puede resultar para los niños. Es presumible que al próximo gobierno le toquen responsabilidades de las más difíciles que haya tenido un gobierno, que es rediseñar y construir. Ojalá lo vean, lo asuman y lo consigan. --¿Qué sueños aspira a cumplir algún día y qué sueños ha resignado? --Puede que se me cumpla, más que el sueño, la curiosidad ingenua de ver el año 2000. Y no digo que "puede" porque esté enfermo o porque tenga una oscura premonición. Es que todavía no hemos llegado. A los sueños de la resignación el que no ha llegado soy yo.
|