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OPINION

Rico, el significado

Por Eduardo Pavlovsky

El nombramiento de Aldo Rico como encargado de la seguridad de la provincia de Buenos Aires para prevenir y combatir la delincuencia parece coherente con las ideas del vicepresidente Ruckauf.

Pero tenemos que ir más allá de la crítica ideológica cuando afirmamos que un represor no debe ser elegido para ejercitar su rol de represor.

Porque el vicepresidente sabe que en los hogares pobres de la provincia el desempleo y el abandono de la educación llega a veces al 50 por ciento. Esa es la cifra que corresponde al desempleo juvenil sin estudio en los hogares pobres. Ruckauf prometió mucho desde su presupuesto asignado y hay un gran sector de la población de excluidos que lo votó --porque el peronismo siempre tiene el sello genético de la justicia social de Perón y Evita.

No estudian ni trabajan algo más de 250.000 jóvenes de la provincia de entre 15 y 24 años. Los excluidos de todo. Los que anhelan ser explotados. La exclusión de tantos jóvenes sin la posibilidad de diseñar un proyecto existencial de futuro y de vida, los arroja al vacío del aquí y ahora permanente.

De allí a la delincuencia hay un paso. Es el caldo propicio. La exclusión social es la gran fábrica de producción de la delincuencia, dice el sociólogo Pierre Bourdieu en La miseria en el mundo.

Rico es experto en el combate y si se trata de reprimir la delincuencia está bien elegido. Pero no hay que detenerse allí. Hay que ir más lejos y entender mejor la designación del vicepresidente. No es la delincuencia ni los problemas de seguridad los principales problemas futuros de la provincia. Porque los excluidos pueden delinquir, pero si se agotan mucho de las promesas incumplidas de sus gobernantes fabrican como única salida la explosión de estallidos sociales. Bruscos, intempestivos, ingobernables, y allí cobra verdadera inteligibilidad el nombramiento de Rico.

45.000 hombres a su cargo no sólo servirán entonces para reprimir la delincuencia sino --y por sobre todo-- los posibles estallidos sociales que se avecinan. Y allí Rico es un buen profesional de la represión.

El nombramiento --nos guste o no nos guste-- es inteligente. Los estallidos sociales y los movimientos sociales son mucho más difíciles de controlar que la delincuencia. La delincuencia tiene territorialidad los estallidos no. Cardoso en Brasil puede intentar controlar la delincuencia, pero no puede controlar las 500.000 familias del Movimiento de los Sin Tierra que avanzan siempre inexorablemente ocupando tierras. Insisto: como represor de futuros estallidos sociales la designación de Rico cobra otro nivel de inteligibilidad posible, allí Ruckauf no se equivoca con su designación.

 

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