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Por Pablo Rodríguez El Frente Nacional Constituyente (FNC), movimiento de trabajadores independientes, es una de las pocas voces opositoras dentro de la Venezuela que acabó de aprobar una nueva Constitución. De paso por Buenos Aires, invitados por el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST), Tito Villoria y Orlando Chirino, dos de los máximos dirigentes del FNC, explican por qué consideran que la nueva Constitución "tiene muchos elementos progresistas". Pero también advierten sobre las trabas a una reforma sindical "imprescindible" para acabar con la vieja burocracia gremial, y sobre los plazos que tiene el presidente Hugo Chávez para realizar "los cambios necesarios" antes de que su gran apoyo popular se vuelva en su contra. --¿Qué esperanza tienen los trabajadores venezolanos frente a la nueva Constitución? Chirino: Chávez representa algo muy deseado por los trabajadores: la derrota del régimen que dirigieron Acción Democrática y Copei. Pero con eso no basta. Está la cuestión del salario, cuyo poder adquisitivo descendió bruscamente, está el tema del empleo en un país con un 20 por ciento del desempleo, y también hay que plantear los asuntos relativos a la salud y a la educación.
--¿Y en cuanto a las reivindicaciones concretas de los trabajadores? Villoria: Hay una disposición transitoria en la nueva Constitución que establece que el nuevo Congreso tendrá un lapso de un año para reformar la Ley del Trabajo, modificada en junio de 1997, para definir un nuevo régimen de prestaciones sociales. Creemos que allí puede haber un avance en las cuestiones laborales. También es un hecho progresista que se haya aprobado la prohibición de la injerencia privada en los fondos de jubilaciones y pensiones. Ahora debemos luchar para que se apruebe la reducción de la jornada laboral de 44 a 40 horas, porque de esa manera se podrá combatir la desocupación sin bajar los salarios.
--Por lo que dicen, ustedes parecen contentos con Chávez. Chirino: Chávez sufre presiones tanto de las fuerzas capitalistas como del movimiento de masas que lo apoya y que le pide cambios profundos. Sólo después de la Constitución sabremos cuál será el carácter de su gobierno.
--En medio de estas presiones, ¿Chávez tiene un cheque en blanco? Villoria: Si Chávez no empieza a resolver los problemas fundamentales de la población, la misma gente que hoy lo apoya saldrá a las calles a protestar. La gente ya no come ideología ni discurso: quiere que se cumplan sus aspiraciones concretas. Y aunque no sea prudente hablar de plazos, las protestas empezarán en seis meses.
--¿Qué pasará con la burocracia sindical, una de las herencias más importantes de la Venezuela que Chávez rechaza? Chirino: Una de las aspiraciones de los trabajadores es recuperar las organizaciones sindicales, secuestradas por los partidos tradicionales. Nosotros planteamos un decreto de emergencia sindical para democratizar ya los sindicatos y para que se prohíba la salida de los dirigentes sindicales corruptos del país. Existe una maniobra de sectores chavistas para mantener a la actual dirigencia sindical. Si esto se confirma, Chávez enfrentará un problema muy grande porque los trabajadores seguirán empujando hacia un cambio radical en cuanto al manejo de los sindicatos.
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