Por Raúl Kollmann y Adriana Meyer Carlos Menem se habrá cruzado
más de una vez con Victoria Eugenia Henau Vallejos de Gaviria en la cancha de golf del
selecto country Las Praderas. El Presidente suele ir acompañado de un familiar de Amalia
Lacroze de Fortabat, que tiene una mansión en el lugar, pero también juega allí con
Genaro Contartese, el hombre del Banco Nación procesado en el escándalo con IBM. En Las
Praderas más de un vecino supo siempre que la mujer que se hacía llamar María Isabel
Santos Caballero era en verdad la esposa del mítico jefe del Cartel de Medellín, Pablo
Escobar Gaviria, pero a ninguno pareció preocuparle demasiado: si aquí viene el
Presidente aún sabiendo que la mujer está a unos metros, significa que está todo
bien, explicó uno de ellos a Página/12.
La señora empezó el trámite de radicación cuando llegó al país en 1995, y obtuvo su
DNI poco tiempo después como inmigrante con capital. Una alta fuente de la
SIDE le confió a este diario que sabe de la presencia de la viuda de Escobar desde
hace tres años. Y agregó que en 1996 la detectamos en el country Las
Praderas, verificamos que la documentación era la que le dieron las autoridades
colombianas, que no tiene ningún pedido de captura y decidimos que no era nuestro papel
iniciar una causa ni echarla del país. Una nota televisiva delató su presencia en
Argentina y a las pocas horas la Justicia ordenaba su detención en un departamento del
barrio de Saavedra, acusada de falsificación de documentos y lavado de dinero del
narcotráfico por unos dos millones de dólares.
En medio del estallido de este nuevo escándalo, Menem afirmó que la presencia de la
viuda de Escobar Gaviria no significa que en la Argentina esté asentado el
narcotráfico. Y agregó que no tiene conocimiento acerca de si la mujer y sus hijos
cuentan con documentación argentina. Según Menem, la viuda y el joven detenido
aprovecharon que Argentina es un país abierto para instalarse aquí.
La mujer llegó hace casi cinco años, las autoridades sabían quien era pero no le dieron
importancia a su verdadera identidad. Y la viuda de Escobar empezó a
invertir. Pero todo se complicó tras un enfrentamiento de la mujer con su
contador, Juan Carlos Zacarías. Ella sostiene que él se quedó con 500.000 dólares de
un vuelto y por eso le inició una demanda judicial. Victoria Eugenia jura y perjura que,
como represalia, Zacarías la denunció a las autoridades. Pero resulta que el contador
también está imputado en la causa que inició hace dos meses y medio el juez federal
Gabriel Cavallo, y ayer a última hora fue detenido. Un colaborador del juez explicó a
Página/12 que aún no está claro cuál es el papel de Zacarías, puede ser tanto
un extorsionador como un testaferro.
El magistrado postergó para hoy a las nueve la indagatoria de la colombiana, de 39 años,
y de su hijo Juan Pablo, de 22. La mujer seguramente quedará en libertad, salvo que el
juez encuentre pruebas para acusarla de asociación ilícita. Ayer, Cavallo realizó
allanamientos en bancos, oficinas y viviendas, en los que secuestró gran cantidad de
documentación. En una caja del Banco Río encontró escrituras, joyas, dinero y los
pasaportes colombianos de la familia del narcotraficante.
En el juzgado no ocultaban su molestia por la interrupción abrupta de las investigaciones
que venían realizando desde hace un mes y medio, cuando la protagonista del caso
apareció mencionada por televisión (ver página 2). Su detención no estaba prevista en
el corto plazo porque aún faltaban recolectar elementos para acusarla por lavado de
dinero. En Argentina, ese delito no está penado como tal sino en el marco de la ley de
drogas. Por lo tanto, tiene que existir una conexión con alguna causa abierta sobre
narcotráfico. La viuda de Escobar no aparece en ningún expediente, ni aquí ni en
Colombia (ver página 2). Cuando llegó a Buenos Aires, la esposa del narcotraficante
necesitaba demostrar que era una inversora para conseguir la radicación. La mujer
consultó a un prestigioso abogado sin revelarle su verdadera identidad. La idea fue
comprar un inmueble de envergadura que resultó ser la magnífica casa de Las Praderas,
hasta entonces propiedad de un empresario de apellido Lemos. Imágenes de la mansión se
vieron en el programa Memoria del lunes, que conduce Samuel Chiche Gelblung.
Poco después de aquella primer compra, la mujer adquirió otro terreno más en el mismo
country.
En todos estos trámites y también en la compra de una sociedad uruguaya, actuó el
contador Zacarías, quien se hizo íntimo amigo de la mujer. Después adquirieron un par
de departamentos más y un gran terreno en la Avenida Huergo, frente a Puerto Madero,
posteriormente vendido a la Shell.
En todo momento, la señora de Escobar se presentó como la viuda de un empresario
colombiano de nombre Pablo Marroquín. La documentación de sus dos hijos también
respondía a ese apellido, Juan Pablo el varón y Juana Manuela, la más chica de 12
años. También acompañaba al grupo la esposa de Juan Pablo, una chica de apellido Ochoa,
que sería hija de otro de los jefes del Cartel de Medellín.
En el trámite de radicación presentado ante Migraciones se habrían cumplido todos los
requisitos y la documentación personal estaría impecable. La señora era parte del
programa conocido en su país como protección de personas, tal como aseguró ayer el
fiscal general de Bogotá Alfonso Gómez Méndez, y desde Colombia respondieron a las
requisitorias de Migraciones con datos coherentes con el nuevo nombre. En el Ministerio
del Interior y en la SIDE aseguran que nadie supo nada, que los engañaron, pese a que la
señora tenía un perfil cuando menos extraño: gran poder adquisitivo y pocas
explicaciones sobre el origen de la fortuna. La Justicia tiene acreditado que la viuda
violó la ley porque usó en Argentina documentos falsos para realizar sus trámites. Y el
cónsul de Colombia, Ignacio Ruiz, aseguró ayer al juez Cavallo que no le consta que los
documentos falsos hayan sido otorgados en forma oficial por su país. Según
la viuda, Zacarías comenzó a extorsionarla cuando su imagen apareció junto a la de su
marido muerto en un documental emitido en un canal de cable. En el entorno de la mujer
dicen que le exigió 25.000 dólares por mes para mantenerse en silencio. El punto
culminante del choque fue una disputa en torno a un dinero, 500.000 pesos, que Zacarías
manejaba y que eran de la viuda. Ella lo acusó de querer robarle y la cuestión terminó
en los estrados judiciales. Víctor Stinfale se convirtió en abogado de Zacarías. No
queda claro si semejante escándalo alertó a la Policía Federal o si, como dice la
señora, Zacarías la vendió para sacársela de encima y quedarse con el
dinero.
La vida en el country se hizo más complicada. Nadie se quería relacionar con la mujer y
terminó vendiendo la casa. El comprador, el abogado Luis Dobniewsky, dio la seña y
según relató a este diario no tenía modo de saber que Santos Caballero era
la viuda de Gaviria. Hicieron falta varias reuniones de conciliación entre abogados para
concretar la compra, Stinfale por un lado y Dobniewsky por el otro. Curiosamente son dos
de los principales letrados que aparecen en la causa AMIA. Para terminar la operación,
Dobniewsky se quedó con la propiedad.
LA LEGISLACION VIGENTE SOBRE EL LAVADO
Una actitud de brazos abiertos
Por Laura Vales
En la
Argentina el lavado de dinero se castiga únicamente cuando está vinculado al
narcotráfico. La ley de aplicación es la de estupefacientes, a través de un artículo
que fue sancionado hace ya diez años y sobre el que los especialistas muestran una
absoluta coincidencia: convierte al blanqueo en un delito muy difícil de investigar y
probar. Las limitaciones están a la vista: en esta década no hubo una sola condena por
lavado de dinero y el puñado de investigaciones que tomaron estado judicial lograron
hasta ahora más ruido que resultados concretos.
El problema básico es que la Justicia tiene un trabajo doble y complejo: debe
demostrar, por una parte, que el lavado existió, pero también que los fondos invertidos
salieron sí o sí de la venta ilegal de drogas, explicó Luis Darrocha, presidente
del Instituto de Derecho Penal del Colegio Público de Abogados. Lo mismo ocurre en el
terreno de la prevención, se quejan en la Policía Federal. Si hoy una persona
aparece en aeropuerto con 200 mil dólares en dinero efectivo, simplemente entra al país;
no tiene obligación, a menos que ya se esté siguiendo sus pasos, de explicar de dónde
sacó el dinero, graficó a este diario un investigador de la fuerza.
Los organismos internacionales estiman que cada año circulan en el mundo unos 700 mil
millones de dólares originados en el narcotráfico, la venta ilegal de armas, la
corrupción y el tráfico de órganos. Aunque sobre la Argentina nadie se atreve a hacer
cálculos, se concuerda en que la falta de control y una actitud de brazos abiertos a la
llegada de cualquier tipo de capitales convirtió al país en un lugar atractivo para el
blanqueo.
A principios de setiembre, en coincidencia con las presiones que Estados Unidos ha
ejercido sobre el tema, la Cámara de Diputados dio media sanción a un proyecto de ley
del Poder Ejecutivo para prevenir y penalizar el lavado. La norma abarca a todo aquel
dinero que provenga de una operación ilícita, es decir no sólo al de narcotráfico, y
crea la Unidad de Información Financiera, un organismo autárquico que analizará y
transmitirá información preventiva a la Justicia. La idea es armar una especie de
banco de datos para hacer seguimientos en el tiempo, a cargo de personal con perfil
técnico, elegido por concurso puntualizó la diputada Nilda Garré. La Unidad
estará integrada además por funcionarios del Banco Central, la AFIP y la Secretaría de
Lucha contra el Narcotráfico.
Uno de los puntos relevantes del proyecto es que obligará a denunciar cualquier
operación sospechosa. La imposición incluye a compañías de seguro, casinos,
inmobiliarias, escribanías, estudios jurídicos y empresas de correo; el objetivo,
detectar el dinero sucio antes de que ingrese en el circuito financiero legal, porque una
vez allí su rastreo es casi imposible.
EL DEPARTAMENTO DE NUÑEZ NO ESTA A SU NOMBRE
Poca vida social con los vecinos
6200 metros cuadrados de jardín a sus pies. Así rezaba el folleto que desde
tres años vendía el Complejo Parque Núñez, que incluía además pileta, parrilla,
quincho, gimnasio y jardín de juegos para chicos. Allí, en un semipiso de 120 metros,
vivía desde hace aproximadamente un año Victoria Henao Vallejos, la viuda del
narcotraficante colombiano Pablo Escobar Gaviria. El departamento, sin embargo, figura a
nombre de otra persona y nadie reconoce haberlo vendido. Y a pesar de que desde hace
aproximadamente un año Vallejos sacaba a pasear a sus cuatro perros caniches por las
tranquilas calles de Núñez, muy pocos vecinos admiten haber oído su peculiar acento
alguna vez.
Jaramillo 2010, Núñez. El Complejo Parque Núñez ocupa una manzana. Casi cien familias
de clase media acomodada ocupan las dos torres de 17 pisos cada una: Ombú y Jacarandá.
Vallejos vivía en el piso 17, departamento N, de la torre Ombú, con su hija
Manuela, de 12 años, desde hace casi un año. Y tenía una camioneta Chevrolet Lumina. Su
hijo Pablo, de 21, tenía un Mazda 121 azul noche y, aparentemente, no vivía con ellas.
La torre está formada íntegramente por semipisos: departamentos de cuatro ambientes, una
habitación de servicio y dos cocheras, que cuestan entre 180 y 200 mil pesos. Por ellos
se pagan unos 250 pesos de expensas por mes. El complejo cuenta con un sector de juegos
para chicos, una pileta con sector semiolímpico, un gimnasio y un quincho, con capacidad
para unas cincuenta personas, con tres parrillas.
Las torres fueron levantadas por Barbarella S. A. Consultada por Página/12, la firma
aseguró que la venta estuvo a cargo de las inmobiliarias Tizado y La Cité. Tizado
informó a este diario que vendió 91 departamentos del complejo, pero que entre ellos
nunca figuró el 17 N de la torre Ombú. La inmobiliaria La Cité no pudo ser
consultada por este diario. Ayer los vecinos del edificio se mostraban sorprendidos por la
noticia. Un hombre del departamento vecino, el 17 E, dijo a este diario que
eran perfectos vecinos. Santiago, del 3er. piso de la torre Jacarandá,
comentó que ayer lo veíamos en la tele pero no sabíamos dónde estaban. Cuando
nos levantamos y vimos a los periodistas acá no lo podíamos creer.
Un periodista colombiano que siguió
la carrera de Escobar relató a Página/12 que su viuda e hijos nunca fueron sospechados.
La historia del cambio de identidad. Las amenazas.
Pablo Escobar y su mujer en épocas en
que el narco era uno de los hombres fuertes de Colombia.
María Victoria Escobar se dedicó, según Restrepo, a estar bonita, cuidar a los
niños y la casa. |
¿Por qué la
detuvieron? Nunca estuvo sospechada
|
Por Sergio Kiernan
La reacción en
Colombia por el arresto de María Victoria Henao Vallejos, la viuda de Pablo Escobar, y de
su hijo mayor Juan Pablo, fue de asombro: ¿Por qué la detuvieron? Ella nunca fue
sospechada de nada, sintetizó el periodista Orlando Restrepo, uno de los veteranos
de la cobertura del narcotráfico en la redacción del diario El Tiempo, de Bogotá.
Aquí nos sorprendió mucho el arresto explicó Restrepo a Página/12,
porque ninguno de los dos tuvo ninguna acusación, ningún proceso. Juan Pablo, el hijo,
no es sospechado de nada por aquí y no se conoce que tuviera ninguna actuación en los
negocios de su padre. El periodista confirmó lo que otras fuentes describían, que
María Victoria Escobar se dedicaba a lo mismo que las demás esposas de los
narcotraficantes, a estar bonita, cuidar los niños y la casa.
Simplemente era la esposa. Cuando se perseguía legalmente a Pablo Escobar, no
había nada en contra de ella porque, que se sepa, no participaba del negocio.
Restrepo resalta el legalmente a la hora de hablar de los problemas de la
familia: No se olvide de los Pepes, los parapoliciales que se le
hicieron la guerra a los narcos a balazos. Los Pepes hacían atentados, ponían bombas,
les tendían emboscadas y hasta dinamitaban sus viviendas. Con ellos no corría eso de no
meterse con las familias.
Cuando Escobar murió acribillado por un comando policial, el 1º de diciembre de 1993, a
los 44 años de edad, Medellín se incendió en una guerra de clanes por el control del
millonario negocio del tráfico. Excepto por un hermano de Escobar, Roberto más
conocido como El Osito, que estaba en prisión desde octubre de 1992 por ser uno de
los administradores del cartel, la familia no fue tocada ni por los investigadores ni por
los delincuentes. El gobierno extendió una fuerte protección a la viuda y a sus hijos,
entonces de 16 y 6 años.
María Victoria había conocido a Pablo Escobar cuando tenía 13 años y no se dedicaba a
las drogas sino a la ganadería y los negocios inmobiliarios. Se casó con 26 años y, a
medida que pasaba el tiempo y crecía la inmensa fortuna familiar, se hizo conocida en
Medellín por sus obras de caridad y su apoyo económico a la Iglesia.
Para los colombianos, no hay ningún misterio en el exilio de la viuda de Escobar;
simplemente, dejaron el país para que no los maten los parapoliciales. La
divergencia entre los nombres de la familia y los que figuran en sus pasaportes fue
explicada por Restrepo en los mismos términos: Aquí, en Colombia, es legal
cambiarse el nombre y obtener documentación nueva. Supongo que en Argentina lo es
también, como en muchos otros países. No creo que hubiera ningún programa de
protección del Estado a la familia, a lo sumo alguna consideración de acelerar el
trámite por la situación de peligro en que vivían. Cambiaron los nombres porque
querían irse del país a algún lugar seguro donde no los mataran.
Según Restrepo, los Escobar estuvieron bajo protección de la fiscalía hasta que
salieron del país. Estaban muy amenazados. A partir de que dejaron Colombia, las
autoridades se desentendieron, lo que explicaría que la embajada colombiana en Buenos
Aires afirmó no tener ninguna información sobre su presencia en el país.
El periodista de El Tiempo, que fue corresponsal del diario en la ciudad de Medellín,
sede del cartel de Escobar, desmintió que Pablo, el hijo de 22 años detenido junto a su
madre, fuera un narcotraficante. Tampoco dijo que iba a vengar la muerte de su
padre, como se dijo. Yo estuve en el entierro, lo vi, y no dijo nada por el estilo. De
hecho, las hermanas y otros parientes de Escobar Gaviria pidieron calma a su gente.
Querían empezar una vida nueva. Mire, es una familia muy católica, muy creyente.
Lo que para Restrepo resulta realmente delicado en las noticias que llegan de
Buenos Aires es la cuestión de los fondos. No sabemos si son fondos del
narcotráfico o qué origen tienen. Entiéndame, es algo sobre lo que no me atrevo a
especular.
MIGUEL ANGEL TOMA POLEMIZO CON CHICHE GELBLUNG
Un apologista de la autocensura
Por Luis Bruschtein
El
secretario de Seguridad Interior, Miguel Angel Toma, afirmó que por el bien de la
sociedad sería bueno que cierta información se autocensurara en referencia al
programa Memoria que precipitó la detención de la viuda de Pablo Escobar. Al
escuchar esta frase en el programa Contrapunto, de Martín Pitón, Gelblung
acusó a Toma de ser un Goebbels en potencia, él quisiera controlar la
información, decidir: esto se puede publicar, esto no. La polémica también se
planteó en el asalto de Ramallo y viene de más atrás. Y no siempre la balanza se
inclina del mismo lado.
Durante muchos años el periodismo en la Argentina se hizo desde el poder. Se concebía
como periodismo serio a aquel que respetaba las conveniencias del poder. Pudo
haber excepciones, pero en la prensa comercial fueron pocas y de corta duración. Después
de la guerra de Malvinas los medios perdieron credibilidad y a partir de allí se produjo
un lento cambio para desprender al periodismo del poder. Página/12 fue un actor
importante en ese proceso que aparecía como coherente con la democratización general del
país. La primera impresión de una parte amplia del público fue equiparar ese periodismo
con la prensa amarilla.
Un editor dirá que la diferencia entre ambos pasa por muchos factores, desde la
credibilidad de la información hasta la calidad y la inteligencia del planteo. Son
cuestiones técnicas. Además hay una dimensión ética que también interviene en la
actividad informativa.
Hay una máxima que se escucha en las redacciones: Un periodista no tiene derecho a
saber más que sus lectores. La frase significa que el periodista no tiene derecho a
ocultar información, decidir cuál conviene o no publicar, ponerse por encima del lector
y asumir una autoridad que nadie le otorgó. El periodismo está para buscar información
y dársela a la gente. Esa es su esencia. No es un filtro, no es la censura,
ni tutor de nadie. Y su relación con las demás instituciones de la República se
complementa a partir de cumplir su función y las demás la suya.
Pero, si las cosas fueran tan claras, serían mucho más fáciles. Porque muchas veces un
periodista puede saber, pero no comprobar. ¿Cuántas fuentes tiene que consultar y cómo
mide su grado de credibilidad antes de publicar el resultado de una investigación? La
competitividad por la nota exclusiva o la primicia puede ser importante, pero no tanto si
hay vidas en juego. Hay una gama de matices que pone en discusión las verdades absolutas.
En Ramallo los periodistas interfirieron de hecho la negociación por los rehenes.
¿Resulta legítimo en esa situación subordinar el trabajo periodístico al de la
policía? Gelblung afirmó que poco antes de emitir su programa recibió un llamado del
juez Cavallo y que no difundió parte del material para no poner en peligro la acción de
la Justicia. Sin embargo el juez dio a entender que el programa precipitó la detención
antes que la investigación diera todos sus frutos. La lógica indicaría que en
determinadas situaciones el periodismo debería regular su propia dinámica al menos en
cuanto a su competencia con otros medios, no en cuanto a ocultar información. Sin embargo
es difícil darle un contenido preciso a esa reflexión: abrir esa puerta es peligroso
porque se trata de una caja de Pandora que costó mucho cerrar. El peligro es que el
argumento puede ser hoy una investigación del lavado de narcodólares, mañana una razón
de Estado y pasado conveniencia política.
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