Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


UN JUEZ PIDIO A ESTADOS UNIDOS Y BRASIL INFORMES SOBRE EL CONDOR
Los secuestros de la contraofensiva

En la causa se investiga el destino de unas quince personas que fueron secuestradas entre fines del ‘79 y el ‘80 en Brasil y Argentina.

El juez federal Claudio Bonadío siguió el caso por orden de la Cámara.
Una sobreviviente aseguró que vio a los secuestrados en Campo de Mayo.

na13fo01.jpg (14355 bytes)

Por Victoria Ginzberg

t.gif (862 bytes) El 12 de marzo de 1980 Mónica Pinus y Horacio Campiglia volvían al país. Abordaron un avión en Panamá e hicieron escala en Venezuela. Pero no llegaron a Argentina. Fueron secuestrados en el aeropuerto de Río de Janeiro. Eran parte de la llamada “contraofensiva” planeada por la conducción montonera. El 26 de junio del mismo año, Lorenzo Ismael Viñas y el capellán de la organización Jorge Adur salían en micro de Argentina rumbo a Brasil. El primero iba a contactar a sus compañeros; el segundo, a entregarle una carta al Papa. Fueron secuestrados en la frontera de Uruguayana. El juez federal Claudio Bonadío pidió ayer que Estados Unidos y Brasil entregaran información relacionada con el Plan Cóndor vinculada con estos casos.
En octubre de 1997 en el programa del mediodía de Mauro Viale un sargento retirado del Ejército llamado Nelson Ramón González aseguró que Ricardo Zucker –hijo del actor Marcos Zucker– estaba enterrado en Campo de Mayo y que el Ejército lo perseguía porque tenía “listas”. Esta sorpresiva aparición de un “arrepentido” motivó una denuncia judicial presentada por la ex subsecretaria de Derechos Humanos Alicia Pierini. Zucker había sido secuestrado en febrero de 1980, luego de que regresara al país desde Madrid, donde estaba exiliado. Su esposa Marta Libenson y Julio César Genoud fueron apresados con él. Todos habían vuelto a Argentina como parte del plan de la conducción de la agrupación Montoneros de tratar de reiniciar la lucha contra los militares. Pinus, Campiglia y Viñas también formaban parte de la “contraofensiva”.
En la causa por los dichos del sargento se pedía que se iniciara una investigación sobre el destino de unas quince personas que fueron secuestradas entre fines del ‘79 y principios del ‘80. El expediente recayó en el juzgado de Norberto Oyarbide y luego pasó a Bonadío. Este juez se declaró incompetente y giró el expediente a la Cámara Federal de San Martín, por considerar que la causa debía ser tramitada en jurisdicción de Campo de Mayo. Pero el tribunal le devolvió las actuaciones.
El sargento arrepentido nunca se presentó ante la Justicia, pero algunos familiares pudieron hablar extraoficialmente con él. Ante ellos repitió algunas de las cosas que dijo por televisión aunque no aportó mayores datos sobre el destino de los desaparecidos. Los familiares pidieron que el jefe del Ejército citara a González, pero Martín Balza nunca lo hizo. Claudia Alegrini, la mujer de Viñas, se enteró hace un mes y medio de que el juez había devuelto a la Subsecretaría de Derechos Humanos el expediente de su compañero y decidió activar la causa. Se presentó ante Bonadío y le entregó un artículo publicado por un diario brasileño en el que un militar de ese país admitió la participación de las fuerzas conjuntas argentinas y brasileñas en el operativo en el que se detuvo a Viñas en Uruguayana –frontera con Argentina de lado brasileño–. Por otro lado, varios testigos declararon que oyeron los gritos de una mujer en el aeropuerto de Río de Janeiro el 12 de marzo de 1980, cuando secuestraron a Pinus y Campiglia.
Las pruebas de que los detenidos fueron trasladados a Argentina fueron aportadas por una sobreviviente de Campo de Mayo. Silvia Tolchinsky declaró haber visto a Zucker y Genoud, quienes fueron apresados en Argentina, en una quinta cercana a esa guarnición militar. Posteriormente agregó que supo que también Viñas, secuestrado en Brasil, se encontraba allí.
Existe otro expediente judicial relacionado con estos secuestros que se tramita en la Cámara Federal porteña. Allí, Cristina Zucker y Daniel Genoud pidieron que se averigüe qué sucedió con sus hermanos Ricardo y Julio César. Pero esa causa aún no ha arrojado resultados.
Alegrini y Edgardo Binstock –esposo de Pinus– viajaron la semana pasada a Estados Unidos para pedir, como hicieron las Abuelas de Plaza deMayo, que el gobierno norteamericano desclasifique los documentos del Plan Cóndor que pueden estar relacionados con este caso.
En 1981 el general Cristino Nicolaides, último jefe del Ejército de la dictadura militar, reconoció en una conferencia de prensa que había desarticulado “dos células guerrilleras que habían logrado ingresar al país pese al férreo control de fronteras”. “Yo he tenido la oportunidad de hablar con uno de esos delincuentes y puedo asegurar que tienen un alto nivel de preparación en todos los sentidos”, sentenció.

 


 

LA COMISION INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS EN ARGENTINA
La soberanía no protege a criminales

Por F.Y.

t.gif (862 bytes) “La noción de soberanía ha cambiado. Ya no se puede entender este concepto como la protección a los criminales”, sentenció el presidente de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Robert Goldman, cuando ayer analizó el argumento que suelen utilizar los gobiernos latinoamericanos para rechazar, por ejemplo, las causas que lleva adelante el juez español Baltasar Garzón contra los responsables de la represión argentina y contra el dictador chileno, Augusto Pinochet.
Los argumentos de Goldman y Taiana surgieron durante el programa televisivo “Con la verdad” que conducen los dirigentes de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) Simón Lázara y Sergio Di Gioia, en el canal de cable Aleph. Sin embargo, y fiel al estilo diplomático que debe guardar un directivo de la CIDH, tanto Goldman como el secretario ejecutivo de la institución, Jorge Taiana (h), reconocieron que la defensa de los derechos humanos en América latina tuvo un avance significativo.
“Se lograron muchas cosas positivas, como el juicio a las juntas militares argentinas, pero también se retrocedió. Esto es lógico porque la defensa de los derechos humanos es relativamente nueva. Pero hoy nadie duda de que se puede reaccionar contra un país que posibilita el genocidio o el trato inhumano a sus ciudadanos”, indicó Taiana a manera de balance. Goldman fue el encargado de señalar los puntos oscuros de las democracias americanas: “A pesar del hecho positivo de que ya no ocurren matanzas, es preocupante la imposibilidad de los Estados de sancionar a sus propios agentes cuando cometen serios delitos. La impunidad sigue siendo el problema más grave, el más importante”, dijo en obvia referencia a causas donde los protagonistas del delito son miembros de la policía.
Con respecto de este punto, Taiana sostiene que uno de los problemas que todavía no se resolvió adecuadamente es lo que él denominó como “policía brava” o gatillo fácil, como se conoce por estas tierras. Indicó que es un problema continental y muy complicado. Remarcó que la CIDH recibe muchas denuncias de este tipo provenientes de la Argentina. El problema, para Taiana, es que en nuestro país, al tener un gobierno federal, el Estado nacional responde por los delitos que cometen integrantes de las policías provinciales: “Es preciso que se estudie la incorporación de un mecanismo que permita a las provincias responder antes las demandas que se realizan contra sus policías”. En ese sentido, dos son los crímenes que la CIDH tiene en estudio en la actualidad y en los que los protagonistas pertenecen a la Policía Bonaerense. El atentado a la AMIA y el crimen de José Luis Cabezas, pero tanto Goldman como Taiana optaron por no opinar ya que las causas aún están bajo la órbita de la Justicia argentina y porque la CIDH también tiene una investigación al respecto.
Hoy es el último día de los representantes de la CIDH en la Argentina, poco antes de partir tienen previsto encontrarse con el vicepresidente electo, Carlos “Chacho” Alvarez.

 

PRINCIPAL