Por Pedro Lipcovich BubbleBoy es
argentino y su mensaje llegará al mundo entero. Según pudo establecer Página/12, el
autor del virus informático que la semana pasada puso en jaque a Microsoft es un
compatriota y probablemente reside en la localidad de Lanús. Al igual que el colectivo y
el dulce de leche, nuestro virus ha marcado un pasado y un futuro, un ayer y un
mañana en el terreno de la virología informática, según especialistas en
seguridad computacional. El nuevo virus se trasmite por e-mail pero, a diferencia de los
anteriormente conocidos, actúa sin necesidad de que el usuario abra el mensaje. En sí
mismo, BubbleBoy no es muy dañino y su creador en una típica gauchada lo
envió, él mismo, a los fabricantes de antivirus para que elaboraran el antídoto. Sin
embargo, la estrategia que incorpora quedó a disposición de otros inventores de virus y
el problema se va a sentir en los próximos meses, según un especialista en
seguridad informática. BubbleBoy is back!, dice el anuncio, el subject del
mensaje de correo electrónico, en el cual el usuario encontrará el texto The
BubbleBoy incident, pictures and sounds y la dirección de un sitio web inexistente.
Sólo eso. Basta con haberlo recibido para que, la próxima vez que el usuario encienda su
computadora, el virus sea enviado a todos quienes figuren en su libreta de direcciones.
Julio Cella, especialista de la empresa Symantec fabricante del conocido antivirus
Norton admite que este virus es realmente novedoso y recurre a una
comparación: Supongamos una enfermedad como la varicela: se sabe cómo puede
contagiarse y el médico recomienda no ponerse en contacto con la persona infectada. Lo
mismo sucede con los anteriores virus trasmitidos por correo electrónico: la
recomendación es no abrir los attachements, los archivos adjuntos al mensaje. Pero el
BubbleBoy se trasmite aunque uno no abra el attachement, como una varicela que volara a
distancia, sin precaución posible. El virus aprovecha un agujero, un defecto en la
seguridad de los programas Microsoft Outlook, o Express y del Internet Explorer 5. Por lo
tanto, quienes utilicen otros programas de correo electrónico no pueden verse afectados
por él. La firma Microsoft ya produjo un parche para esa falla, que puede obtenerse por
Internet en http://www.microsoft.com/security/Bulletins/ms99-032.asp. El nuevo virus fue
diseñado por un cracker argentino cuyo seudónimo es Zulu. (Los crackers se
diferencian de los hackers en que estos últimos buscan y encuentran los puntos
vulnerables de los sistemas, pero sin usar ese conocimiento para perjudicar.) Zulu empezó
a jugar fuerte a principios de este año. Es el autor del virus Monopoly, que
presenta una imagen de Bill Gates incrustada en un tablero de ese juego mientras envía
copias a todos los anotados en la libreta de direcciones del usuario, y del virus
Lanús, que homenajea a su patria chica. En agosto pasado, un famoso
cazaagujeros, el búlgaro Georgi Guninski, encontró una falla en la versión 5.0 del
navegador Internet Explorer. (Los cazaagujeros son especialistas en seguridad informática
que se hacen conocer descubriendo brechas en los programas más conocidos y
difundiéndolas por la red.) Zulu aprovechó el hallazgo de Guninski para inventar el
virus Chango y, hace pocos días, el BubbleBoy, que ya tiene una versión 1.0
y otra 1.1. Zulu mismo envió sus inventos a las grandes compañías de seguridad
informática. Según comentó a este diario Claudio Pasik, director de la firma NextVision
Seguridad Informática, es común que los crackers hagan eso, como para decir
Mirá lo que soy capaz de hacer, y darse fama en el ambiente. El BubbleBoy en
sí mismo no borra archivos ni daña la máquina. Hasta ahora no hay datos de que se haya
difundido por Internet, y al parecer el inventor se limitó a enviarlo a los fabricantes
de antivirus. Sin embargo, el problema de ningún modo está agotado sino que, al
contrario, se va asentir en los próximos meses. Es que Zulu tiene una página web
donde puso a disposición de cualquier cracker los códigos fuente que
permiten reproducir y modificar su virus: no es improbable que aparezcan otros, con otros
nombres y más dañinos, copiando su capacidad de activarse por la simple lectura de un
mensaje y aprovechando otros agujeros en los programas de correo electrónico.Según
Pasik, hay tres etapas en la historia de los virus informáticos: Hasta 1995, los
virus se trasmitían a los archivos ejecutables, pero no a los procesadores de
texto o planillas de cálculo; entonces aparecieron los macrovirus, que
afectan a los programas más utilizados por el usuario común. Para el especialista,
la tercera etapa empieza ahora: El BubbleBoy es el germen de una avalancha de
mutaciones o variantes y marca un ayer y un mañana en el terreno de la virología
informática.
DETENIDOS POR FALSIFICAR PLATA
Con la maquinita a pleno
Los
vecinos no entendían mucho cuando la policía invadió el barrio y entró en esa casa que
aparentaba como una más de la zona. El operativo era en Lanús, frente a la plaza
Sarmiento, y a poco de entrar, los azules salieron con dos hombres esposados. No pasó
mucho para que los vecinos se enteraran de que convivían con una fortuna sin saberlo:
más que vivienda, esa casa era una fábrica de dinero. La policía se incautó del
producto a punto de salir al mercado: 50 planchas de 20 y 50 flamantes pesos.El
procedimiento fue efectuado pasadas las 16.30 en la casa de 9 de Julio 2025. Allí fueron
arrestados dos hombres, cuyas identidades se mantienen en reserva y que fueron imputados
del delito de falsificación de moneda y de documento público.Además de las planchas, la
policía secuestró una guillotina, cédulas verdes truchas y documentación que incrimina
a los detenidos. También se incautó un automóvil Peugeot 306, cuya documentación
estaba adulterada.El procedimiento fue concretado por orden del juez federal de Lomas de
Zamora Carlos Ferreira Pello luego de una serie de tareas de inteligencia por parte de los
detectives de la Delegación Sur de Investigaciones Complejas. Los agentes tenían
previsto continuar en las próximas horas con otros allanamientos, esta vez en el partido
de Lomas de Zamora, donde habría documentación vinculada con la pesquisa.
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