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Por Mariana Carbajal En la ciudad de Buenos Aires hay 32.300 jóvenes que son inactivos absolutos, es decir, no estudian ni trabajan ni buscan empleo. Casi un 30 por ciento de la población económicamente activa juvenil tiene severos problemas de empleo; 13 de cada 100 adolescentes no concurren a la escuela; y el 40 por ciento de los alumnos secundarios de colegios públicos tiene una edad superior a la correspondiente a su nivel de estudio. Las cifras surgen de un relevamiento encargado por la Defensoría del Pueblo a la consultora Equis para determinar el perfil de los jóvenes porteños. El estudio también encontró que cada vez son más los jóvenes que viven en villas de la ciudad de Buenos Aires en condiciones de extrema pobreza. El crecimiento de la población de 15 a 24 años que reside en barrios de emergencia batió un record histórico en la última década. Mientras el número de jóvenes de la Capital Federal aumentó apenas 2,8 por ciento, el de aquellos que tienen su casa en una villa se incrementó en ese lapso un 124 por ciento: en la actualidad suman alrededor de 22.000, de los cuales 14.400 tienen sus necesidades básicas insatisfechas.La situación de los jóvenes porteños se precariza considerablemente en el cordón sur de la ciudad, donde se asientan mayoritariamente las villas, compuesto por los barrios de San Telmo, Constitución, Boedo, Barracas, San Cristóbal, la Boca, Parque Patricios, Nueva Pompeya, Villa Soldati, Parque Avellaneda, Mataderos, y Villa Lugano. En ese sector de la Capital, la desescolarización de adolescentes es un 67 por ciento superior que la tasa promedio del distrito. El relevamiento, elaborado sobre la base de la Encuesta Permanente de Hogares, estableció que el 41 por ciento de los jóvenes de 15 a 24 años están fuera del sistema educativo formal. De esos 186.126 jóvenes, el 98,2 por ciento asistió alguna vez a la escuela, en consecuencia, dicha situación señala claramente el efecto de los fenómenos de marginación, abandono temprano y deserción escolar, observaron en su informe los investigadores Artemio López y Martín Romeo, de la consultora Equis. Los resultados del estudio, adelantados por este diario, serán presentados mañana en el seminario Los Jóvenes Porteños, organizado por la Defensoría del Pueblo y el Consejo Multisectorial de Organizaciones Sociales. El encuentro se llevará a cabo a partir de las 17 en el Auditorio de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Queríamos tener un diagnóstico de la juventud porteña para conocer cuáles son sus necesidades. Quedó demostrado que los que viven en el cordón sur corren con desventaja con respecto a los jóvenes del resto de la ciudad. Tenemos que trabajar para lograr la igualdad de oportunidades para todos, señaló Rafael Veljanovich, defensor del Pueblo adjunto.Según el informe de Equis, hay 32.305 jóvenes de 15 a 24 años que bajaron los brazos. No estudian, ni trabajan, ni buscan empleo, ni desempeñan tareas hogareñas: son inactivos absolutos y representan el 7,1 por ciento de la población comprendida en esa edad de la Capital Federal. El 75 por ciento de ellos son pobres estructurales o pertenecen a una clase media baja empobrecida en la última década. Si estos jóvenes decidieran incorporarse al mercado de trabajo a través de la búsqueda, la tasa de desocupación abierta juvenil aumentaría automáticamente al 24 por ciento, advierte el estudio. Sin sumarlos, el desempleo entre 15 y 24 años es de 12,9 por ciento, levemente inferior a la última medición de la desocupación global del país que alcanza al 14,5 por ciento. Sobre el total de desocupados porteños (129.558), 28.473 son jóvenes. No obstante, si se tiene en cuenta la subocupación, el porcentaje de la población económicamente activa (PEA) juvenil con severos problemas de empleo se eleva a 27,6 por ciento y afecta a 60.000 jóvenes y adolescentes. Esta situación patentiza la notable intensidad del desempleo juvenil respecto de otros tramos de edad: mientras los habitantes de la ciudad de entre 15 y 24 años representan el14,9 por ciento de la población, son jóvenes el 22 por ciento de los que no tiene trabajo, apuntó López en diálogo con Página/12. Los más afectados por el desempleo pertenecen a sectores medios bajos, el núcleo duro de la declinación socioeconómica de la década. Más de 5 de cada 10 desocupados jóvenes provienen de estos estratos. Normalmente los trabajos que proliferan son los de muy baja calificación e informales, donde son tomados los jóvenes de muy bajos ingresos, o empleos que requieren una poblada agenda de contactos, a los que suelen acceder hijos de padres profesionales, explicó Artemio López. El estudio reveló otro dato significativo: a la juventud le cuesta mucho más que al resto de la población conseguir el primer empleo. La tasa de jóvenes nuevos trabajadores que no logran insertarse laboralmente es el doble de la media nacional que alcanza al 12 por ciento. La tasa de subocupación juvenil, por otra parte, es un 50 por ciento mayor que la tasa del promedio de la población porteña e impacta sobre 32.000 jóvenes, de acuerdo con la investigación de Equis. El resultado es inevitable: una de cada cuatro familias a cargo de jóvenes no tiene cobertura sanitaria, una proporción un 147 por ciento mayor que la del total de hogares porteños. Es un indicador de la precarización del empleo juvenil: consiguen empleos en negro y por lo tanto sin cobertura social para ellos ni su familia, indicó López.
UNA INVESTIGADORA ANALIZA LAS ESTADISTICAS Por M. C. En la medida en que no se generen mejores condiciones de inserción laboral para los jóvenes, el futuro es la reproducción de una sociedad dual: con algunos jóvenes con altas condiciones de integración y de consumo, y otros que quedarán al margen, vaticina Ana Miranda, investigadora del proyecto Juventud de Flacso, sorprendida por el elevado número de jóvenes porteños inactivos absolutos, revelado por el estudio de la consultora Equis (ver nota central). Estos jóvenes son los que tienen el futuro más hipotecado. (La cifra) llama la atención porque Buenos Aires presenta los mejores indicadores económicos del país, reflexionó Miranda en un reportaje con Página/12.¿Qué expectativas tienen estos jóvenes?Se dice que la juventud es el momento de concentración de la reproducción o del cambio social, es decir, un período en el que se empiezan a construir las trayectorias sociales y los proyectos de vida a largo plazo. La no inserción social y el hecho de pasar a categorías de inempleabilidad, imposibilita la construcción de un proyecto de vida. Y en estos casos, en poblaciones que viven en condiciones particularmente críticas de vida, se daría lo que se conoce como reproducción intergeneracional de la pobreza. ¿Por qué son expulsados del sistema educativo cada vez más temprano?No sé si es el sistema educativo que no los puede retener o si el modelo económico es tan perverso que el sistema educativo no puede compensar las falencias que se desarrollan en el interior de la economía. Con una caída cada vez más grande de los ingresos en las familias, tal vez no sea el colegio el que los expulse, sino que los chicos directamente no puedan ir a clases por no poder pagar el pasaje de colectivo. ¿La gran dificultad para conseguir el primer empleo en los jóvenes responde a una falta de capacitación?No necesariamente. Si bien un estudio que hemos hecho en Flacso ha demostrado que, a medida que aumenta el nivel educativo, disminuye la probabilidad de caer en la condición de desempleado, es cierto que la creación de empleo está en manos del mercado de trabajo y no del sistema educativo. El hecho de que se aumenten los años de educación en toda la población económicamente activa no necesariamente redundará en la creación de un nuevo empleo. ¿Cómo evalúa la situación de la juventud porteña?La característica de la década del 90 ha sido la heterogeneización de la estructura social. En la medida en que no se generen mejores condiciones de inserción laboral con políticas dirigidas particularmente hacia los jóvenes inactivos absolutos, el futuro es la reproducción de una sociedad dual: con algunos jóvenes con altas condiciones de integración y de consumo, y otros que quedarán al margen.
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