El
presidente ruso Boris Yeltsin llegó ayer a la ciudad turca de Estambul dispuesto a
resistir las presiones de su homólogo estadounidense, Bill Clinton, y de los restantes
líderes occidentales para que ponga fin a la campaña militar de Chechenia y negocie con
los líderes de la república separatista caucásica. La guerra de Chechenia dominará la
cumbre que hoy y mañana celebran en la antigua capital del Imperio Otomano los jefes de
Estado y de Gobierno de los 54 países de la Organización para la Seguridad y la
Cooperación en Europa (OSCE). La cumbre, concebida inicialmente para consagrar el nuevo
mapa de la seguridad europea surgido tras el fin de la Guerra Fría, se ha visto
finalmente dominada por el conflicto que ensangrienta la cercana región del Cáucaso.
Yeltsin estimó que su misión no será fácil. Pero agregó paternalmente que
confío en que gracias a mi trabajo prevalecerá el sentido común en aquellos que
aún no han madurado para ello. Occidente miró para otro lado cuando Rusia lanzó
hace siete semanas su ofensiva contra Chechenia, pretextando el apoyo del gobierno
checheno a los terroristas que efectuaron el atentado contra las principales ciudades
rusas el pasado verano. Pero el éxodo de más de 200.000 refugiados a la vecina
república de Ingushetia ha hecho imposible para Occidente seguir ignorando la tragedia.
El ministro noruego de Exteriores, Knut Vollebaek, presidente de turno de la OSCE, había
pedido el lunes al Kremlin un cronograma preciso de retirada de las tropas
rusas de Chechenia. El lunes la UE había condenado el uso desproporcionado e
indiscriminado de la fuerza contra la población civil. El Kremlin reaccionó
denunciando la injerencia en sus asuntos internos y reclamando su derecho a
proseguir la campaña hasta haber eliminado al último terrorista. Los países
occidentales están dispuestos a que de la cumbre de la OSCE respalde la integridad
territorial de Rusia y condene el terrorismo, dos principios que agradan a Moscú. A
cambio, quieren que el gobierno ruso no cierre la puerta a una salida dialogada del
conflicto, lo que choca con la negativa del Kremlin de negociar con
terroristas. Concretamente, los esfuerzos se centran en conseguir que Moscú admita
una misión de buenos oficios de la propia OSCE. Hasta ahora ha negado el
acceso de observadores a Chechenia, alegando problemas prácticos, y ni
siquiera ha contestado a la petición para una oficina de la OSCE en la república rusa de
Ingushetia. Vollebaek calificó ayer de inaceptables estas negativas.Por su
parte, Clinton se reunirá hoy con Yelstin en un encuentro bilateral, donde lo intentará
convencer de que la OSCE actúe como mediadora. Quizás en vista de este encuentro,
Yelstin informó ayer que había firmado el tratado de Prohibición Completa de Pruebas
Nucleares y que lo presentaría pronto a la Duma (Cámara baja) rusa. Esta acción
recuerda que hace un mes Clinton recibió un serio revés político cuando su propio
Senado rechazó aprobar el tratado. Hago un llamado a todos los Estados para que
sigan mi ejemplo, subrayó Yeltsin ante la prensa.Knut Vollebaek admitió ayer que
el desacuerdo con Rusia podría hacer fracasar la cumbre, ya que los dos principales
documentos que deben firmarse están muy relacionados con el conflicto de
Chechenia. El principal es la revisión del tratado de limitación de Fuerzas
Convencionales en Europa (CFE). El nuevo texto trasladaría el foco de atención a los
flancos, entre los que se encuentra el Cáucaso. La campaña rusa de Chechenia
viola tanto el tratado en vigor como el que va a firmarse. El otro documento, la Carta de
Seguridad Europea, ha provocado los recelos de Rusia por el protagonismo que le otorga a
la OTAN. Yelstin se limitó a afirmar ayer que la firmaría si mantiene la forma que
fue acordada la última vez.
RUSIA QUIERE VENCER EN CHECHENIA SIN
INTERFERENCIAS
No dejen que entre la OSCE
Persuadidos de que están cerca de lograr la victoria total contra la república
separatista de Chechenia, el generalato ruso se está cuidando de que la cumbre de la
Organización para la Seguridad y Cooperación de Europa (OSCE) no interfiera con su
campaña. El jefe de la fuerza aérea rusa, Anatoli Kornukov, advirtió ayer a los
gobiernos occidentales que no interfieran en los asuntos de entrecasa rusos.
Rusia no es ni Irak ni Yugoslavia, y todo intento de intervención extranjera será
bloqueado con firmeza, amenazó. Como para subrayar la diferencia (militar) entre
Yugoslavia y Rusia, la marina rusa probó ayer dos misiles balísticos en el Mar de
Barents, más allá del círculo polar ártico. La caída de la ciudad chechena de Bamut
confirmó el espíritu de renovada confianza de los militares rusos. Militarmente, la
ciudad no era especialmente importante, pero debía su enorme valor simbólico a su
triunfante resistencia contra todos los ataques rusos durante la anterior guerra de
Chechenia (1994-96). Moscú afirmó además que los guerrilleros chechenos estaban
evacuando la capital chechena de Grozny para retirarse hacia el sur. Ayer volvió a asomar
el terror máximo de esta segunda guerra de Chechenia: la internacionalización del
conflicto. Helicópteros rusos atacaron aldeas en la república caucásica (pero
independiente) de Georgia.Con la pérdida de otra de sus ciudades, el gobierno de la
república separatista de Chechenia procuró jugar la que podría ser su última carta: la
OSCE. Los chechenos enviaron ayer a la cumbre a un emisario con un mensaje en el que
ofrecían negociar sin condiciones con Rusia. Boris Berezovsky, un hombre de
confianza del presidente Boris Yeltsin, dijo ayer que las condiciones rusas eran el
desarme de la guerrilla chechena y el exilio de sus líderes. La Duma (Cámara Baja) rusa
aprobó ayer el uso de todas las medidas para liquidar a las bandas terroristas
chechenas.
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