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Por Verónica Abdala Cuando niño, su mayor anhelo era tocar la armónica, pero su padre lo obligó a tocar el bandoneón, sin imaginar el alcance que tendría para la música del mundo la orden impartida. Tampoco ese chico nacido en 1921 en Mar del Plata soñaba con que algún día llegaría a ser uno de los más talentosos intérpretes y prolíficos compositores de tango. Apenas se reconocía como un amante de la música clásica, hijo de un devoto de la ópera. El niño se llamaba Astor Piazzolla, fue la figura más atractiva de la renovación del tango, y será recordado tanto como uno de los músicos populares argentinos más importantes del siglo acaso, apenas, detrás de Carlos Gardel, como por haber sido uno de los vanguardistas más resistidos, en su momento, por buena parte de sus contemporáneos. De todo eso y de los aspectos más importantes de su vida y obra se compone el programa de media hora de duración que se emitirá mañana por Canal á a la 1.30, 11, 16 y 23, dentro del ciclo temático bautizado Historias de vida. Allí participan, con su testimonio y recuerdos de Piazzolla, músicos como Amelita Baltar, Rodolfo Mederos, Leopoldo Federico y Horacio Malvicino.Piazzolla nació en Mar del Plata, y pasó sus primeros años en Nueva York, recuerda el programa. Mi padre trabajaba para los gangsters recuerda él en una entrevista, y mi madre trabajaba en casa para las mujeres de esos gangsters. Mederos sostiene que a esos días se remonta su primer contacto con el jazz, género que lo influenció de manera definitiva. Piazzolla recuerda, además, el tiempo en que comenzó a tocar el bandoneón: Muy pocos padres que han hecho lo que hizo el mío para que yo estudiara. No me mandó al psicoanalista, tenía otros métodos: me daba unas biabas impresionantes. Así aprendía a tocar, y a amar la música, paradójicamente. Amo la música gracias a él, explica más adelante en el mismo documental. A los 13 años participó de la película El día que me quieras, protagonizada por Gardel, haciendo... de canillita. Y más tarde se enamoró del tango escuchando las grandes orquestas de Buenos Aires, por radio. Me agarró un total delirio, explica él, que finalmente abandonó Mar del Plata en 1938. Su padre le dio doscientos pesos y le dijo: Cuando se te acaben, volvés. Se encargó de que ese momento no llegara nunca. En Buenos Aires frecuentó cabarets y antros nocturnos, ansioso de escuchar a músicos de la talla de Osvaldo Pugliese o Aníbal Troilo. A este último lo acompañó como miembro de su orquesta entre 1939 y 1944, iniciando una carrera de más de veinte años al lado de algunos de los más grandes tangueros de la época. Tengo la cabeza inmensa, llena de tangos, resume. Y define con honestidad brutal: El tango es el ladrón, el cabaret, la prostitución y la droga: todo lo que en esta vida está un poco torcido.En 1946 armó su propia orquesta, sin sospechar que su incursión en el tango marcaría un antes y un después, para él y para el género. Tampoco imaginó entonces las acaloradas reacciones que su estilo suscitaría en los círculos más ortodoxos. En la Argentina, hasta ese momento, parecía que se podía cambiar todo menos el tango, que era intocable, recuerda el autor de Adiós Nonino. Yo tuve la feliz idea de cambiarlo, y a raíz de eso se han originado los problemas más tremendos de mi vida, concluye con su famosa inmodestia. Mederos evoca aquel momento: Al proponer aquellos desatinos musicales, como los llamaban los fundamentalistas del tango, producía una irritación. La suya es una obra que se cierra en sí misma, es decir que no produce escuela sino imitadores.No creo que nadie en la historia haya llegado tan lejos como Piazzolla con sus arreglos y su bandoneón, afirma más tarde Leopoldo Federico. Otro de los músicos que participan en el envío, Horacio Malvicino, lo define como un tipo exageradamente exigente, que cuando terminaba de tocar no te felicitaba sino que te recordaba el error. Y Baltar reflexiona: Era un hombre cuya política era su música y su música era su única verdad. Lapelea le nació en éste, un país con mucha gente mediocre que no se daba cuenta de que él era lo avanzado. El fue una gloria.
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