Por Fernando Cibeira El ex banquero Fernando de
Santibáñes consiguió lo que quería. No formará parte del gabinete de su amigo
Fernando de la Rúa pero sí mantendrá el rol de influyente, con fluido acceso al
despacho presidencial. Se pondrá al frente de un Consejo de Asesores de la
Presidencia para la Gestión del Estado, un cuerpo que tendrá por objeto declarado
monitorear el funcionamiento de organismos y empresas gubernamentales. Los
nombres de los primeros consejeros ad honorem confirmados sugieren que el nuevo organismo
aspira a convertirse en la voz del establishment dentro del gobierno de la Alianza. Una
voz que tal vez choque con la de los integrantes del gabinete a los que el flamante
Consejo debería auditar.
Santibáñes, un novato en la política, siempre pretendió mantenerse en un puesto
cercano al oído de De la Rúa, más como asesor que como funcionario. Dinero no le hace
falta: tiene una fortuna de alrededor de 140 millones de dólares, producto de la venta de
su parte accionaria en el Banco de Crédito Argentino.
Además, el ex banquero tiene una relación personal con el presidente electo desde hace
años. También con el ex ministro del Interior, Enrique Coti Nosiglia. Los
tres tienen quintas vecinas en Pilar. Cerca de allí, Santibáñes desarrolla un
millonario emprendimiento inmobiliario con escuela incluida, en la que piensa poner en
práctica sus ideas sobre educación, un área que se dedicó a estudiar en los últimos
años.
En cambio, sus ideas sobre gerenciamiento y eficiencia, que tienen la marca de fábrica de
la actividad privada, las desarrollará en la nueva criatura, el Consejo de Asesores, un
organismo paralelo al resto del aparato estatal y que reportará directamente al
Presidente. El organigrama que diseñó Santibáñes para describir a su creación (ver
facsímil) es bien revelador: el Consejo está claro por debajo de la
Presidencia pero (un poco) al costado y (claramente) por encima de la Jefatura de
Gabinete.
El cuerpo estará compuesto por 10 consejeros sin sueldo, con dedicación
semiplena, quienes tendrán su lugar de trabajo en el edificio del Banco
Nación. Hasta ahora, de acuerdo a los nombres que se mencionan, queda claro que el
Consejo estará integrado más por amigos de Santibáñes que hombres vinculados a la
actividad política.
Por ejemplo, entre los que ya habrían dado el sí están Juan Munro, presidente de la
tabacalera Phillip Morris para el área Latinoamérica; Víctor Savanti, ex gerente
general de IBM, directivo de Loma Negra e integrante de FIEL; Carlos Adamo, ex Banco
Boston, y Gustavo Herrero, vinculado a la papelera Zucamor.
Una vez conformado el Consejo, su primer paso será identificar las áreas críticas
de incumbencia inmediata, de acuerdo a un paper elaborado por
Santibáñes. El ex banquero se propone elaborar una Guía de las Mejores
Prácticas cuyo contenido sirva para lograr la eficiencia de la gestión y en
el uso de los recursos, también sobre la transparencia de la información y
la integridad de los individuos que la gestionan. De esta forma, el Consejo aspira a
influir en la reforma del Estado que pretende realizar el gobierno aliancista, el mismo
punto sobre el que ya trabajan Chacho Alvarez y Jorge de la Rúa.
El área específica de control a la que apuntará el Consejo son las empresas y
organismos estatales. Para eso piensa crear la figura del director
independiente, quien funcionará como monitor del director real del organismo al que
tomen en evaluación. El director independiente a quien se seleccionará según sus
calificaciones de idoneidad e integridad no tendrá ninguna autoridad
pero reportará permanentemente al Consejo sus informes sobre la actividad del funcionario
bajo control. La idea de un director que funcione en paralelo investigando lo que hace a
cada momento seguramente no agradará a los directores de verdad. Pero
Santibáñes explica que de esa forma se asegurará un sano nivel de oposición de
intereses que permita asegurar el logro de los objetivosdeseados. Habrá que ver si
los funcionarios políticos que estarán bajo su lupa piensan igual.
CERCA DEL ACUERDO SOBRE EL SENADO
Eduardo Menem hizo la venia
La línea
sucesoria presidencial comienza a tomar un color aliancista, ya que el justicialismo
habría aceptado ayer cederle la presidencia provisional del Senado al gobierno electo,
luego de que Eduardo Menem amenazara con rebelarse.
Está prácticamente acordado que la presidencia provisional quedará en manos de la
Alianza, dijeron voceros de varios senadores justicialistas, aunque el paso al
costado del hermano de Carlos Menem se oficializaría luego de que se acuerde la nueva
distribución de cargos dentro de las comisiones.
Por el momento no se va a formalizar la situación de las negociaciones hasta que no
se llegue a un acuerdo general, explicaron en el bloque aliancista, un poco más
relajados, luego de que el conato de rebeldía de Eduardo Menem se evaporara ante las
presiones de varios colegas de bancada. Las mesas de conducción del Partido Justicialista
y de la Alianza se reunieron el miércoles, después de la sesión, y ayer, para acercar
posiciones y avanzar en el diálogo, cuyos resultados serían dados a conocer
públicamente la semana próxima.
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