Por Irina Hauser El juez de Córdoba que
intentó darle respaldo jurídico a la re-reelección de Carlos Menem fue suspendido ayer
en sus funciones por decisión del plenario del Consejo de la Magistratura, que solicitó
su destitución ante el Jurado de Enjuiciamiento. Ricardo Bustos Fierro quiso hacer
un traje a medida del presidente Carlos Menem. Lo acusamos, precisamente, por su falta de
independencia y su desconocimiento de la Constitución, dijo el abogado Juan
Gersenobitz, uno de los autores del dictamen que apoyó la mayoría. Ante el caso más
político que le tocó resolver al cuerpo, el resultado sorprendió a más de un
consejero.
Cuando Menem todavía creía tener alguna chance de gobernar por un tercer período
consecutivo, Bustos Fierro dictó una medida cautelar que lo habilitaba para postularse en
la interna justicialista. La acción judicial había sido impulsada por Domingo
Carbonetti, el apoderado del PJ cordobés. Pero el guiño hacia el oficialismo le costó
caro al magistrado: 12 de los 17 integrantes del Consejo de la Magistratura presentes en
la audiencia de ayer decidieron suspenderlo y abrirle el proceso de juicio político.
Lo más reconfortante es verificar que el Consejo, como sistema de control
político, ha podido reaccionar ante la falta de un juez que dejó en suspenso la
Constitución nacional; los consejeros votaron de acuerdo a su convicción y no en la
pertenencia partidaria o estamental, celebró el diputado aliancista Melchor
Cruchaga. Se refería a que, contra algunos pronósticos, ni los magistrados ni los
legisladores justicialistas que integran el órgano judicial votaron en bloque: el juez
Javier Fernández Moores se pronunció contra Bustos Fierro y lo mismo hizo el senador
peronista Ricardo Branda. La ausencia de otro justicialista, Augusto Alasino, que salió
disparado de su silla apenas se anunció el tratamiento de este tema, facilitó que la
mayoría sumara la proporción de dos tercios.
A Bustos Fierro se lo acusó por mal desempeño y prevaricato (fallar contra derecho),
como indicaba el dictamen que habían emitido Gersenobitz, Cruchaga, Fermín Garrote y
Oscar Massei desde la Comisión de Acusación. Señalaban que el magistrado había
desconocido la ley suprema al ignorar la cláusula constitucional que impide la
re-reelección y al haber dicho ante el propio Consejo que tenía pensado citar a
constitucionalistas como testigos para dilucidar si Menem podía ser candidato, dijo
Gersenobitz.
Fue evidente su falta total de independencia, insistió el abogado. Y recordó
que el propio juez cuestionado declaró ante la Comisión de Acusación que, pese a
haber rechazado previamente seis recursos de amparo a favor de la reelección, en este
caso estimó no sólo que el demandante estaba legitimado sino que le bastaba que el
presidente hubiera manifestado su intención de postularse. Los consejeros
señalaron también que Bustos Fierro violó los términos jurídicos en que debe dictarse
una medida cautelar y que, como broche de oro, mintió en su descargo ante el Consejo:
dijo que la controvertida causa había ingresado por la secretaría civil aunque había
tramitado por la secretaría fiscal cuando, al margen, debió haberlo hecho por la
secretaría electoral.
Estamos abriendo las puertas del infierno, exclamó en defensa del juez
cordobés el diputado menemista Miguel Picheto. Su comentario adhería a la postura
oficial de la Asociación de Magistrados, que pregona que los jueces no pueden ser
juzgados por el contenido de sus fallos. Estamos abriendo las puertas del
paraíso, refutó el académico Humberto Quiroga Lavié. Se puede analizar las
sentencias sin afectar la independencia del poder judicial e incluso defendiéndola,
coincidió Cruchaga.
El expediente de Bustos Fierro es el tercero que recibe el jurado de enjuiciamiento. Ahora
tiene 180 días para resolver si lo destituye.
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