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The Offspring, el punk entretenido

El grupo californiano llenó de hits y trucos escénicos su actuación en el Luna Park. Destruyeron muñecos de los Backstreet Boys, por si las moscas.

Momento: En uno de los instantes claves del show, el cantante destrozó a batazo limpio cinco muñecos grotescos que representaban a los los Backstreet Boys.

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Por Roque Casciero

t.gif (862 bytes)  El punk ya no es lo que fue alguna vez (eso que en la Argentina nunca se vio, al fin y al cabo). Esa es la primera y rápida conclusión que puede extraerse del show de The Offspring, en su segunda visita a Buenos Aires. Obviamente que no se trata de eso que estalló en 1977, cuando los Sex Pistols irrumpieron en Inglaterra, con un mensaje de hastío y nihilismo. Ya ni siquiera se parece a la versión juvenil-MTV de 1994, cuando los propios Offspring y Green Day volvieron a poner la palabra punk en boca de los jóvenes. El cuarteto californiano ya no forma parte del sello independiente Epitaph, en el cual surgieron. Ahora su contrato pertenece a la multinacional Sony, los hits que antes conservaban algo de la furia original ahora podrían ser parte del repertorio de Sugar Ray –una banda exitosa en Estados Unidos hoy, pero nada consistente– y los músicos se plantan en escena con ropas deportivas y camisas plateadas, en medio de elaborados juegos de luces y ¡pompas de jabón! Pero si el cuarteto sólo se propone entretener a una parte del público adolescente que consume videoclips en los canales de cable, debe decirse que logra su objetivo. Con canciones de pulso acelerado y algunos truquitos bastante obvios para levantar al público, The Offspring consigue que el tiempo pase bien rápido para varios miles que transpiraron y saltaron. Puro entretenimiento: cinco muñecos bastante grotescos que hacen las veces de Backstreet Boys, destrozados a batazo limpio por el cantante Holland. Acto seguido, la canción “Cool to hate” (“Buenos para odiar”). El estadio estalló. Más entretenimiento: en “Pretty fly (for a white guy)” –el hit que defenestra a los chicos blancos ricos que imitan la pose y las vestimentas de los negros– subió un muchacho vestido como en el video y se ganó una lluvia de saliva. Cuando terminó la canción, fue momento de un extraño y divertido “intermedio”: eso rezaba el cartel luminoso que sostenía una drag queen de cabello zanahoria. Los músicos descansaban en sillones inflables, un par de mozos (en realidad, los percusionistas invitados) le tiraban cerveza al público, un gordo saltó al frente del escenario sólo vestido con una capa y una cabeza de elefante de peluche que le cubría los genitales, sonaba música lounge y caían sobre la gente pompas de jabón y papelitos plateados...Después de la farsa, los músicos se levantaron de sus sillones para poner más energía. Pasaron “Staring at the sun”, el exitosísimo “Come out and play” (de Smash, el disco de 1994 que hizo famosa a la banda) y “Kids aren’t alright”. Para los bises, quedaron “Pay the man”, un largo e interesante tema con aires orientales, y dos números puestos como “Why don’t you get a job” (single difundido hasta el cansancio y singularmente parecido al “O bla di O bla da”, de los Beatles) y el cover del clásico “Feelings”. Un final entretenido, como buena parte del show. Si alguien esperaba algo más, es porque estaba mirando otro canal.

 

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