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FUE INAUGURADA LA NUEVA CATEDRAL DE LA PLATA
La obra que demoró un siglo

 

 

Tiene dos torres nuevas de 70 metros. El último tramo del trabajo demoró 12 años.  Una multitud participó en la inauguración.

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t.gif (862 bytes)  La chica ajusta sus binoculares. "¡Está espectacular!", dice, y se los pasa a su tía. La mujer imita suspiro y gestos de encantamiento. No hubo calor ni amenaza de lluvia que las ahuyentara. Lo mismo hicieron miles de platenses que aprovecharon el feriado --la ciudad cumplió 117 años-- para admirar su flamante gran orgullo: la catedral, terminada de construir después de más de un siglo. El templo lució por primera vez las dos monumentales torres laterales que Pedro Benoit proyectó hace 114 años. La obra inaugurada ayer barrió con el mito que asolaba a la catedral: que su elegante estructura neogótica no estaba preparada para soportar un gramo más. Las remodelaciones incluyeron sensores para controlar la seguridad, un novedoso sistema de guías de turismo electrónico y un carillón computarizado que puede interpretar 70 melodías.

En dos años, la catedral creció 70 metros. Desde 1932, cuando fue habilitada su nave central, la achatada iglesia roja (de ladrillos sin revocar) era símbolo del fracaso del sueño medieval neogótico que imponía estilizadas cúpulas para estar cerca de Dios: medía sólo 43 metros. Ahora, con 112, se convirtió en el edificio más alto de La Plata y cumple con uno de los deseos de su diseñador, el arquitecto Pedro Benoit --también autor del trazado de la ciudad--, que ideó las torres para ser vistas por los inmigrantes que llegaban a la soñada América.

Las novedades son muchas. En la torre Virgen María, que flanquea el lateral derecho del edificio, se instaló un carillón con 25 campanas que puede reproducir 70 melodías diferentes. Su par izquierda, la torre Jesús, podrá ser recorrida por los turistas en un ascensor, que se detiene sobre los cien metros y deslumbra con su vista panorámica de la ciudad.

Para conocer la catedral, a las visitas guiadas tradicionales se sumará un sistema de guías electrónicas. "Al ingresar, el turista elige el idioma que quiere escuchar; se le da un auricular y una antena que se activa cuando se acerca a los puntos de interés y le permite escuchar las referencias", explicó a Página/12 Eduardo Di Marco, presidente de la Unidad Ejecutora Catedral, que depende del gobierno de la provincia de Buenos Aires.

Transformar la vieja catedral en este nuevo edificio inteligente costó unos 20 millones de pesos. "En todo el edificio --agregó Di Marco-- está desplegado un sistema que concentra en una central de cómputos tanto la seguridad personal como contra incendios, el manejo del carillón, el ascensor y las guías electrónicas. Además, hay un sistema de detección de los movimientos de la estructura que identifica micrométricamente cualquier variación por acción del viento o sísmica".

La catedral salió de su letargo hace poco más de 12 años. En 1987, después del tedéum de una fiesta patriótica, un vidrio se desprendió de la aguja central y se clavó en el banco donde había estado sentado segundos antes el flamante gobernador de la provincia, Antonio Cafiero. "Eso hizo que empezáramos a observar qué pasaba y vimos que era un desastre: carpintería oxidada, vidrios y molduras sueltas, ladrillos rotos. Era como una gran maceta donde hasta crecían plantas y arbustos", comentó Di Marco. Se hizo un diagnóstico de la situación y se comprobó que el mito tenía visos de realidad: el edificio estaba mal fundado y se caería ante cualquier intento de empezar a levantar la obra inconclusa. Eso fue lo primero en ser agregado. Casi 250 pilotes de hormigón encamisados en acero se extienden hasta 17 metros bajo tierra y sostienen las 4 mil toneladas que pesa cada torre.

El jueves se terminó de colocar el vitral más importante del templo, que ocupa gran parte de su fachada. "El rosetón, que representa el Apocalipsis y la Jerusalén celestial, tiene 180 metros cuadrados y 25 mil vidrios", explicó Guillermo García, arquitecto y secretario técnico de la Unidad Ejecutora. Las remodelaciones mantuvieron los mismos ladrillos del siglo pasado aunque cubiertos por un material protector. "No se reviste en piedra porque en la memoria colectiva ya se la conoce como la catedral roja porque tenía los ladrillos expuestos", explicó Di Marco.

Para los platenses, la catedral concluida después de un siglo, ubicada en el centro exacto de la ciudad, se convirtió en un icono hipnótico. Carlos Albéniz tiene 24 años y desde hace seis, cuando vino de Río Negro para estudiar arquitectura, no pasa día sin darse una vuelta por 14 y 51. "Me encanta, le fui siguiendo el ritmo desde que la empezaron a arreglar", dice. Sin despegarse de su novio, Teresa Torres confiesa que "es lo que más me gusta de La Plata", y se pierde entre pancheros, abuelas sacando fotos y familias que toman mate en la Plaza Moreno, disfrutando --como el ciego de Carver-- su propia catedral.

 

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