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Como si las sangrientas ofensivas guerrilleras en Colombia, la narcoamenaza y las masivas protestas de campesinos y obreros contra la política económica del gobierno no fueran suficientes, los enfrentamientos entre guerrilleros, paramilitares y efectivos del ejército colombiano se derramaron hacia Panamá, acercando el espectro de una llegada de los insurgentes al Canal. Ayer, el director de la policía de Panamá, Carlos Barés, confirmó que el miércoles las fuerzas regulares e irregulares colombianas "se corrieron un poquito" hasta el poblado fronterizo de La Bonga. Mientras tanto, la gestión de paz del presidente conservador Andrés Pastrana sigue sin lograr poner fin a más de 50 años de guerra y, como si fuera poco, tiene a la cúpula militar respirándole en la nuca. El jueves, el comandante de las fuerzas militares colombianas, el general Fernando Tapias, arremetió contra la política de concesiones a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) llevada adelante por Pastrana, al advertir que la guerrilla aprovechó la zona desmilitarizada de 42.000 km2 cedida por el gobierno un año atrás para entrenar a los combatientes que el miércoles protagonizaron una ofensiva múltiple contra nueve departamentos del país. Ayer, el ministro de Defensa, Luis Ramírez, se sumó al malestar castrense al señalar que la "zona de distensión" no se puede utilizar como un burladero para salir a atacar poblaciones y luego resguardarse de la persecución que hace la fuerza pública". "A muchas personas se les olvida todo el trabajo realizado y dan expresiones coyunturales que, por supuesto, no emanan de la reflexión fría que necesitamos", contestó ayer el Alto Comisionado para la Paz del gobierno, Víctor Ricardo, desde San Vicente del Caguán, ubicada en la cuestionada zona al sur del país controlada por las FARC, donde se desarrolla el tercer encuentro por la paz entre delegados del gobierno y de la guerrilla. Un tanto más conciliador, Pastrana recriminó a las FARC responder "con muerte" a su propuesta de iniciar una tregua navideña y las acusó de "traicionar la confianza del gobierno y del pueblo". Ayer, en un acto en la Escuela de Cadetes de Bogotá, el presidente elogió el accionar militar durante la ofensiva guerrillera y aseguró que "no voy a permitir que la zona de distensión se convierta en un escenario para organizar acciones violentas contra el pueblo colombiano, las fuerzas armadas y la policía". Pero las "acciones violentas" no ocurren sólo dentro de las fronteras colombianas. El diario El Panamá América describió ayer que los combates en suelo panameño se produjeron "cuando unidades del ejército atacaron vestidos 'de paramilitares' a una columna guerrillera". "Luego se sumaron verdaderos paramilitares, que dejaron al ejército atrapado entre dos fuegos", precisó. Altos jefes militares colombianos desmintieron la incursión de sus efectivos fuera del territorio nacional, pero el ya famoso temor por el "derrame" de la guerra interna de Colombia a los países vecinos acaparó la atención en la XXIII Conferencia de Ejércitos Americanos (CEA) que finalizó ayer en La Paz. El comandante en jefe del ejército de Ecuador, el general Telmo Sandóval, aseguró que la guerrilla "tiene tendencia hacia el continente", y atribuyó a las FARC el atentado del miércoles contra un oleoducto ecuatoriano. Sin embargo, por la metodología utilizada, podría tratarse en realidad de un ataque de la segunda guerrilla de Colombia, el Ejército de Liberación Nacional (ELN), que en las últimas semanas derribó 91 torres de energía en el país. Desde hace varios años, el ELN lleva adelante una explosiva campaña contra instalaciones petroleras con el argumento de que "las multinacionales y la oligarquía hacen el gran negocio con el crudo, mientras el pueblo se muere de hambre". Justamente, ayer comenzaron a sentirse los efectos del desabastecimiento causado por los 19 días de bloqueo campesino e indígena a la Ruta Panamericana en demanda de obras sociales por 400 millones de dólares. Además de esos 30.000 campesinos, 3000 obreros impiden el paso de vehículos por otra vía que comunica Bogotá con la región caribeña, en protesta por la decisión del gobierno de cerrar la principal empresa siderúrgica del país, Acerías Paz del Río.
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