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Por Raúl Kollmann El cambio de identidad de la viuda de Pablo Escobar y su llegada a la Argentina fueron producto de un acuerdo que se realizó en 1994 entre la DEA, la agencia antinarcóticos norteamericana, el gobierno de Colombia y la mujer. Como suele ocurrir, el presidente Carlos Menem hizo público con desparpajo lo que Página/12 adelantó el miércoles: que la SIDE y el Gobierno en privado reconocen que sabían de la presencia en el país de Victoria Eugenia Henao Vallejos. Sólo que por el programa llamado Protección a las Personas la cuestión estuvo en conocimiento apenas de un funcionario de la embajada de Colombia, un par de delegados de la DEA en la Argentina que ni siquiera sabían la nueva identidad de la mujer, sino que tenían un mensaje cifrado y unos pocos hombres del gobierno argentino. Como señaló este diario, una alta fuente de la SIDE aseguró que detectaron a la mujer en 1996 en el country Las Praderas y, tras verificar que el cambio de identidad fue oficial, la dejaron tranquila. En Las Praderas era vox populi la verdadera identidad de Henao Vallejos. Un altísima fuente del gobierno colombiano le explicó ayer a Página/12 que el esquema que se siguió es el mismo que utilizan en Estados Unidos para el cambio de identidad de testigos o imputados que colaboraron con la Justicia. Piense que si cualquier persona se enteraba, como efectivamente ocurrió, que la señora era la viuda de Escobar Gaviria, quedaba expuesta a extorsiones o, lo que es peor para nosotros, podía ser tomada como rehén. Le aclaro que la señora y los hijos ya sufrieron un atentado: con una granada y disparos de fusil trataron de matarlos en el edificio de la fiscalía, aquí en Bogotá, a fines de 1993.La fuente indicó que unos meses después de ese ataque fue que se concretó el acuerdo. La viuda de Escobar aceptó en aquel momento la restitución al Estado colombiano de parte de los bienes del narcotraficante a cambio de un programa de protección para ella y sus hijos. La DEA participó de las negociaciones y dio el visto bueno para el acuerdo. Los norteamericanos son partidarios de sacar de escena a las familias de los narcotraficantes básicamente porque alrededor de un hijo o una esposa se puede reorganizar un cartel. Muchas veces hay como una tendencia entre los narcos a respetar el apellido, a reconocerle una cierta aureola al heredero, por lo cual hay interés en apartarlos. Además, las cosas pueden terminar en guerras entre bandas, asesinatos, ajustes de cuenta, extorsiones, lo que crea un clima y una imagen de fuerte inseguridad en el país, explicó a Página/12 el funcionario colombiano.¿Hubo algún acuerdo oficial para que viniera a la Argentina? insistió Página/12.Yo sólo le puedo decir que varias personas de la DEA, del gobierno colombiano y del argentino sabían que ella estaba en Buenos Aires.Aunque el viernes la SIDE notificó al juez que nunca supo de la existencia de la señora, el encargado de la investigación en esa secretaría trazó así los pasos que se siguieron en aquel entonces:u Teníamos algún dato sobre el ingreso de la mujer por Ezeiza.u Estuvimos rastreándola durante varias semanas, hasta que la encontramos en el country Las Praderas. Ahí, buena parte de la gente sabía quién era.u Verificamos con la embajada de Colombia en Buenos Aires, entonces a cargo de Víctor Ricardo (hoy negociador del gobierno con la guerrilla colombiana) que los papeles fueran oficiales y si hubo un cambio de identidad. Nos confirmaron todo.u Verificamos si había alguna causa pendiente, una orden de captura, y contestaron que no. u Entendimos que la mujer estaba aquí en el marco de un programa de protección, tenía documentos oficiales, y no la molestamos. u En verdad, el sistema con el que se trabaja tiene como ingrediente fundamental que prácticamente nadie conoce la nueva identidad de las personas protegidas, justamente porque están expuestas a que las extorsionen, las maten o las capturen para usarlas como rehenes. u En la estación local de la DEA se suele guardar un documento cerrado y cifrado que se abre únicamente cuando hay problemas. u Es obvio que las autoridades colombianas sabían que la señora estaba aquí y que cambió su identidad. Como adelantó este diario, la mujer y los hijos renovaron su pasaporte en setiembre con la nueva identidad, prueba categórica de que el cambio de nombre se hizo oficialmente.u Como es lógico, el grueso de los funcionarios diplomáticos no sabían que una de las viudas más famosas de Colombia vivía en la Argentina. u Según lo reconoció el presidente Carlos Menem, él supo -.y no sólo por la SIDE de la presencia de la señora Henao Vallejos. El primer mandatario sostuvo incluso que se le dio protección durante el último año y medio, aunque no queda claro si a través de un operativo o simplemente dejándola en la país. Tal vez lo más increíble es que toda la trama secreta saltó por los aires a raíz de una historia de amor y dinero. Los brazos de su contador, Juan Carlos Zacarías, se convirtieron para la mujer en una especie de pantano del que ahora le cuesta salir (ver aparte).La imputación por lavado de narcodólares camina por otro andarivel. A primera vista es obvio que los 2.500.000 pesos que manejó la señora en la Argentina deben venir de los restos del Cartel de Medellín, al punto que Henao Vallejos mantiene una negociación con el gobierno de Colombia para restituir algunas propiedades y bienes. De todas maneras, por la antigüedad de la ley argentina, como reconoció el juez Gabriel Cavallo, será muy difícil probarle el origen sucio de los fondos. Que el dinero haya entrado por una sociedad uruguaya no parece, sobre todo en la Argentina, un dato relevante: gran parte de los funcionarios y empresarios argentinos habitan en propiedades que están a nombre de sociedades uruguayas, sus cuentas están en Montevideo y en los grandes casos de corrupción IBM-Banco Nación, tráfico de armas, tráfico de oro siempre la plata pasó por la capital oriental. La señora no sólo estaba protegida en la Argentina, sino que aprendió rápido las costumbres del país.
Cuando los argentinos cerraron las puertas En 1993, cuando el narco Escobar Gaviriavivía, su familia quiso exiliarse aquí. Menem en persona ordenó impedir que entren. Por Susana Viau Carlos Menem dijo el jueves, en Miami, que la estancia de la viuda y los hijos de Pablo Escobar Gaviria era conocida y tolerada por el Gobierno. No había sido eso lo que aseguró públicamente años atrás, cuando la familia de Escobar anunció que viajaría al país. A principios de julio de 1993, seis meses antes de la muerte de Pablo Escobar, María Eugenia Henao Vallejos, sus hijos y su sobrino hicieron saber que tenían la intención de establecerse en Argentina para huir de la venganza de los Pepes (Perseguidos por Pablo Escobar). El Poder Ejecutivo salió rápidamente al cruce y respondió que había ordenado a la Dirección General de Migraciones que se les denegara cualquier solicitud de radicación.El vocero fue Nicolás Escobar Urquijo, hijo de Roberto Escobar, hermano del jefe del cartel y preso por esos días en una cárcel de Colombia. Lo más probable es que viajemos a la Argentina. Pero lo que pensamos es salir hacia Perú por tierra. Chile, país en el que se encontraban, había resuelto rescindir las visas del grupo de siete personas que componían los Escobar con la excusa de que no tenían otro medio de vida más que el derivado de las actividades ilícitas de Pablo y Roberto Escobar. El joven Nicolás Escobar Urquijo, de 23 años, explicitó ese 2 de julio de 1993: Vamos a salir el lunes, vamos a recorrer las carreteras y, si nos paran, les vamos a pedir a la policía que nos lleve directamente hasta la frontera y nos deje ahí hasta que los abogados nuestros se encarguen de todo lo que haga falta. La sección chilena de Amnesty International puso énfasis en desmentir que hubiera tomado cartas en el tema e intercedido por los Escobar puesto que no son refugiados políticos, ni presos de conciencia, ni están sufriendo apremios ilegítimos. El Estado chileno, como cualquier otro Estado, tiene el pleno derecho de cancelar visas de turistas. La embajada suiza en Santiago también se había encargado de aclarar que, pese a que Nicolás Escobar Urquijo había residido allí durante siete años por razones de estudio, nadie de esa familia había pedido visa. Los miembros del clan Escobar, incluidos María Victoria Henao y sus hijos Juan Pablo y Manuela (entonces de 16 y 9 años, respectivamente) habían entrado en Chile procedentes de Panamá donde, explicaron, fueron muy mal tratados.El gobierno argentino abrió el paraguas. El plan anunciado a viva voz por Nicolás Escobar Urquijo era un hierro candente. De inmediato, Carlos Menem hizo informar de manera oficial que había dado órdenes a la Dirección General de Migraciones para que, de producirse el arribo de los Escobar, no se le diera visa más que por diez días y se les denegara cualquier trámite de radicación en el territorio. Los Escobar argumentaban temer por sus vidas. La perseguidora había comenzado a funcionar. Los Pepes (Perseguidos por Pablo Escobar, financiados por el enemigo cartel de Cali) clamaban venganza y arrasaban sus propiedades, buscándolos. Pasaron seis meses exactos. El jueves 2 de diciembre, a los 44 años, Pablo Escobar Gaviria, el Don, cayó perforado por las balas del llamado Bloque de Búsqueda. Estaba desprevenido, vestido con una remera azul y un jean claro. En la fuga por los tejados de la vivienda en la que fue localizado por las fuerzas gubernamentales, perdió los zapatos. Era una casa del casco urbano de la ciudad en la que se había iniciado y lo había llevado a ocupar la jefatura del cartel más grande y peligroso: Medellín. Junto a él murieron también su guardaespaldas, Alvaro de Jesús Agudelo y Carlos Mario Henao, hermano de Victoria Eugenia, su mujer. La noticia encontró a Carlos Menem en Tokio. Desde allí, siguiendo prolijamente la línea jubilosa marcada por el gobierno americano, comentó: Es un alivio para la humanidad. Y agregó: Durante toda mi campaña política he sido partidario de la pena de muerte para los narcotraficantes, que son traficantes de la muerte. Este último jueves recordó la frase y la repitió completa. Lo que no recordó fue su palabrade que los Escobar Gaviria no serían aceptados como residentes, la drástica respuesta presidencial que permitió a los argentinos fantasear sobre el paradero de la narcofamilia: un bungalow paradisíaco en alguna de las siete islas compradas por el cartel, una mansión en un país más o menos exótico, una villa en Sicilia. Todo, menos el edificio de al lado.
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