Por Nora Veiras De jeans y camisa
sport, el economista Juan José Llach se instaló ayer en el piso 19 del Hotel
Panamericano para escuchar de boca de los propios actores qué pensaban radicales y
frepasistas de educación. Es decir, qué piensa sobre el tema el gobierno que va
integrar. Los dejo con el futuro ministro de Educación para que conversen
dijo Cecilia Felgueras y cerró la puerta. Las frepasistas Irma Parentella y Adriana
Puiggrós y los radicales Andrés Delich y Adolfo Stubrin fueron los interlocutores del
encuentro pergeñado por el vicepresidente Carlos Chacho Alvarez. La
intención era apaciguar los efectos de la onda expansiva que causó la elección del ex
viceministro de Domingo Cavallo para el gabinete de la Alianza. Antes de sumarse al
cónclave, Puiggrós rechazó la oferta para secundar a Llach en el ministerio. Fue el
segundo cachetazo en un día: por la mañana la titular de CTERA, Marta Maffei, había
rechazado el nombramiento del inminente ministro. Fue una charla amena,
sintetizó Delich. Le explicamos cómo funciona el sistema educativo, ironizó
Puiggrós. En nombre del presidente electo, Fernando de la Rúa, y de Alvarez, Felgueras
le había ofrecido minutos antes a la diputada el viceministerio de Educación y le pidió
que aportara sus equipos. Puiggrós eludió el convite porque Llach representa otra
concepción de la educación. El piensa que no se puede llegar a un acuerdo ni arreglo
inmediato con lo salarial, que hay que provincializar las universidades. Es una persona
que no conoce el sistema. Creo que tiene que armar el gabinete con gente afín y a los
sectores progresistas uno los puede llevar a un límite, pero si se pasa ese tope no es
útil para nadie, yo dejaría de ser quien soy. Sobre sus equipos dejó abierta la
puerta para que cada uno decida qué hacer.¿Se integraría al gabinete de Llach?
le preguntó Página/12 a Delich, el diputado que proviene del radicalismo
universitario y cursó en Flacso una maestría en gestión educativa.Me sorprendió
su designación, pero es buena porque se formó un gabinete de primera línea. Además es
bueno teniendo en cuenta que siempre se dice que Educación tiene ministros débiles que
no pelean la asignación de fondos. Ahora, él tiene absoluta libertad para integrar un
equipo en el que se sienta cómodo. Difícilmente yo pueda decir me integro o no.Hasta el
jueves a la noche, el hijo del actual senador cordobés Francisco Delich era el número
puesto para el ministerio y Puiggrós había aceptado ser su segunda. La diputada,
incluso, había dado el sí en caso de que el ministro fuera el cordobés Juan Carlos
Palmero, ex secretario de Culto de Alfonsín. Anoche se comentaba que Delich podría
recalar en la Secretaría de Políticas Universitarias y el ingeniero frepasista Ricardo
Ferraro, en el otro viceministerio que dejó vacante la pedagoga. El nombramiento de Llach
desestructuó a los aliancistas educativos. Durante la charla de ayer, la diputada
Parentella le pidió al economista que conversara con los gremios y todos se sorprendieron
por lo que denominaron el prejuicio antigremial del inminente ministro.
Cree que los gremios son una expresión corporativa, no los visualiza como posible
aliado. Me parece que si se sienta y conversa va a descubrir que cosas que le preocupan a
él sobre el funcionamiento del sistema también les preocupan a los gremios,
interpretó uno de los participantes del encuentro. La solución al problema de la Carpa
Blanca es una de las preocupaciones de Llach, pero el camino no parece sencillo. Está
convencido de que fue un error del gobierno menemista haber asumido como propio el reclamo
salarial docente cuando los sueldos dependen de las provincias. Plantea como alternativa
la modificación del sistema de coparticipación de forma tal que se reaseguren los
incrementos destinados a educación. Ese camino supone una compleja negociación con los
gobernadores y con los gremios y requiere de una muñeca política que no es la principal
virtud del expartenaire de Cavallo, que siempre estuvo ensimismado en la reflexión y en
la propuesta y no en el tira y afloje.Sobre la universidad, el ex viceministro de
Educación de Alfonsín y actual integrante de la Comisión Nacional de Evaluación y
Acreditación Universitaria (Coneau), Adolfo Stubrin, marcó sus diferencias con los
problemas que plantea la autonomía de las casas de estudio en la visión de Llach, pero
no se avanzó demasiado. Esperamos que recorra rápidamente la distancia que existe
entre los planteos y propuestas académicas y la política, dijo uno de los
interlocutores. Entre los amigos de Llach se mostraban, en cambio, preocupados por el
escaso margen de maniobra que tiene un Ministerio de Educación, que no administra en
forma directa el sistema y que tampoco puede meter mano en la universidad. Mañana, el
economista se reunirá formalmente con De la Rúa y los radicales esperan que el
alineamiento partidario ordene a la tropa y despeje las críticas por el desembarco del
hombre de la Fundación Mediterránea.
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