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El duelo entre Felipe y Baltasar

El ex premier Felipe González aseguró quela acusación del juez Garzón en su contrapor el caso GAL es una maniobra política.

Felipe acusó al gobierno de querer ocultar un negociado.
“Se trata de una amenaza de la derecha”, explicó anteayer.

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t.gif (862 bytes)  El ex jefe del gobierno español, el socialista Felipe González, decidió hacerle caso al dicho que reza que “la mejor defensa es un buen ataque”. Ayer, un día después de que el juez Baltasar Garzón, ex ahijado político de Felipe, pidiera al Tribunal Supremo español el procesamiento del ex mandatario por su responsabilidad en el caso GAL, González le retrucó con una denuncia contra el actual gobierno conservador de José María Aznar. La reedición de la causa judicial –de la que González salió ileso en 1996 por “falta de pruebas”– sirve para desviar la atención sobre la privatización del grupo de telecomunicaciones Telefónica, respondió el ex premier y actualmente diputado. Desde la ciudad italiana de Milán, el juez Garzón dejó a un lado su habitual bajo perfil y salió al cruce de la acusación. “Decir que un magistrado hace política es el típico comportamiento de quien quiere deslegitimar las investigaciones para lograr la impunidad -disparó Garzón en el marco de una conferencia internacional sobre “Respuestas al desafío de la corrupción”–. La obligación de un magistrado es investigar y sancionar comportamientos ilegales”. El viernes, Garzón presentó nuevas evidencias que, según su criterio, involucran al ex presidente socialista en la creación de los escuadrones del Grupo Antiterrorista de Liberación (GAL), que libró una guerra sucia contra la organización vasca ETA durante los años 80. Esos documentos podrían demostrar la responsabilidad del ex mandatario socialista en las operaciones armadas contra ETA que comenzaron en 1983 con el asesinato del etarra Ramón Oñederra y siguieron con la muerte de otros 27 en los cuatro años siguientes. El 5 de noviembre de 1996, la Sala Segunda del Tribunal Supremo decidió no citar a Felipe González como imputado en el “caso Marey”, el primer golpe del GAL al secuestrar al ciudadano francés Segundo Marey, por considerar que no había pruebas suficientes para procesarlo. Ahora, con la presentación de Garzón y a menos de cuatro meses de las elecciones legislativas en España previstas para marzo del 2000, el socialismo parece tener motivos suficientes para temer que la historia de 1996 –cuando el escándalo político precipitó el triunfo presidencial de Aznar– se repita con una nueva derrota en las urnas. El viernes, González aseguró que “siempre me he tomado en serio las amenazas de la derecha. No sé por qué se pide en este momento y para qué, o si se basa en alguna intencionalidad que no conozco. La única referencia que tengo es que se trata de una declaración política amenazante”. Pero ayer precisó el origen de esa amenaza cuando acusó al gobernante Partido Popular (PP) de haber orquestado su vuelta a los tribunales. “Hay que sumar muchos, muchos, muchos casos de corrupción en los últimos 40 años para compararlos con el pelotazo que han organizado”, aseguró. “No somos tan ingenuos como para pensar que estas cosas suceden por casualidad” salió a respaldarlo el vocero del Partido Socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, que además acusó al PP de “mirar al pasado con rencor” y de preparar una campaña electoral “bronca y sucia”.Pero “el felipismo” recibió una muestra de apoyo desde la Justicia. El fiscal jefe de la Audiencia Nacional, Eduardo Fungairiño, confirmó ayer lo que ya había adelantado el viernes: que apelará la acusación del juez Garzón. Su argumento es que el fiscal encargado del caso, Pedro Rubira, pidió el 7 de julio del año pasado que se levanten las medidas cautelares contra los imputados y que nadie más fuera procesado por considerar que no existían pruebas suficientes. Según Fungairiño, esa postura se mantiene inalterable.

 

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