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Por Pablo Rodríguez Todas las encuestas marcan un cuasi empate técnico, condimentado con un porcentaje de indecisos que no baja del 10 por ciento, entre dos candidatos que representan, simplificando mucho, la izquierda y la derecha. Con este panorama alcanza para confirmar que el ballottage del domingo próximo entre Tabaré Vázquez, candidato de Encuentro ProgresistaFrente Amplio, y Jorge Batlle, del Partido Colorado, será una de las elecciones más emocionantes de los últimos años en América latina. Claro que la simplificación puede ser excesiva: si la campaña para la primera vuelta del 31 de octubre tuvo bastante condimento ideológico, ahora la lucha por asegurarse el voto del centro es el dato más notable. La campaña colorada sigue insistiendo en la idea de que con la izquierda viene el caos y la campaña frenteamplista continúa retrucando que agitar fantasmas es signo de que no hay ideas. Pero si hay que luchar voto a voto, piensan ambos candidatos, es mejor hacer de la prudencia un culto. El 1º de noviembre, el Frente Amplio y el Encuentro Progresista cambiaron la historia política uruguaya. Tabaré Vázquez ganó con casi el 40 por ciento de los votos y creó así una tercera etapa en el Uruguay del siglo XX, luego de 70 años de bipartidismo entre el Partido Colorado y el Nacional y después de 28 años de un Uruguay de tercios. Pero delante del hecho resonante aparecía el ballottage: la coalición de izquierda y el Partido Colorado (31 por ciento de los votos) debían salir a buscar el 21,5 por ciento de los votos nacionalistas o blancos. Aparecieron entonces la prudencia y la unidad nacional. Ese 1º de noviembre, ambos reemplazaron sus colores partidarios por la bandera nacional uruguaya.De la misma manera en que la izquierda fue consiguiendo, como una lenta destilación, votos blancos y colorados, ahora tendrá que seguir limando hasta el 28 de noviembre, decía entonces a Página/12 Jorge Lanzaro, director y cofundador del Instituto de Ciencia Política de la Universidad de la República. Los colorados no destilaron ni limaron, sino que cortaron tajadas. Tal como se preveía, el candidato blanco Luis Alberto Lacalle, con el apoyo del directorio del Partido Nacional, cerró trato con su actual aliado de gobierno para cederle los votos a cambio de algunos pequeños cambios programáticos. Y tal como no se preveía, el líder blanco rebelde Juan Andrés Ramírez que se negó a apoyar a Lacalle en la primera vuelta también anunció que votará a Batlle, aunque criticó que no se haya dejado a los votantes blancos en libertad de acción.Muchos piensan que, de todas maneras, esta libertad existe: el porcentaje de indecisos es alto, los blancos tienen fama de desacatados y es muy duro para ellos, enfrentados a muerte con los colorados desde la guerra civil del siglo pasado, votar no sólo por un colorado sino por uno llamado Batlle, apellido de dos grandes líderes colorados. Como para confirmar la extraña aleación blanca-frenteamplista, en las elecciones del 31 de octubre, una fuerza casi exclusivamente montevideana como el Frente Amplio se impuso en tres departamentos del interior (Canelones, Maldonado y Paysandú). Y el interior siempre fue la gran base política de los blancos.Para las encuestas, sin embargo, la incógnita blanca comienza a despejarse. De acuerdo con los dos últimos sondeos de las consultoras Interconsult y Factum, Batlle está alcanzando a Vázquez. La semana pasada decíamos que si Batlle pretendía ganar debería ganar cuatro puntos por cada uno que obtuviera Vázquez, lo cual se verifica en esta segunda semana, interpretó el director de Interconsult, Juan Carlos Doyenart. Oscar Botinelli, titular de Factum, señaló que en sus sondeos el porcentaje de indecisos bajó casi en la misma proporción en que subió Batlle. Y ese porcentaje, opinó, representa a los votos blancos.Dentro de la prudencia actual y abandonada ya por ineficaz la estrategia del fantasma marxista detrás de Vázquez, la campaña colorada asumió una postura agresiva centrada en dos otros dos espectros: el del impuesto a la renta que piensa crear el Frente Amplio si es gobierno, quetendrá que pagar uno de cada tres jubilados según un spot televisivo colorado, y el de la ingobernabilidad, ya que la alianza blanqui-colorada en el Congreso le haría la vida imposible a la izquierda en el poder. El senador colorado Alejandro Atchugarry, lugarteniente de Batlle, reconoció que es errónea la afirmación sobre el impuesto a la renta, pero quizás, en un país viejo como el Uruguay (ver nota aparte) el daño ya esté hecho. El Frente Amplio contragolpeó. Sus asesores económicos explicaron su reforma impositiva y Vázquez dijo que el Frente Amplio obtuvo el 31 de octubre dos quintos de ambas cámaras en el Congreso; y dos quintos es la mayoría especial que la Constitución uruguaya establece para la aprobación de leyes especiales. Además, dijeron otros voceros de la coalición, considerar ingobernable a un país por el hecho de que su mayoría parlamentaria sea opositora no es rendirle honor a las reglas de juego democráticas. Vázquez aceptó un debate televisivo para explicarse mejor y los asesores de Batlle respondieron que a lo mejor su agenda estaba muy cargada. Las negociaciones para esta confrontación terminaron en la nada.Y ahora queda una sola semana para hacer decidir a los indecisos. Probablemente, no lo harán (o no lo harán público) hasta el mismo momento de la votación. Y después, las bocas de urna serán esperados con tantas ansias como desconfianza. El margen del que gane (si es que no hay un empate técnico) será tan exiguo que las caras de alegría y tristeza recién se verán después del último voto escrutado.
DE LA DICTADURA MILITAR A LA CASI VICTORIA DEL
PROGRESISMO El País De Madrid El Uruguay es un país de viejos como lo prueba el hecho de que, con 3.200.000 habitantes, había 2.402.160 habilitados para votar en las elecciones del pasado domingo, de los cuales ejercieron ese derecho que, además, era obligatorio, 2.218.035, ni más ni menos que el 92,3 por ciento, lo que supone un caso insólito a nivel mundial. Que de esas cifras, un 40 por ciento haya otorgado su voto a la coalición de izquierdas Encuentro Progresista-Frente Amplio, en la primera vuelta, superando holgadamente a los respectivos candidatos de los dos partidos tradicionales, Colorado y Nacional o Blanco, acrecienta la perplejidad de cualquier analista político del comportamiento del pequeño país sudamericano. Que siendo demográficamente viejo, opta por el cambio, cuyo futuro es más que una certidumbre una esperanza y da la espalda a un pasado que había marcado la vida política del pais. La coalición triunfante, creada en 1971, en plena crisis política y económica del país, estuvo integrada por los partidos Socialista, Comunista, un importante sector de izquierda llamado independiente porque no pertenecía a ninguno de los anteriores, sectores desprendidos de los dos partidos tradicionales, la Democracia Cristiana, grupos de izquierda radical, y algunos militares procedentes de los partidos Colorado y Blanco. El movimiento guerrillero Movimiento de Liberación Nacional(Tupamaros) en plena actividad en esos años, no integró la coalición, pero anunció una tregua para que las elecciones de noviembre de ese año pudieran realizarse con normalidad y creó un movimiento político como brazo político. Ni entonces ni ahora, el componente comunista de la coalición sobre el que se pone el acento en las informaciones pasaba de ser una fuerza bastante minoritaria. Tampoco el programa del Frente Amplio era radical ni socialista como no lo es tampoco ahora. Entonces buscaba sobre todo defender las instituciones democráticas amenazadas. Ahora, plantea un plan de emergencia gradual, con dos prioridades urgentes, la lucha contra la pobreza y la corrupción. La dictadura militar, en su estrategia de terror, se planteó primero el aplastamiento militar de la guerrilla, lo que logró en pocos meses, para proseguir luego con todas aquellas organizaciones y personas sospechosas de ser o de haber sido izquierdistas lo que era sinónimo de subversión, sindicalistas, intelectuales, estudiantes. La lucha antisubversiva se realizó con todos los ingredientes de la guerra sucia. Cárcel, muerte, desapariciones y exilio fueron el trágico saldo. Los desaparecidos son una herida que sigue sin cicatrizar, porque los presidentes que sucedieron a los militares no han tenido voluntad política de plantear el tema. Los militares, que tras su retiro han seguido proyectando su sombra sobre el sillón presidencial, han desacatado en más de una oportunidad el mandato constitucional que los subordina el presidente de la República, cada vez que se ha intentado investigar la suerte de los desaparecidos. Las grandes esperanzas que el retorno de la democracia despertó en el pueblo uruguayo resultaron defraudadas por los sucesivos presidentes, ante la insensibilidad frente la creciente pobreza y marginación y especialmente por la corrupción. El deterioro de los partidos tradicionales, que ya venía de antes, se profundizó. Mientras la coalición de izquierdas ganaba apoyo y credibilidad. Colorados y blancos se unieron para enfrentar el peligro marxista en la segunda vuelta. Pero en ese país de paradojas donde los viejos votan como jóvenes y los ex guerrilleros hablan un lenguaje de concordia y moderación, mientras los políticos modernos resucitan fantasmas del pasado para asustar a los electores, cualquier cosa pueda pasar. Incluso de que los últimos sean esta vez los primeros.
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