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Por Washington Uranga Desde Roma A la hora de las despedidas, y de dejar bien sentadas las amistades que puedan servirle una vez que abandone el poder, Carlos Menem tuvo sumo cuidado de incluir Roma --y en especial el Vaticano-- en su agenda. Para ello le vino de perillas la canonización de Héctor Valdivielso, que vivió la mayor parte de su vida en España y allí fue donde se produjo su muerte, a pesar de lo cual resultó ser el primer santo argentino. Para el Presidente, como para su embajador Esteban Caselli, poco importan los debates sobre este punto. Lo realmente relevante para ellos es que la Argentina tiene su primer santo y eso ha ocurrido durante la gestión de ambos. Tampoco interesa si el Gobierno tiene o no los méritos que, en voz baja y extraoficialmente, para no aumentar las polémicas, se atribuye en la canonización de San Héctor. En la embajada argentina ante la Santa Sede ya se ha instalado un busto del nuevo santo con una leyenda en la que, apenas con menor relevancia que el nombre de Héctor Valdivielso, puede leerse "canonizado durante la presidencia de Carlos Saúl Menem y siendo embajador ante la Santa Sede el señor Esteban Caselli". Ayer, Menem comenzó su "día Vaticano" asistiendo a la ceremonia de canonización del hermano lasallano Héctor Valdivielso Sáez y otros once santos proclamados por Juan Pablo II en la Basílica de San Pedro. Allí estaba junto con su hija Zulema y el más numeroso séquito de cuantas delegaciones oficiales llegaron hasta aquí, y que incluye varios ministros de Estado, secretarios, subsecretarios, jefes militares y amigos. A pesar de que estaba ubicado en primera fila -lugar propio de un jefe de Estado--, las cámaras de la televisión vaticana apenas repararon en él un par de veces durante las casi tres horas de la ceremonia. Un detalle importante si se toma en cuenta que era el único jefe de Estado presente y que las mismas cámaras se detuvieron un sinnúmero de oportunidades en el vicejefe de Gobierno y ministro de Economía de España, Rodrigo Rato, delegado de ese país para la misma ceremonia. Acompañando a Menem en su incursión vaticana no estuvieron sólo los funcionarios y colaboradores. Hasta aquí llegaron, también con el argumento de participar de la canonización, varios de los obispos que han sido leales amigos del Presidente durante toda su gestión. No estuvieron todos, pero se vio a Ruben Di Monte, Desiderio Collino y Jorge Menvielle luciendo sus atuendos episcopales en sede romana. Todos ellos no sólo cultivan una relación cercana con el Presidente sino también con Caselli. También vino el presidente de la Conferencia Episcopal, Estanislao Karlic, pero --fiel a su perfil-- se mantuvo dentro de la más estricta lógica eclesiástica, lejano de todo aquello que pueda parecerse a una relación política. Por la noche, Menem brindó una recepción con el propósito de terminar de consolidar sus lazos con el Vaticano. En esa ocasión, y saliéndose del texto del discurso que había preparado, el Presidente reafirmó su compromiso "de seguir luchando en la Argentina por la familia y por la vida", un mensaje cálido a los oídos de la curia romana que ha tenido en él a un aliado incondicional para defender en los foros internacionales su posición en contra del aborto, el control de la natalidad y otros temas afines. En eso el Vaticano reconoce que muchas veces ha estado en soledad y que ha encontrado siempre en el Gobierno argentino la tabla salvadora que le evitó más de un naufragio diplomático. En la fiesta nocturna, en la que se entreveraban sotanas y solideos con elegantes damas, políticos, periodistas y miembros del cuerpo diplomático, Carlos Menem condecoró con la Orden del Libertador General San Martín al cardenal Jozef Tomko, prefecto de la Congregación para la Canonización de los Pueblos, y al arzobispo José Saraiva Martins, prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, el organismo vaticano responsable de que Héctor Valdivielso Sáez haya llegado a los altares y que su causa se haya acelerado para que la Argentina tenga su primer santo antes del fin del milenio y antes de que Menem abandone el poder. Utilizando terminología eclesiástica, el Presidente caracterizó su viaje a Roma como "peregrinación" y Tomko no se quedó atrás al bendecir con elogios y agradecimientos al Gobierno argentino, a Menem y a Caselli por "su defensa de la vida, de la familia y de la paz". Todo transcurrió en un ambiente muy cordial, como suele ocurrir entre amigos. Hoy, el Presidente se verá en audiencia privada con el papa Juan Pablo II y después almorzará con el cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado y número dos de la Santa Sede, el que ha sido hombre clave para las relaciones entre el Vaticano y su Gobierno. En Roma, muchos dicen que Sodano extrañará de aquí en más que su amigo Menem ya no esté en el poder. CENTENARES DE ARGENTINOS CELEBRARON EN LA
BASILICA DE SAN PEDRO
Por W. U. Héctor Valdivielso Sáez, de la Congregación de los Hermanos de las Escuelas Cristianas (La Salle), fue ejecutado en 1934 (en Turón, España) junto a un grupo de compañeros de su comunidad cuando apenas tenía 24 años. Una de las revueltas populares previas a la revolución española sirvió de marco propicio para el hecho. Su "delito" se limitó a su condición de educador católico, puesto que no se le conoce otro tipo de actividades de las que hacerlo responsable y que pudieran justificar en ningún caso su muerte. "No son héroes de una guerra humana en la que no participaron -dijo ayer el Papa en su homilía refiriéndose a los mártires de Turón--, sino que fueron educadores de la juventud". La canonización se produjo al considerarse como un milagro la curación de una joven que padecía cáncer de útero, en la ciudad de Managua. La mujer se recuperó tras los rezos de su esposo, quien invocó a los mártires de Turón. La canonización de Héctor Valdivielso Sáez ha acarreado no pocos debates en el Vaticano. Una fuente diplomática acreditada ante la Santa Sede confió a Página/12 que el episodio estuvo a punto de generar un entredicho entre los gobiernos de España y Argentina por la forma en que se manejaron las negociaciones. De hecho, fue la Iglesia española la que impulsó el proceso de canonización de los mártires de Turón y los mismos españoles se vieron sorprendidos por la "argentinización" del caso una vez que se puso en evidencia la nacionalidad de nacimiento de quien hoy fue proclamado el primer y único San Héctor del santoral católico.
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