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Por Laura Termine Desde Roma "Cuando yo indulté a los militares, lo hablé con el Santo Padre y los jerarcas de la Iglesia. Al Papa le pareció que era una medida que tendía a la pacificación de la Argentina", dijo, como al pasar, el presidente Carlos Menem en Roma, mencionando por primera vez a la luz el apoyo que le habría dado la máxima autoridad eclesiástica en su decisión de anular las condenas a los acusados de graves violaciones a los derechos humanos perpetradas durante la última dictadura militar. El jefe de Estado argentino, que en la mañana de ayer tuvo su sexta audiencia privada con Juan Pablo II, dejó bien clara en todos los atentos oídos de la curia romana su entera disposición a seguir defendiendo la política antiabortista que pregona el Vaticano en los foros internacionales cuando deje su hábito de primer mandatario. Y, de paso, mandó un mensaje a su sucesor, Fernando de la Rúa: "Quiera Dios que quienes me sucedan en el gobierno puedan continuar en la senda que hemos trazado", les dijo a los obispos que participaron del almuerzo de despedida en un barroco salón del Palacio Patrizi, el edificio que alberga la sede diplomática argentina ante el Vaticano. La frase no fue elegida al azar. Menem es consciente de la preocupación que genera en la curia saber si la Alianza mantendrá intacto el alineamiento con las políticas de defensa de la vida desde la concepción y de protección de la familia que esgrime la Santa Sede, y que él cultivó con esmero durante sus diez años de gestión. Además pretende convertirse en un referente laico a favor de esos valores en los foros internacionales. "Les dije al Santo Padre y a los miembros de la Iglesia sobre mi entera disposición para trabajar por la familia, la paz y en contra del aborto a nivel internacional", explicó Menem. Y agregó que, durante los 20 minutos que se entrevistó a solas con el Papa en su biblioteca, Juan Pablo II le agradeció emocionado el acompañamiento de la Argentina a las políticas del Vaticano. "Creo que soy el presidente que más veces se entrevistó con el Santo Padre en toda la historia", dijo, exultante, al recordar que lo vio seis veces desde 1989. Desde la Sala de Prensa de la Santa Sede, como es habitual, lo único que se hizo conocer fue un cortísimo y parco comunicado que informaba de la audiencia entre el Presidente argentino y Su Santidad. Al final del encuentro, se acercaron a saludar su hija Zulemita, el embajador Esteban Caselli, Alberto Kohan y el ministro de Defensa, Jorge Domínguez. Y Menem dejó en manos del Papa el libro Hielos de la paz, una cuidada edición chilena ilustrada con fotos tomadas en la zona de los Hielos Continentales. Antes de dejar el Vaticano, a escasos cien metros del despacho de Su Santidad, el Presidente mantuvo otra reunión con el cardenal Angel Sodano, secretario de Estado en el gobierno de la curia, quien dos horas más tarde --retrasado por el caótico tránsito romano-- se acercó al Palacio Patrizi para inaugurar un busto del primer santo argentino, Héctor Valdivielso Sáez, e insistir sobre la importancia de que la Argentina siga en esta línea de cooperación con la Santa Sede. Ni en la ceremonia que dejó descubierta la imagen del primer San Héctor de la liturgia ni en el almuerzo que siguió a puertas cerradas estuvo presente el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, Estanislao Karlic, quien en cambio había asistido el domingo por la mañana a la canonización del hermano lasallano Valdivielso Sáez y de los otros siete mártires de Turon, adonde fue invitado por la curia. La ausencia de Karlic --tampoco participó en el agasajo que realizó Menem en la gigantesca Villa Miani el domingo por la noche, al que asistieron más de 200 personas entre funcionarios y hombres de la Iglesia-- estuvo compensada con la presencia de algunos obispos argentinos, como Ruben Di Monte, Desiderio Collino y Jorge Menvielle, más cercanos al Presidente a lo largo de su gestión. Otro que no pudo sentarse a la mesa fue el bombista oficial Tula, quien, después de hacer mil intentos, decidió aprovechar el tiempo y sacarse fotos en los monumentos turísticos de Roma. Menem fue nuevamente invitado a participar de la Comisión en Defensa del Derecho a la Vida desde la concepción, que con el placet del Vaticano pretende difundir la voz de la Iglesia en las reuniones internacionales donde se discuten temas de familia. La Comisión --que reuniría a varios ex mandatarios latinoamericanos católicos, como Belisario Betancourt y Violeta Chamorro-- está siendo organizada por el cardenal colombiano Alfonso López Trujillo y, según informó Caselli el viernes pasado, podría estar funcionando a partir del año próximo. Aunque Menem expresó ayer en la rueda de prensa que brindó en el Hotel Excelsior que la Comisión no tiene fecha para iniciar su trabajo ni su staff está completo, no disimula su agrado al escuchar que el ofrecimiento que le había hecho Trujillo meses atrás se mantenía, sobre todo después de que este diario publicara las declaraciones de su ex esposa Zulema Yoma, contando que se había realizado un aborto mientras estaba casada con el Presidente. Por la tarde, el Presidente le dio una satisfacción al embajador argentino en Italia, Félix Borgonovo, definiendo a último momento su brevísima asistencia a la sede diplomática para inaugurar dos placas colocadas al lado de la puerta de calle. Una de ellas en homenaje a Eva Perón, quien en 1947 durmió en uno de los salones del edificio. La otra recuerda que Juan Domingo Perón se alojó en un hotel frente a la embajada en el año 1939, cuando regresaba de Val D'Aosta, la región donde el general realizó un curso de formación militar. Borgonovo estaba exultante y le mostró a toda la comitiva la sala del tercer piso donde durmió Evita, en la cual aún se mantienen los muebles usados por la esposa de Perón. No se lo veía nada preocupado después de que en Buenos Aires se difundiera su exótico pedido a la Cancillería de 10 kilos de zapallos, ancos coreanos y calabaza, para rellenar los tortellini en su agasajo de despedida. Según explicaron en la embajada, el presidente de las pymes italianas desafió al embajador a demostrarle que las materias primas argentinas eran mejores que las italianas y Borgonovo aceptó el desafío pidiendo que las verduras fueran transportadas en el Tango 01, junto con el presidente Menem. Antes de abandonar Roma, el Presidente saludó a su par italiano, Carlo Ciampi, y partió para el aeropuerto militar de Ciampino, última escala internacional con el traje de jefe de Estado, y tomó el Tango 01 para volver a Buenos Aires.
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