Por Martín Pérez
Desde Mar del Plata
Catherine
Deneuve hizo la pregunta del millón. O, más bien, de los seiscientos cincuenta mil, que
es la cifra del premio en efectivo que supuestamente se otorga al director y el productor
del mejor film del Festival de Mar del Plata, para que realicen una coproducción con la
Argentina. Ayer por la tarde, en medio de una rutinaria y aparentemente previsible
conferencia de prensa realizada por el jurado de la muestra, la actriz francesa, que
preside el cuerpo, preguntó públicamente por qué este premio nunca se ha hecho
efectivo: ni Pilar Miró (ganadora en 1996 con El perro del hortelano) ni Sally Potter
(con La lección de tango), ni el iraní Mahmoud Kalari (con La nube y el sol naciente)
llegaron --por distintas razones-- a concretar la correspondiente coproducción y, por lo
tanto, a hacer uso del dinero. Por eso fue que, luego de que Kalari (integrante este año
del jurado) respondió precisamente a una pregunta sobre el estado de su bien ganada, pero
demorada coproducción, Deneuve interrogó a los periodistas presentes en la conferencia
de prensa: "¿Qué se hace con el dinero que no se usa?". Y a continuación
ironizó, despertando algunos aplausos: "Si nunca se ha pagado hasta ahora, entonces
ahora debe haber mucho dinero ahorrado". Hasta la pregunta
de Catherine, la conferencia se desarrollaba por los carriles más apacibles. Incluso se
había retrasado sin aviso, porque nadie previó que la película que estaba presenciando
el jurado en el Auditorium duraba un poco más que lo habitual. Y nadie se quejó. Una vez
iniciada, las pocas novedades eran que el realizador Zhang Yuan sufría la incomunicación
de tener que ser traducido del chino al inglés y del inglés al castellano, Deneuve se
enojaba con su distraído traductor y debía ser asistida por Geraldine Chaplin, Sonia
Braga hablaba con Leonardo Favio, sentado a su lado, mientras se escuchaban respuestas de
compromiso. Todos aseguraban ver los films como espectadores antes que jurados, estaban
felices de estar en Mar del Plata y esas cosas. Pero después de que la diva francesa
levantó la voz, preguntando sobre un tema --el dinero-- del que el Instituto de Cine y
Artes Audiovisuales dirigido por Julio Mahárbiz siempre que pudo evitó dar precisiones,
las cosas ya no fueron las mismas. Acto seguido, el mexicano Gabriel Retes subrayó el
absurdo de que el otrora tan cacareado premio en efectivo de Mar del Plata se entregue
tanto al director como al productor y abogó porque se entregue sólo al primero.
"Porque, por lo general, los directores se suelen pelear con sus productores",
bromeó. Fue entonces cuando tomó la palabra el italiano Felice Laudadio (ex director de
la Mostra de Venecia), que hizo pública una decisión que los integrantes del jurado
habían tomado en privado. Dijo Laudadio, dando precisiones de la rebelión: "No
vamos a dar el premio si no se sabe, por lo menos dos días antes de que finalice el
festival, que el dinero le va a corresponder solamente al director ganador". Y a
continuación, Retes agregó: "Acá no hay ni un solo compromiso externo. Sólo la
responsabilidad de premiar a nuestros colegas, y de entregar galardones de los que no
estemos apenados dentro de diez años".
La aclaración de Retes viene al caso particularmente en Mar del Plata,
un festival cuyos premios siempre han sido muy discutidos, sin que tuvieran que pasar diez
años para ponerse colorados. Mucho se habló en su momento de que el premio ganado en
1996 por Pilar Miró con El perro del hortelano se debió, principalmente, a que con
España era mucho más factible llegar a una coproducción que con China, por ejemplo. Sin
embargo, Catherine Deneuve creyó oportuno aclarar, ante una pregunta de Página/12,
que el jurado no había recibido ninguna presión por parte de nadie. "Nuestro pedido
de precisiones obedece al deseo de mover un poco las cosas y obtener resultados
concretos", agregó la gran actriz francesa. A tal punto el tema fue excluyente, que
antes de finalizar la conferencia Leonardo Favio creyó oportuno aclarar que él no estaba
al tanto del tema. "Es algo de lo que se habló mientras yo estaba haciendo acto de
presencia en la exhibición de una de las películas argentinas en competición, y por lo
tanto me estoy enterando ahora", dijo el director, que como integrante del jurado
apenas si se ha hecho presente en el Auditorium para ver a las postulantes locales.
Luego de la conferencia, Kalari confirmó a Página/12 que la decisión del
jurado en su conjunto tenía mucho que ver con su experiencia personal. "Cuando yo
gané el premio el año pasado me ilusioné mucho, y dejé todo de lado para concretar la
coproducción", explicó el director iraní, que hace cuatro meses envió su guión
(coescrito con Abbas Kiarostami) y especificaciones de producción al Instituto de Cine
local, sin recibir aún ninguna respuesta. "Yo me apuré para cumplir con los plazos
que estipula el premio, que exige que la coproducción se lleve a cabo antes de que pase
un año", aclara Kalari, que espera la inminente llegada de su productor iraní a Mar
del Plata para poder destrabar las cosas. "Me han dicho que debo esperar hasta
marzo", dice, y precisa que el productor local del emprendimiento sería Nicolás
Sarquís. En referencia a la declaración del jurado, Kalari aclara que aún no está
firme ni tiene forma de comunicado oficial. "Si no hay dinero, no hay ningún
problema", explica. "Después de todo, hay muchos festivales en todo el mundo
que no dan premios en efectivo. Pero lo importante es no despertar falsas
expectativas".
Favio ama a Mahárbiz
El realizador Leonardo Favio concretó una
encendida defensa del director del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales
(Incaa), Julio Mahárbiz, por haber sido "el hombre que revivió al Festival de Cine
de Mar del Plata", al que calificó como "uno de los más importantes del
mundo". El director de clásicos como Juan Moreira, El romance del Aniceto y la
Francisca y El dependiente afirmó que "en esta última etapa hubo un gran
administrador, un gran organizador llamado Julio Mahárbiz. Creo que lo que hizo lo hizo
muy bien y gracias a él hemos tomado un gran protagonismo en el mundo, y se hicieron
películas muy importantes". En su habitación de hotel en Mar del Plata, Favio
opinó: "El festival es muy importante, mal que les pese a todos los detractores.
Primero porque uno se contacta y conoce a productores, directores y actores, y se da
cuenta de que son seres humanos con las mismas angustias y temores que nosotros. Este es
uno de los festivales más importantes del mundo. Acá nadie le da bola porque es
argentino y dicen 'Qué va a ser bueno si es argentino'. Acá dan de premio 650 mil
dólares que hay que reinvertir en una producción, cosa que no ocurre en casi ningún
lugar del mundo". Lanzado en velocidad, el director expresó que "Dios quiera
que lo cuiden y lo mantengan. Me parece una estupenda idea que se lo hayan dado a manos
privadas, porque se van a esmerar, se van a preocupar y se van a llevar su dinero, pero
nosotros seguiremos teniendo nuestro festival". |
LA SALA ENRIQUE CARRERAS NO HACE HONOR A SU NOMBRE
Medianoches de sexo y terror
Por M.P.
Desde Mar del Plata
El año pasado se llamaba
Odeón, y el afiche del film Ojos de serpiente que adornaba su frente dejaba en claro que
la diminuta sala de la calle Entre Ríos le daba la espalda al Festival. Pero no con la
soberbia de las megasalas sino con la resignación de quien no puede entrar al juego que
juegan todos. Claro que este año han cambiado las cosas. En la indigencia presupuestaria
actual del otrora majestuoso Festival Mahárbiz, el Odeón ha cambiado de nombre. Ahora se
llama Enrique Carreras, y durante el día se dedica a exhibir las películas del
"Panorama del Cine Argentino". Pero es a la medianoche cuando la sala --tan
pequeña, asfixiante e incómoda que parece un subsuelo, aunque no lo es-- se transforma
en la joya freak del Festival. Allí es donde se da cita el raleado público joven de una
Mar del Plata, esta vez sin sus becados estudiantes de cine, para aplaudir y reírse con
ganas con los films del ciclo "Criaturas en la noche".
En un Festival cada vez menos entusiasta, el Enrique Carreras regaló
en estos últimos dos días todo el espíritu festivo que pueden dar
los desmembramientos gore, las feroces ironías sociales y los pechos al aire de los films
clase B (o C, o Z) del norteamericano Lloyd Kaufman. Sus clásicos cult El vengador
tóxico --exhibido el domingo-- y Tromeo y Julieta --anoche-- son pequeñas joyas de un
cine freak que en años más animados hubiera dejado gente afuera de la sala, pero que en
la anemia actual apenas si alcanzó para llenar el cine y comenzar a recorrer el devenir
de los policías corruptos, jóvenes viciosos y las cabezas reventadas de Kaufman. Hubo,
incluso, gente que abandonó la sala antes del final, recibiendo las excusas resignadas de
los responsables del cine: "Este no es nuestro estilo", aclaraban en la
boletería. Sin embargo, al menos durante lo que queda de la semana, las trasnoches del
Enrique Carreras le darán sexo y truculencias a quienes busquen eso.
Esta noche, por ejemplo, es el turno de la prometedora ¿Puedo ser tu
chorizo alemán?, del realizador gay Rosa Von Praunheim, "la niña terrible del cine
alemán" (según el catálogo oficial). Mañana será el día de Conozca a los
Feebles, el bizarro film con muñecos que el neocelandés Peter Jackson --que actualmente
está rodando en su país la megaproducción El señor de los anillos-- filmó entre su
supergore debut Bad Taste y el consagratorio Dead Alive. Para el resto de la semana, queda
la repetición de los films de Kaufman, así como la segunda oportunidad de ver La pick-up
de Palmer, el film de Christopher Coppola, hermano de Nicholas Cage y --por supuesto--
integrante del clan de Francis Ford.
UNA GRAN VERSION DE "EL TIEMPO
RECOBRADO"
Proust según Ruiz
Por M.P.
Desde Mar del Plata
A la competencia oficial
le cuesta levantar cabeza, y comienzan a generarse los habituales boca a boca de
películas hasta aquí ignotas descubiertas en las secciones paralelas. Sin embargo, el
estreno, fuera de competencia, de El tiempo recobrado no defraudó. Es más: tal como
vienen las cosas, el ambicioso intento del chileno Raúl Ruiz de adaptar al cine la
extensa obra maestra de Marcel Proust, En busca del tiempo perdido, seguramente será
señalado como una de los puntos altos del festival. Aparecida en Mar del Plata casi de la
nada, ya que fue incluida en el ciclo Detrás de cámara sin figurar en el catálogo
oficial (su inclusión a último momento se debe, aparentemente, a que ha sido comprada
por un distribuidor local), el film de Ruiz intenta por todos los medios estar a la altura
del material adaptado, sin caer en los manierismos del qualité ni resignar vuelo onírico
alguno. Estrenada este año en Cannes, El tiempo... es una película difícil y
majestuosa, que se centra en el evocador último volumen de los siete que integran la
monumental obra de Proust, intentando así realizar la hazaña de poder contar a través
de él la historia de toda la saga.
Asistido por un elenco envidiable --en el que brillan John Malkovich,
Catherine Deneuve, Emmanuelle Beart y Vincent Perez, entre otros--, Ruiz no hace ninguna
concesión durante los 160 minutos de un film denso y agotador, que disparó dos éxodos
de público en su exhibición en el Auditorium. El primero fue protagonizado, antes de la
media hora, por quienes se dieron cuenta de que, a pesar de los trajes, no era un mero
film de época. El segundo llegó a las dos horas, cuando la buena voluntad fue vencida
por la duración de la ambición de Ruiz. Pero a no confundir: pese a su densidad, El
tiempo recobrado es una proeza, una adaptación que se ha negado valientemente a
canibalizar la obra que la ha inspirado.
"Acepté participar del film tanto a causa de Ruiz como de Proust, pero es verdad
que Proust es algo muy importante en Francia", aclaró Deneuve a Página/12.
"Lo más curioso es que cuando tenía 17 años ya me habían propuesto trabajar en
una adaptación de En busca del tiempo perdido que nunca se llegó a realizar, pero en el
papel de Albertine. Con el paso de los años, me volvieron a ofrecer un papel, en este
caso como Odette. Finalmente la he filmado, pero haciendo de la madura Odette del último
volumen de la novela", explicó Deneuve, dando precisiones sobre su propio tiempo
perdido.
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