Carlos
Chacho Alvarez realizó ayer un fuerte respaldo a la designación del
economista Juan Llach como ministro de Educación. Hay que reconocerlo así.
Queríamos poner una figura de mucha envergadura, de alto consenso en la sociedad. Y no ha
habido en las filas propias, sorprendió en desmedro de los aliancistas Adriana
Puiggrós, Juan Carlos Tedesco, Mario Giannoni, José Gabriel Dumón, quienes aparecían
con chances de ocupar esa cartera. Luego el vicepresidente electo adoptó un tono
conciliador, que pretendió calmar los ánimos no sólo de los aspirantes al cargo sino de
la Federación de la Educación de la República Argentina (CTERA), que no deja de mostrar
su disgusto por el nombramiento del ex funcionario del equipo de Domingo Cavallo y que
convocará para hoy a una huelga general en reclamo al pago de la segunda cuota semestral
del Fondo de Incentivo Docente.Sé que hay algunas resistencias en el gremio
docente. Pero van a ver que la de Llach es una muy buena designación, que va a abrir un
debate sobre la innovación en materia educativa, arriesgó. Además, no es
sólo el financiamiento. La educación está paralizada en el tema de la discusión
salarial y estamos olvidándonos de la calidad, del perfeccionamiento
docente.Alvarez cerró filas así con Graciela Fernández Meijide. La futura
ministra de Acción Social fue una de las primeras figuras preponderantes de la Alianza en
apoyar el nombramiento de Llach. Contrariamente, el diputado y maestro Alfredo Bravo
pretendió mantener una discusión epistolar con Fernando de la Rúa para que desista de
la idea de esa designación. El presidente electo nunca le contestó.No obstante, Alvarez
tomó la posta. Va a haber un diálogo. Algunos dirigentes de la Alianza tienen todo
el derecho a plantear sus prevenciones o sus cuestionamientos, porque esto es una fuerza
que puede soportar un debate en estos términos.Uno de los más duros
cuestionamientos surgió ayer del secretario adjunto de CTERA, Hugo Yasky, quien aseguró
por radio que Llach impulsará el arancelamiento educativo, tal cual
promueve en los dos libros que escribió el cavallista.El propio economista,
también consultado por Radio Del Plata, intentó aclarar que no llegará con una postura
privatista. Yo no tengo una concepción en absoluto de un Estado nacional que se
lave las manos. Al contrario, yo lo veo en un papel activo, de liderazgo, de construcción
de consensos, de búsqueda de financiamiento, de mejoras.¿Pero usted no se
siente corresponsable de toda esta situación de exclusión que se vive hoy? Sí, la
verdad que sí. Yo creo que las reformas económicas eran imprescindibles y que la
Argentina no podía seguir sin esas reformas. Pero hubo efectos no queridos y no previstos
en esta magnitud, de ninguna manera, de costos sociales. Y para uno eso es un enorme cargo
de conciencia.
PARENTELLA ESPERABA OTRO NOMBRE EN EDUCACION
Pero es pronto para castigarlo
Por Santiago Rodríguez
La
cuestión es el cómo. En el qué, en que haya Educación para todos, como
propone Juan Llach desde el título mismo del libro que presentará hoy, nadie está en
desacuerdo. Pero en el cómo es donde los caminos se bifurcan porque es ahí donde los
maestros de la Federación de Trabajadores de la Educación (CTERA) y los especialistas
del Frepaso en esa área dudan del economista que Fernando de la Rúa decidió poner al
frente de la cartera educativa. No creo que la descentralización y la autonomía a
ultranza sean la solución a todos los problemas, explicó a Página/12 la diputada
frepasista Irma Parentella, quien si bien advirtió sobre la falta de enfoque
pedagógico de Llach, destacó también que es demasiado pronto para
presuponer qué va a hacer y empezar a castigarlo.Hay cosas que dice Llach con
las que coincido, dijo ayer a este diario Parentella. ¿Cuáles?Bueno,
en que hay que empezar a trabajar por quienes tienen mayores dificultades. También en que
pretenda una mayor la calidad educativa, mejorar los salarios docentes, lograr mayores
recursos para las provincias a partir de la reformulación de la ley de coparticipación.
Lo que no comparto, y me guío por lo que ha escrito, son las soluciones.Parentella fue
clara acerca de lo que aquellos aliancistas que se oponen a la designación de Llach creen
que debiera hacer el Ministerio de Educación. Enumeró que habría que realizar un
fuerte trabajo en el Consejo Federal de Educación para evaluar los estados de la
transformación educativa y equiparar las inequidades que generó la aplicación desigual
de la Ley Federal; reformular la capacitación docente y vincularla con las universidades
para que no sea un mercado de cursos; equiparar los salarios docentes y acordar políticas
en todos los órdenes con los docentes. A la CTERA le dedicó un párrafo aparte:
Lo que ha trascendido es la lucha por la mejora salarial, la Carpa Blanca, pero el
gremio ha hecho mucho. Tiene una escuela de capacitación que es un sustento importante
para todo lo que se haga en la materia y Marta Maffei tiene una formación que le permite
discutir teorías educativas con mucha solidez.Llach adhiere al pensamiento de
que las variables económicas alcanzan, como si se tratara de una varita mágica, para
solucionar todos los problemas educativos, señaló Parentella y agregó:
Discrepo con aquellos que entienden a la educación como un producto que uno tiene
la posibilidad de elegir; lo que está en juego es la enseñanza de los chicos, con todo
lo que eso significa para el futuro de una Nación.Aun así, en los corrillos de
dirigentes políticos y gremiales del Frepaso incluso de aquellos que rechazan la
designación de Llach encuentran justificativos al fuerte respaldo público que
Carlos Chacho Alvarez y Graciela Fernández Meijide dieron al economista que
De la Rúa eligió para poner al frente de Educación: En el marco de una alianza,
si el partido mayoritario impone un ministro y uno no está de acuerdo, no quedan muchas
más opciones que aceptarlo o romper antes de asumir el gobierno. Chacho y Graciela no
tienen margen de maniobra.La misma Parentella admitió que Llach tiene derecho
a armar su equipo y demostrar qué piensa hacer. Y sobre Fernando de la Rúa y
Carlos Chacho Alvarez dijo que han sido elegidos y tienen la atribución
de elegir el gabinete que consideren correcto.
debate |
¿El peor de todos?
Por Julio NudlerLinchen a Llach parece la consigna. Su nombramiento en Educación
desató una oleada de reacciones adversas, mientras a otras designaciones, en todo caso
tanto o más cuestionables para los mismos sectores ideológicos, se les prestó muy poca
atención. Lo que obviamente explica la furia contra Llach es el ministerio que le tocó.
Como Ricardo López Murphy se sacó Defensa en la tómbola, nadie opuso el menor reparo, y
hasta puede ser que se alegraran: ¡que los militares se lo banquen! Tampoco llueven
cuestionamientos sobre Adalberto Rodríguez Giavarini, porque a nadie parece interesarle
demasiado si la política exterior es de no alineamiento caputista o sodomización
ditelliana. Hasta Darío Lopérfido quedó a salvo de las críticas: después de su
gestión cultural en la Capital, con resultados como el de la bochornosa crisis del Teatro
Colón, se hará cargo de Cultura a nivel nacional sin que se lo descalifique. Quizá todo
sea producto de un error conceptual.Tal como va la economía argentina, lo más probable
es que no haya empleo para los egresados del sistema educativo, o consigan trabajos donde
no puedan utilizar lo aprendido (subocupación cualitativa) y ganen salarios de mano de
obra no calificada en país tercermundista. Esto ya ocurre y seguirá ocurriendo,
independientemente de la calidad de la educación, si otras cosas no cambian. Aunque es
verdad que el nivel de los recursos humanos es un factor determinante para el crecimiento
económico, no se le puede pedir que se sobreponga a todos los obstáculos: el achique del
mercado interno, el retraso cambiario, la escasez y carestía del crédito, la
desarticulación de la industria, la acción irrestricta de las transnacionales, la
corrupción y la apertura sin contrapartidas.Ni siquiera provocó tanta conmoción la
nómina del Consejo de Notables, formado por empresarios y financistas que sólo fueron
empleados de lujo de las multinacionales, o que les vendieron sus empresas, por no
escarbar más en sus trayectorias. Esa gente desembarcará en organismos de tanto impacto
social como la AFIP, la ANSeS o el PAMI, sintiéndose como declaró Víctor Savanti,
ex IBM, a Ambito Financiero representantes del dueño, o sea del pueblo, o sea
de De la Rúa. Sin necesidad de compartir los enfoques de Juan José Llach, es justo
reconocer en él a uno de los muy pocos funcionarios que pasaron por altos cargos en el
gobierno de Carlos Menem sin que su honestidad quedara en cuestión. Es probable que su
designación indigne a algunos, que ahora sienten que pusieron la cara y fueron usados.
Pero si hubo culpa en ello, no es la culpa de Llach sino de quien lo prefirió.
Dulce con el dedo
Por Mempo Giardinelli
Yo los voté, pero no voté el engaño. Los voté harto de la
mentira menemista, y por eso ahora me irrita como a tantos argentinos que no
se cumpla lo que se votó. Porque es evidente que nadie votó pensando ni remotamente que
un funcionario del establishment cavallista, que desguazó el Estado, vaya a ser el
ministro de Educación del gobierno de la Alianza. Hay que decirlo claramente: no tiene
ninguna importancia si el Sr. Llach es una persona decente y honesta que tiene buenas
intenciones, y que estudió los problemas sociales los tres últimos años, como se anda
diciendo para justificarlo. Lo que yo sé es que este hombre viene del riñón del
cavallismo y fue viceministro menemista. Y que por esos antecedentes es muy probable que
quiera arancelar la educación pública, provincializar las universidades y demás medidas
que, si hubiera ganado el justicialismo o el cavallismo, seguramente él mismo hubiera
instrumentado. Es absurdo que integre el primer gobierno de la Alianza.Cuando Chacho
Alvarez pide mentes abiertas, se equivoca. Hace lo que los mexicanos llaman
darnos atole con el dedo. El atole es una especie de dulce de leche azteca y
la expresión ironiza al que a falta de buenos argumentos recurre a explicaciones
baladíes. Y aquí lo baladí es que la gran mayoría de los que lo votamos tenemos
memoria y ojos alertas, y esto no nos gusta. Porque el ministro de Educación del gobierno
de la Alianza debiera ser una persona que defienda a ultranza la educación pública.
Alguien que la conozca, la comprenda, la ame, conozca a sus actores y esté metido hasta
el caracú en su problemática, que es la cuestión fundamental para el futuro de nuestra
nación. No conozco personalmente al Sr. Llach ni tengo por qué dudar de sus cualidades
personales, pero ésta no es una cuestión de valores personales sino de que él
representa exactamente lo opuesto de lo que votamos millones de argentinos. Cuesta
entender que Fernando de la Rúa y Chacho Alvarez no se den cuenta de la gravedad de esta
designación: basta ver cómo la celebraron Cavallo y Ruckauf más que nadie, un coro al
que insólitamente se ha sumado la mismísima Graciela Fernández Meijide, quien tan luego
en este punto sensibilísimo viene a coincidir con la alianza fundamentalista que la
derrotó en las urnas. Parece cosa de locos. Todo esto recuerda a cuando Menem (a quien no
voté) ganó en el 89 y de un plumazo hizo todo lo contrario de lo que había
prometido. La mentira menemista del salariazo y la revolución productiva fue nefasta, un
golpe tremendo no sólo a la economía popular sino a la credibilidad de los argentinos.
Es terrible que ahora, luego de diez años de mentiras, corrupción e impunidad, la
Alianza que fue votada para acabar con esas (in)conductas parezca menemizada ella misma.
Porque Llach en Educación parecería ser la demostración de que a la dirigencia
aliancista no le interesa la opinión de la ciudadanía, que sin dudas no votó por la
privatización ni abierta ni encubierta de la educación.Por supuesto que hay
que darles tiempo. Obviamente no hay que entrar a criticar con los tapones de punta. Desde
luego que deben estar sometidos a todo tipo de presiones. Sin duda que no ha de ser
sencillo tomar decisiones estratégicas que los que estamos en el llano seguramente
ignoramos. Y es claro que hay que esperar y yo que los voté y todavía no me
arrepiento lo voy a hacer. Pero si lo anterior es cierto, no lo es menos que la
designación del Sr. Llach es un error político tremendo y todas las justificaciones son
dulce de leche con el dedo. Aunque luego resultara un ministro excepcional y se
convirtiera en el símbolo de la restauración de la educación pública argentina, hoy
por hoy su designación es un golpe bajo a los que votamos otra cosa y empezamos a
sentirnos engañados desde el vamos. |
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