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La ministra de Acción Social designada por Fernando de la Rúa se propone articular a ONGs y particulares que realizan trabajo social. Pese al panorama de austeridad, asegura que se trató de recortar lo menos posible el gasto social y que se evitará el desvío de fondos y el clientelismo.
“Desgraciadamente, todavía combatir el hambre y la desnutrición es la primera línea de batalla”, expresa.

GRACIELA FERNANDEZ MEIJIDE
“Serán más ministros que economistas”

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Por Luis Bruschtein

t.gif (862 bytes) Graciela Fernández Meijide se dispone a encarar su nueva función al frente del Ministerio de Acción Social. Las designaciones de economistas duros en el gabinete no la asustan. “Ellos ahora están de este lado del mostrador –explica– y necesitarán fondos como cualquier ministro para hacer bien su trabajo, ¿y quién mejor para explicar el gasto?” Se propone articular a las ONGs y a los particulares que realizan trabajo social. “Lo vamos a hacer sin importar la identidad política”, advierte. “Los que esperan que nos peleemos con Cecilia Felgueras, van a desesperar”, responde.
–¿Cómo se siente a punto de abordar una función ejecutiva al frente del Ministerio de Acción Social?
–Me siento muy bien, pero mejor me hubiera sentido como gobernadora... Este ministerio tiene muchos desafíos, varias áreas, desde la asistencial, la llegada inmediata para dar de comer, hasta la de desarrollo para reincluir a la gente. Está el FONCAP, por ejemplo, que es el banco para ayudar a microemprendimientos para reincluir a la gente. Tiene planes para jóvenes, tiene deporte, que lo pienso como una forma de nuestra cultura donde los chicos se sienten contenidos y pueden desarrollarse.
–Del trabajo en todas esas áreas, ¿cuál sería la que usted preferiría que quede como la marca de su gestión?
–Quiero lo que sea más útil y en esta materia uno va por grados de urgencia. Desgraciadamente todavía combatir el hambre y la desnutrición es la primera línea de batalla. Entonces esa primera línea es atender a los pequeños, atender los comedores comunitarios, que los niños de cero a cinco años coman, que las madres embarazadas coman, que los ancianos tengan qué comer, y también hay que detectar focos de desnutrición para hacer refuerzos.
–Usted tendrá como viceministra a Cecilia Felgueras, ¿cómo es y cómo espera que sea la relación entre las dos?
–Hoy una periodista me dijo que todo el mundo está esperando que nosotras nos peleemos. Entonces yo le recordé que hay un dicho que dice: ‘el que espera, desespera’, y los que esperan que nos peleemos, van a desesperarse. Vamos a tener áreas de responsabilidad repartida, pero vamos a tratar de armonizar todo. De hecho Cecilia es una mujer muy trabajadora, que ha hecho muy bien esta tarea en la ciudad de Buenos Aires, el desafío va a ser para ambas...
—¿Habrá áreas compartidas con otros ministerios?
–Compartiremos mucho con Salud, Trabajo y Educación. He hablado con Flamarique, Llach y Lombardo para realizar tareas muy articuladas. Porque es cierto que la educación permite igualdad de oportunidades, pero es imposible aprender con la panza vacía. Hay que ayudar a la función social de las escuelas. Hay que ayudar a aquellos que individualmente, sea como colectividades o como organismos no gubernamentales, están trabajando socialmente y en muchos casos reemplazando al Estado. Hay que ayudar a que eso se traduzca en una red eficiente de mejor llegada de todos los programas. Al mismo tiempo sería una forma de evitar desvíos del gasto social y su utilización clientelar.
–Aparece como una tarea difícil desarrollar los programas sociales en un marco de mucha austeridad como se reclama desde los equipos económicos... Será difícil hacer todo eso si no hay fondos...
–Se ha tratado de recortar lo menos posible en temas de gasto social. Y la plata que hay, habrá que usarla mejor. A mí me parece que en el área administrativa se puede ahorrar diez o quince por ciento.
–Las ONGs y hasta Caritas afirmaron que la mayor parte de los fondos para programas sociales no llegaba a la gente.
–Supongamos que de cada peso llegaban 50 centavos. Hay que tratar de que llegue más. Lo grave es cuando eso se desvía con fines de inescrupulosidad, que a veces también es por falta de eficacia parasaberlo hacer. Hablé con Fernando de la Rúa la posibilidad de hacer un relevamiento de los fondos que se han derivado a esos programas y qué resultados tuvieron.
–En un gabinete con mayoría de economistas conocidos por sus propuestas de ajuste será difícil pelear esos fondos...
–Yo lo veo desde otro lugar. Todos ven un gabinete de economistas. Yo veo un gabinete de ministros con un ministro de Economía al que tienen que pedirle plata. López Murphy y Llach serán ministros de sus áreas y para hacer bien su trabajo necesitarán plata y entonces Machinea les recordará que ellos siempre fueron partidarios de la administración con austeridad. En este caso, ellos estarán del otro lado del mostrador.
—Cuando usted da prioridad a la alimentación, ¿estaba pensando en un plan como el PAN o una organización como las manzaneras?
–Hay distintos sistemas. El caso de las manzaneras es particularísimo de la provincia de Buenos Aires. En Río Negro se privilegiaron los comedores comunitarios. Si quien lo maneja es gente líder de los barrios y cuenta con apoyo de asistentes sociales, no sólo permite darles de comer a los chicos sino que permite tomarles la talla, el peso y seguir su evolución, su medio familiar, permite detectar casos de violencia familiar o detectar focos de desnutrición.
–Estos programas tienden a ser usados por los políticos como mecanismos de clientelismo partidario...
–Por lo general eso se estimula desde arriba, cosa que nosotros no haremos. Yo creo que el clientelismo de “un favor por un voto” se favorece cuando no hay trabajo. No hay mejor política social que el empleo. Ayudar, dar de comer y reincluir a la gente forma parte de una política que tiene que ser mucho más completa, que apunte al crecimiento económico con crecimiento del empleo. Otra cuestión que es importante es el desarrollo del hábitat. Este ministerio no tiene a su cargo los grandes planes de vivienda, pero sí en cambio el mejoramiento de la vivienda que ya está.
–El tema de los proveedores y las licitaciones que generan estos programas ha provocado más de un escándalo. ¿Qué medidas tomará para evitar la corrupción en estos casos?
–Se ha propuesto que en cada ministerio haya una subsecretaría de coordinación general que será el lugar donde se analizan los gastos, y se tratará de centralizar las compras y licitar por todo el año. No hacer muchas compras, sino una sola y en cantidad, desde el papel hasta la leche. Y esto se licitará y figurará en Internet, lo cual permitirá que ingresen a este sistema pequeñas y medianas empresas que no podían hacerlo.
–¿Usted se ve más como una ministra de oficina o estará en contacto con la gente?
–No, yo voy a estar viajando mucho para tener contacto directo con los ministros de Desarrollo Social de las provincias. Creo que es importante la convocatoria a las organizaciones no gubernamentales o a las personas individuales, como esta mujer que acaba de ganar el premio a la mujer del año porque tiene un comedor. Buscaremos la forma de incorporar y estimular todas esas experiencias en una organización más articulada. Vamos a hacer propuestas a las ONGs y a las iglesias. Me puse contenta cuando designaron en Caritas al obispo Jorge Casaretto porque gente que ha trabajado con él en La Cava forma parte de mi equipo y participó en la elaboración del programa.
–¿Esa convocatoria será independiente de la línea política de trabajo de esas organizaciones?
–Por supuesto. No solamente por una cuestión ética, sino porque además sería totalmente injusto con la gente con la que están trabajando esas agrupaciones... Como si dijera: “no, en este lugar no, porque no ganamos”, eso no puede ser... Una no hizo todo el esfuerzo para cambiar la política y terminar haciendo esas cosas.
–¿Y en el caso de la provincia de Buenos Aires? –En su momento yo dije que el Fondo de Emergencia del Conurbano Bonaerense debía mantenerse porque es una demanda legítima y una reparación justa. Lo que sí es cierto es que quien gobierne lo debe hacer con la mayor transparencia y garantizando la revisión de cuentas. No sólo por una cuestión de moral, sino también de eficiencia, que ese dinero vaya a combatir tanta miseria y no estalle en conflicto social. Hoy ese conflicto se expresa por la delincuencia.

 

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