Por Mariana Enríquez Graham Coxon es
el guitarrista de Blur y principal responsable del gran cambio de sonido de la banda,
ahora inclinada a una suerte de britpop experimental, después que a principios de los
90 mantuviese una suerte de reino en los charts británicos con sus canciones
puramente pop. El viraje sonoro, osado para el contexto conservador del rock inglés de la
década, es patente en su último disco 13, que cuenta con la producción de William Orbit
(el de Ray of Light, de Madonna). Atrás quedaron las peleas con sus exarchienemigos Oasis
por el trono del brit pop, que, según Coxon, es una etiqueta con la Blur no simpatiza.
Pintor además de guitarrista sus obras, incluida la tapa del disco, fueron
exhibidas en Buenos Aires hace unos meses, Coxon decidió llevar a la banda por otro
camino, para, según dice, escapar de una rutina que nos encasillaba y no nos dejaba
crecer. Podríamos haber seguido haciendo lo mismo, pero eso nos iba a destruir. En
una entrevista telefónica con Página/12, que concedió desde Londres, anticipó sin
embargo que la banda tocará muchas de sus viejas canciones en Buenos Aires, mañana y el
sábado en el Luna Park. Nunca estuvimos ahí antes, y queremos hacer a la gente
feliz, así que sospecho que el show será un resumen de la carrera, y habrá muchos hits.
Pero como también queremos tocar 13, lo que sí puedo asegurar es que será un show
largo. Disfruto demasiado de esas canciones como para dejarlas de lado. En
este disco están dejando atrás el formato de la canción pop tradicional, con la que se
hicieron famosos. Están experimentado un poco más...Sí, no están tan redondas.
Estaba cansado de esa estructura, de esa rutina, no había aventura en nuestra música. Ya
con el disco anterior, con Blur, estábamos tratando de alejarnos de eso. En ese disco ya
había temas que tenían más que ver con la edición, con la construcción más
expermiental en el estudio. Y en éste seguimos adelante y más profundamente por ese
camino. Y yo estoy mucho más feliz. La canción pop sencilla me gusta, pero me sentía
muy limitado creativamente, como si estuviera haciendo algo con piloto automático.
Trabajar con William Orbit fue muy agradable. El es fantástico. Nos dejó hacer lo que
tuviéramos ganas, y es excelente editando y sampleando. Fue como si le hiciera arreglos a
nuestras improvisaciones. ¿Pero le gusta la música electrónica?No, para
nada, me interesa la idea de mezclar el rock con algo más tecno. La mezcla me interesa,
lo electrónico, como género, es algo que no me moviliza. Entonces, ¿cómo define
a Blur, como una banda de rock, de pop...?Sólo como una banda. Blur tiene
influencias de muchos estilos musicales diferentes. ¿No se coincide con la
definición de brit pop que los emparenta con bandas como Oasis, Pulp o Suede? Nunca
me sentí cómodo con eso, ni me gustó, aunque es cierto que cuando empezamos salieron
muchas bandas... Algunas tenían un estilo similar, otras definitivamente no. Pero, como a
tantos otros, nos incluyeron en el paquete. Porque es más fácil para la gente, para la
prensa y demás. Le gusta hablar de movimientos, o de estilos. Nunca fuimos
parte del brit pop. En Blur, su anterior disco, tenían cierta influencia, incluso,
de bandas indie norteamericanas.Escucho a muchas bandas norteamericanas, como
Pavement y ahí se notó. En éste, no sé... Quizá haya algo de bandas de los 70 como
Van Der Graaf Generator o Gong, que escuchaba cuando era adolescente... Pero ya no lo
hago, salvo ocasionalmente. Sospecho que salió inconscientemente, porque son parte de
mí. O quizá porque esas bandas, y otras como Wire, mezclaban el pop con lo experimental,
que es lo que a mí me interesa. Me gusta Beck, me gustan muchas bandas norteamericanas
muy under, Tortoise, Sonic Youth, que todos en Blur odian... Si tengo que resumir lo que
me parece realmente bueno son las bandas que edita el sello Matador. Como Yo La Tengo, que
es maravillosa.
¿Y por qué cree que en EE.UU. no consiguen éxitos comerciales las bandas
inglesas, y viceversa? En Inglaterra ustedes son famosos, pero en Estados Unidos apenas
llegan al público universitario. Al revés de lo que pasa con Offspring, por
ejemplo.Yo sin embargo creo que Offspring tiene un sonido británico. En el mal
sentido: suenan como una supuesta banda de brit pop mala... (risas). Son horribles. Están
haciendo un tipo de ska punk skater que recupera ideas musicales británicas. No me puedo
tomar este punk norteamericano de hoy -no estoy hablando de las bandas de los 70 que eran
maravillosas como algo serio, es muy débil. En los setenta había bandas como The
Specials que hacían los mismos que Offspring, pero bien. Todo el punk ska norteamericano
nuevo es una mierda. Manson no es muy famoso acá... Todo ese hard rock gótico tiene una
pequeña cantidad de seguidores. O a lo mejor es importante, pero no es masivo en
absoluto. Sin embargo, me encanta tocar en EE.UU. La audiencia es mucho más genuina, no
tienen tanto miedo de ser entusiastas como los europeos, que son muy raros en ese sentido,
son muy fríos. Escuché que en Argentina son mucho más entusiastas todavía.
¿Cómo será recordado Blur dentro de 20 años?
Espero seguir tocando, pero no sé. Quiero seguir construyendo la banda, y sé que
voy a seguir tocando, no sé si en Blur. Ahora estoy componiendo un poco más para mí...
Quiero hacer otro disco solista. Si tengo que ser sincero, no lo hago tanto porque no
pueda meter mis cosas en Blur, sino porque quiero tener el control de todo (risas). No soy
muy fan de coros y teclados y esos arreglos, soy muy tradicional, me gustan algo básico
de guitarra, bajo y batería, y las canciones que escribo son en general así. Por eso no
creo que sean buenas para Blur. Así como lo que hace Damon solo, que también es distinto
a Blur. Tenemos esa libertad.
Con Damon Albarn se conocen desde los 13 años. ¿Es difícil estar en una banda con
su mejor amigo?
No, porque no es mi mejor amigo, es mi hermano. No nos vemos todos los días.
Tenemos nuestras vidas, y sólo trabajamos juntos. Salimos juntos cuando pinta, pero no
pasa mucho. Y está bien así.
Después del huracán grunge de Nirvana Los últimos dos recitales de Blur en su hábitat natural (Londres) fueron de
clausura. Evitando obsesivamente su sonido y canciones marca registrada a lo cual en
Argentina se accedió, como en varios otros casos por el estilo, tarde, recién con
Parklife en 1994, anunciaron y concretaron recitales cubiertos de canciones lado B,
inéditos y experimentaciones varias. En Argentina, se supone, no habrá nada de eso o muy
poco porque quienes concurran querrán ver y escuchar, con razón, Boys and
girls, In the country house y otras por el estilo. Esas canciones
fueron, mal que les pese, definitorias del brit pop. ¿Qué era aquello? Recuperación del
orgullo británico, en imagen y sonido, después del huracán grunge de Nirvana, from
Seattle, Estados Unidos. Abundante estética Union Jack la bandera como vestimenta y
emblema y canciones que buscaban la perfección pop-rock de The Who, Los Beatles y
The Kinks. Apelando a un modelo de análisis socio-musical que sirvió para la Argentina
alfonsinista de 1983-1987, en Inglaterra los primeros años de gobierno de Tony Blair
fueron de euforia y canciones livianas. Aquello que se dio en llamar Cool Britannia y tuvo
en el brit pop la banda de sonido ideal. Casi un lustro después, ya no hay Cool Britannia
y por supuesto, tampoco hay brit pop. Todos buscan algo nuevo. Pulp abraza la angustia
existencial del envejecimiento (This is hardcore), Suede sale de compras por el
supermercado electrónico para agregarle chiches a sus canciones glam (Head music) y
Oasis, los más populares y también los menos refinados, apuestan todo a la
grandilocuencia (su nuevo disco se llamará Parados sobre los hombros de un gigante). ¿Y
Blur? Parece que el anglófilo público porteño será testigo del canto de cisne del brit
pop, con un set de aquellas canciones como últimos estertores de una era. Ellos están,
parece, en otra cosa. |
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