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Página/12en Uruguay Por Pablo Rodríguez Desde Montevideo La campaña política en Uruguay se desplazó de la calle a los medios. Si para la primera vuelta de las elecciones presidenciales, realizadas el 31 de octubre, las veredas se llenaron de puestos que ofrecían listas de votación, mientras los coches llevaban, casi por obligación, alguna bandera política, ahora los puestos son escasos y las banderas se guardaron. Pero en la televisión, en la radio y sobre todo en la prensa gráfica la presencia del candidato colorado Jorge Batlle y el del Encuentro ProgresistaFrente Amplio Tabaré Vázquez es abrumadora. A tal punto se pasó de la calle a los medios, que los candidatos recibieron el comienzo de la veda electoral en videotape y estudios de televisión y no con actos públicos de cierre de campaña. Mientras los últimos sondeos arrojaron un empate técnico (de alrededor del 45 por ciento para cada candidato, con algunos favoreciendo a Batlle) y una gran proporción de indecisos, la prensa gráfica y hasta los titulares de las empresas encuestadoras se pelean por apoyar a Batlle o a Vázquez. Sin duda, la tan mentada polarización es más fuerte que nunca. En teoría, Batlle y Vázquez representan la derecha y la izquierda. La polarización sería, entonces, un equilibrio consagrado por las encuestas entre ideologías opuestas. Pero en la práctica, por obra y gracia de la campaña colorada, durante esta última semana la polarización se restringió a discusiones económicas. Sobre todo a un punto: el impuesto a la renta de las personas físicas que la izquierda sostiene en su programa de gobierno. La estrategia de Batlle y de sus asesores consistió en acusar al Frente Amplio de querer crear más impuestos y en decirle directamente a los jubilados que con la izquierda iban a perder parte de sus asignaciones. Además de estas acusaciones, la campaña blanquicolorada se centró en mostrar las supuestas contradicciones de los dirigentes y asesores económicos de la izquierda con respecto al plan económico que quieren llevar adelante. En las horas previas al cierre de campaña, el Frente Amplio, incluso Tabaré Vázquez, intentó retrucar en este mismo terreno. De este modo, los últimos mensajes sobre lo que supuestamente se describe como dos modelos ideológicos terminaron en discusiones cuasi técnicas sobre reformas impositivas, déficit fiscales, coeficientes de inversión y denuncias mutuas de incompetencia económica de la más diversa índole. Los términos ideológicos se ordenan en el eje continuidadcambio. Allí no hay ninguna divergencia y tanto los spots publicitarios de Batlle como los de Vázquez coinciden. El Frente Amplio insiste en que el país necesita un cambio, pero un cambio muy gradual, a la uruguaya, y que la izquierda es la única fuerza capaz de liderarlo. El Partido Colorado y el Partido Nacional responden diciendo que Uruguay es el mejor país del mundo, que los partidos tradicionales fueron quienes lo forjaron y que hay que preguntarse, entonces, si realmente se necesita un cambio.Y entre números económicos y discusiones sobre el cambio, lo que sí se modificó sustancialmente respecto del 31 de octubre es el clima y el color de la campaña electoral. Baste este ejemplo: el fin de semana pasado, el colorado Jorge Batlle se acercó a una mesa desde donde dio una conferencia de prensa y observó que, sobre un mantel celeste y blanco, había una fuente con flores coloradas. Vamos a sacar estas flores, porque ya no soy más de este partido, dijo el hijo, sobrino nieto y sobrino bisnieto de presidentes colorados del Uruguay. La simbiosis colorada con su archienemigo blanco llega tan lejos que las banderas y pancartas de Batlle ya no son rojas: ahora son blancas y azules con tipografía negra. Aunqueen menor proporción, los símbolos del Frente Amplio también limpió su tricolor blanco, rojo y azul para reemplazarlo con la bandera uruguaya.Es que ambas fuerzas saben que el mensaje de unidad nacional (terreno donde Batlle tiene las de ganar por su acuerdo con los blancos) es el único posible para captar el 21,5 por ciento que sacó el Partido Nacional (Blanco) en la primera vuelta, y que definirá esta segunda. Con empate técnico, indecisos y votantes que conquistar, la agresividad de la campaña llegó a tal punto que los principales diarios ya se decidieron: El País apoya a Batlle, La República a Vázquez y El Observador, aunque se dice independiente, inclina algunas de sus editoriales hacia el candidato colorado. E insólitamente también se decidieron algunos encuestadores: el titular de Interconsult, Juan Carlos Doyenart, anunció hasta en publicidades insertadas en revistas que apoyará a Batlle. Agustín Canzani, director de Equipos Mori, criticó la actitud de Doyenart. Canzani es asesor de Vázquez y no lo dice. Una cosa es la objetividad y otra la neutralidad, respondió Doyenart.
QUE DIJERON LOS CANDIDATOS Por P.R. Jorge Batlle, Tabaré Vázquez y el ex candidato blanco Luis Alberto Lacalle cerraron ayer la campaña electoral con spots televisivos de 15 minutos de duración, que fueron difundidos entre las siete y las nueve de la noche. Batlle se declaró como el garante de tres estabilidades que están indisolublemente unidas: la institucional, la económica y la social. El candidato del Encuentro ProgresistaFrente Amplio fue más agresivo: denunció una campaña de mentiras y difamaciones que reemplazó al debate de propuestas y de los temas importantes del país. Con un cierto margen de tranquilidad que le da el importante crecimiento que tuvo en las encuestas en los últimos días, Batlle se dedicó a mostrarse como el candidato que puede gobernar realmente al Uruguay, aludiendo a la mayoría parlamentaria blanquicolorada. Vázquez replicó que blancos y colorados incorporaron ahora en su acuerdo una serie de cuestiones que nosotros ya hemos planteado. Si piensan que son buenas medidas y ahora son gobierno, ¿por qué lo prometen y no lo hicieron en su mandato?, preguntó el candidato de la izquierda. Vázquez también aclaró que nuestra propuesta de impuesto a la renta es para bajar otros impuestos, no para aumentarlos. Entre otras cosas, queremos reducir el IVA, dijo.
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