Por Martín Pérez
Desde Mar del Plata Llega el fin de semana, y Mar del Plata se activa. A
pesar de tantos papelones en lo que se refiere a salas improvisadas y directores ausentes,
el fin de semana trae al menos espectadores nuevos, entusiasmos vírgenes que, si saben
quedarse lejos de la competencia oficial, tal vez reciban su recompensa. Se acercan las
definiciones, y ya circulan los rumores: que a Madame Deneuve no le gustó la francesa
Rembrandt y que Leonardo Favio está decidido a encolumnarse detrás de la argentina
Angel, la diva y yo. Mañana al mediodía se darán a conocer los premios, y quienes han
sufrido la selección oficial saben que el trabajo del jurado no ha sido precisamente
envidiable.Lo último que se vio en el Auditorium estuvo a la altura de la mediocridad
reinante en una sala a la que, a esta altura, sólo van quienes quieren contar que
saludaron a Sonia Braga, que le firma autógrafos a todo el mundo. Sucede de esta manera:
pocos minutos antes de que comience la proyección, se abren las puertas por las que se
llega a la sala desde el salón de los jurados y se escucha la voz de la actriz brasileña
saludando al auditorio. Ayer por la tarde Doña Flor incluso apareció aplaudiendo y
pidiendo aplausos en la segunda función de la estadounidense Campos cruzados. Y sonrió
para las fotos hasta que se dio cuenta que esa película ya la había visto por la mañana
y se retiró algo avergonzada. Ya no sé ni dónde estoy, dijo mientras se
iba, dando besos y explicaciones a diestra y siniestra. Hubiera sido demasiado para Braga,
es verdad, someterse a una segunda sesión de la decepcionante comedieta pueblerina
Crossing Fields, ópera prima del cortometrajista James Rosenow. Pero es que realmente no
hay casi nada para recomendar dentro de la competencia. En una rápida recorrida de las
últimas novedades apenas si puede destacar la prolijidad narrativa sólo eso
del último paso estadounidense de la polaca Agneszka Holland, El tercer milagro, un drama
teológico que debe haber entusiasmado a más de un ejecutivo cinematográfico con su
sumatoria de santos, prostitutas y juicios eclesiásticos. Protagonizada con tal vez
excesiva energía por Anne Heche y Ed Harris y producida por Zoetrope (es decir F. F.
Coppola), El tercer milagro es la representante en competencia del producto más clásico
del Hollywood actual. Después de la fama de Holland presente en Mar del
Plata, el cine europeo presentó en el Auditorium obviedades tales como la alemana
Domingo triste o la húngara Un invierno a espaldas de Dios. La primera desarrolla un
patético y exagerado romanticismo a lo Casablanca, con piano, restaurant, alemanes de
uniforme y Budapest de fondo. La segunda es una alegoría cinéfila con aires a Cinema
Paradiso en medio de un comunismo en retirada. Con pasiones anunciadas y cinefilias no
correspondidas en pantalla, esta historia de niñez y cine en un pueblo perdido no puede
evitar explicarlo todo en voz alta pese a su declamado amor por el cine mudo. Italia,
mientras tanto, sumó otro apellido ilustre al de Lina Wertmüller: Bertolucci. Claro que
no se trata del gran Bernardo suya será la película encargada el sábado del
cierre oficial, Cautivos del amor, sino de su hermano Giuseppe, que presentó El
dulce rumor de la vida. Escritor para teatro y cine, colaborador de su hermano en
Novecento y La Luna, Giuseppe se disfrazó de Greenaway continental para este dramático y
fallido pastiche teatral con centro en el amor imposible de una pareja de actores, y un
hijo caído del cielo. Los actores sólo sirven para mentir es la tesis que
desarrolla Bertolucci en un film con poco rigor estético, y en el que sólo se destaca la
belleza de Francesca Neri. Para hoy, la última jornada en competencia, se anuncian
representantes del Brasil, la India y los Estados Unidos. La extensa (191 minutos) La hora
mágica, obra del paulista Guillelme de Almeida Prado, se presenta por Brasil. Desde la
India, con coproducción francesa llega La última danza, tercer largometraje del premiado
director de fotografía Shaji Karun. Y la estadounidense es SLC Punk, en la que el
experimentado director independiente James Merendino cuenta la historia de los dos únicos
punks de la tan mormona Salt Lake City al comienzo de los ochenta. Más allá de algún
gol en tiempo suplementario, es imposible no lamentarse por el destino cinematográfico de
un Festival tan librado a su suerte, con un jurado de lujo y sufridos fieles que llenan el
Auditorium, y funciones vacías para clásicos como La Bella y la Bestia de Cocteau o
Madame de... de Max Ophüls.
CAZADOR DE RATAS, UNA REVELACION
Paisajes urbanos
Cuando
tiene la suerte de toparse con una maravilla así, el espectador puede olvidarse de todo.
Ya no importan las luchas para conseguir entradas, el mal cine de la muestra oficial o las
salas que parecen competir por el premio a la más incómoda. Cuando aparece el buen cine,
lo único que importa es la película. Sobre todo en el caso de Cazador de ratas
(Ratcatcher), de la escocesa Lynn Ramsay, un film que no sólo califica para estar allá
arriba entre lo mejor que ha llegado este año a Mar del Plata, sino que incluso es lo
mejor que más de un espectador experimentado tiene la oportunidad de ver en mucho tiempo.
Estrenado este año en Cannes, poético, callejero y triste, Cazador... es una postal de
la vida en los barrios bajos de Glasgow a través de los ojos del pequeño y torturado
James, con un paisaje de monoblocks rodeados de bolsas de basura. Ambientado a comienzos
de los años setenta, el primer largometraje de Ramsay tiene aires de la gloriosa Kes de
Ken Loach, tanto en los colores de la Gran Bretaña que retrata como el lado del que se
ubica. Trágica, imaginativa y sensible, con excelentes actuaciones, Cazador... no
transmite miseria sino cine, con las aguas contaminadas de un desagradable canal como
fondo. Es horrible, pero también hermoso, ha dicho Ramsay. Y siempre me
han fascinado las cosas horribles y hermosas a la vez. Con veintinueve años, Ramsay
no es una debutante absoluta: ya había ganado un premio en Cannes con su corto de
graduación Small Death, al que le siguieron Gasman y Kill the Day. Su próximo film será
Morvern Callar, sobre una adolescente que se reinventa a sí misma luego del suicidio de
su novio. También ha sido convocada, junto a Gaspar Noé y Hal Hartley, para una serie de
films seudoporno titulada Uncensored.
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