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Por Nora Veiras Juan Llach atiende en su austero estudio de consultor. Está rodeado de libros de economía, papeles, diplomas y fotos familiares. Pasó una semana desde que dio el sí para convertirse en el ministro de Educación de la Alianza. Siete días en los que se convirtió en una especie de frontón donde rebotaron fuertes críticas de los gremios docentes, los estudiantes universitarios y no pocos pedagogos aliancistas. "Voté a Cavallo", confiesa a riesgo de fogonear la polémica. Se define "como un técnico en transición" pero muestra que aprende rápido para adecuarse al ajetreo de la política aunque signifique acallar sus ideas. Dice "no" al arancelamiento universitario "porque eso está en el programa de la Alianza", remarca que no acuerda con la nacionalización del conflicto salarial docente, pero no definió qué va a hacer para que la Carpa Blanca desaparezca del escenario urbano. La "búsqueda de consenso" es su fórmula. --¿Usted siente que Cavallo es como un estigma que tiene que superar en un gobierno de la Alianza? --No, no. Se malinterpretó lo que dije cuando se me preguntó si yo sentía culpa. Lo que dije es que el desempleo fundamentalmente es algo que me representa un cargo de conciencia, eso no significa arrepentirme. Creo que las reformas económicas eran necesarias. El tema no es si estuve con Cavallo, con el menemismo, qué hice en mi vida anterior, eso no sirve. Seamos maduros, sepamos construir desde la pluralidad generando consensos, descalificar a las personas coloca al límite de una actitud antidemocrática. --Usted dice que el desempleo fue un efecto no previsto. ¿Puede no preverse un efecto semejante? --Si la economía fuera previsible no habría ciclos económicos. Nunca habría una recesión. Eso no es así. Hay depresiones, hay crisis internas y que vienen de afuera. Si fuera previsible, por lo pronto muchos economistas serían ricos porque acertarían siempre. --Muchas veces parece que el éxito de los planes económicos no se miden por las consecuencias que tienen para la gente... --Deberían medirse por eso. Tradicionalmente en economía hay tres variables fundamentales: crecimiento, nivel de empleo e inflación. Esas son las que hay que evaluar. En crecimiento nos sacamos un 10, en inflación otro 10 y en desempleo no aprobamos. --Usted dice que existen 1200 millones de pesos en gastos burocráticos en educación, ¿incluye en esa burocracia a los equipos de asesoramiento psicológico, pedagógico, asistencial? --(Piensa) Eso en buena medida trabaja en las escuelas, o sea hay que distinguirlo. Hay mucho personal de apoyo que es imprescindible, indudable, no digo que no tenga que haber, pero cuando uno compara Argentina, nuestro país tiene 1200 millones de pesos en educación básica en exceso, es el 17 por ciento del gasto total. --¿Cómo se distribuye? ¿Qué le correspodne a la Nación y qué a las provincias? --Creo que tenemos que ponernos todos juntos a trabajar, tampoco hay un nivel de detalle tan grande en la información que permita verlo con total precisión. En la Nación vamos a tratar de reorientar parte de lo que es gasto administrativo en sentido amplio a programas focalizados a lo que son las prioridades del gobierno del doctor De la Rúa que, básicamente, es educación de calidad para todos, lo cual implica darles prioridad a los sectores y regiones de menores ingresos. --Usted dijo que la Nación no cumplió con la pauta establecida por la Ley Federal de Educación en 3000 millones de dólares. ¿Eso se piensa cumplir? --Es un ejemplo típico de las cosas en que hay que ver la experiencia y cómo se corrige. ¿Cuál es la manera de conseguir que eso mejore? Nosotros pensamos que hay que poner más plata en educación, primer punto, esto está en el programa de la Alianza y creo que lo comparte la enorme mayoría de los argentinos. ¿Cómo se va a conseguir eso? Buscando un esquema de financiamiento de naturaleza permanente, no transitorio o voluntarista. Algún mecanismo basado en la Ley de Coparticipación Federal que asigne parte del incremento de la recaudación a la educación. Voy a bregar en pos de este objetivo. --¿Qué porcentaje se debería asignar? --Es muy prematuro para decir eso. --Usted dice que se tienen que lograr consensos. ¿No cree que su figura por haber sido el segundo de Cavallo es irritativa para lograrlo? --Puede ser que en parte ocurra eso, pero a su vez tiene una gran virtud que me imagino que el presidente electo a lo mejor la tuvo en cuenta: como esto ha generado tanto debate, de pronto el tema educativo ha adquirido un perfil alto y esto es buenísimo. Por supuesto que hay algunas cosas que me dicen y no me gusta, pero básicamente cuando uno se distiende se da cuenta que es muy positivo, si sirve para eso yo estoy realmente feliz. --Hace hincapié en que los salarios son responsabilidad de las provincias... --Lógicamente, es institucional, si no reformemos la Constitución. --¿Pero de quién es la responsabilidad cuando hay provincias como Corrientes, donde no se pagan los sueldos y los chicos no tienen clases? --Por eso yo digo que la gran oportunidad es una buena ley de coparticipación federal, ése es el instrumento donde se mostraría compromiso efectivo con el capital humano: educación, salud, nutrición. No va a haber soluciones mágicas, en el libro digo que si uno mira la época gloriosa de la Argentina, los salarios tendrían que subir 70 por ciento en el sector docente, pero es obvio que eso no se va a poder conseguir ni en un año ni en dos. En la medida que se muestre un camino de allegar más recursos, es la única forma realista en que la Argentina puede pegar un salto de calidad en materia educativa. --¿Ustedes creen que los sectores de mayores ingresos que mandan a sus chicos al sector privado van a aportar? --El gobierno del doctor De la Rúa tiene entre una de sus grandísimas prioridades la lucha contra la evasión. Creo que se va a estrechar el cerco a los evasores, va a contribuir a que haya más recaudación, sobre todo al impuesto a las Ganancias. Hablando de los sectores de altos ignresos aparece otro tema crucial, que es el de la solidaridad. Está claro que no forma parte de las propuestas del gobierno del presidente De la Rúa el arancelamiento universitario. No. Sin embargo, no podemos soslayar que ahí tenemos un problema de solidaridad: no podemos taparnos los ojos de que la gente pobre cuando va a comprar comida le está pagando la universidad a un sector que no sé si será todo, pero fácilmente de una cuarta parte de los estudiantes universitarios que han ido a escuelas privadas y tienen grandes facilidades. --¿Si no pasa por el arancel, por dónde pasa? --Bueno, ése es un caso típico de diálogo y consenso. Hay que darle una respuesta en el marco de un valor que evidentemente está muy arraigado en la sociedad argentina: en el libro está claro que cerca de tres cuartas partes de la población dice que debe haber gratuidad en todos los niveles. --¿Usted qué propondría? --Hay casos donde es muy fácil, mal que mal los estudiantes de Medicina a través de las residencias prestan un servicio social variable según los casos. Eso no ocurre en la mayoría. --En algún momento se habló de impuestos a los graduados. --Yo no he pensado a fondo en el tema y además porque creo que en el diálogo van a surgir cosas. --¿Pero usted tiene ideas? --Sí, pero sería un gran avance que se diera el debate en la sociedad. --¿Qué piensa sobre el ingreso a la universidad? --Es otro gran tema para pensar, francamente no tengo una posición tomada. Creo que no hay suficientes señales para orientar a los chicos y las chicas. --¿Se va a incrementar el presupuesto universitario para el año próximo? --El año próximo es muy difícil. Todavía no hemos terminado de conversar con José Luis Machinea el tema, pero claramente es un año muy difícil. --Es decir que no se va a aumentar. --Me parece difícil. --¿Va a mantener el Plan Social? --(Piensa) Vamos a defender con uñas y dientes todo el presupuesto educativo que es poco, está en el orden de los 400--450 millones, que es lo que permite hacer políticas de apoyo para subir la calidad de la educación. Toda esa plata queremos modernizarla en su ejecución. Pensar en el financiamiento de proyectos educativos innovadores de altísima calidad para los sectores de menores ingresos. Vamos a buscar fondos adicionales. --¿De dónde? --Internos y externos, a través de créditos y por ejemplo del sector privado. En todos los países ocurre que el mundo académico tiene cierto grado de distancia con el mundo empresario. Creemos que en Argentina es exagerada esta distancia en ambas direcciones --cierto que hay proyectos interesantes de acercamiento, pero hay que empujarlos más--. Que haya mayor conciencia en el empresariado argentino de la importancia de la escuela pública. Primero porque la privada tiene más financiamiento y segundo porque la pública tiene mayor presencia en los sectores de menores ingresos, solidaridad. --¿Qué mecanismos? --Todavía es prematuro pero ésta es una línea clave de acción, todavía falta... --Todo es prematuro. Faltan dos semanas. --Bueno, faltan dos semanas pero es un proyecto importante que cuando lo anunciemos tiene que estar bien definidio. --Usted en un libro anterior dijo que había que darle plata a la gente para que decidiera dónde mandar a estudiar a sus hijos. ¿Por qué no sigue hablando entonces de los vouchers? --Ese libro fue del '97, después seguí estudiando. Si uno le pregutna a la gente, ve que cerca de dos tercios de las madres de los sectores de bajos ingresos están de acuerdo con esa propuesta. Ahora, lo veo como utópico en las circunstancias actuales y no forma parte en absoluto de los objetivos de la gestión del presidente De la Rúa y por lo tanto de los ministros que, en definitiva, somos secretarios del presidente. Creo que las cosas no están etiquetadas, hay que estudiarlas. Para el 90 por ciento de los más pobres, el 90 por ciento de las posibilidades que tienen a su alcance son escuelas públicas, entonces qué sentido tendría hacer ese experimento, lo primero que hay que hacer es colocar en condiciones muy superiores a las actuales la calidad de la educación de las escuelas públicas. Es cierto que en parte el crecimiento privado tiene que ver con una decadencia relativa de la escuela pública. La matrícula creció mucho y las variables de ajuste fueron los salarios y la calidad de la enseñanza. --¿No cree que eso es responsabilidad de los diez años de menemismo? --Es que no es así. Se dio una explosión de matrícula en secundaria imrpesionante. Lo que sí tiene que ver es el desempleo. Por ejemplo, el fenómeno de la deserción escolar está asociado al desempleo: en un hogar donde el jefe o la jefa están desocupados, sería ridículo negar que el alto desempleo no perjudica a la educación. Pero creo que las razones de fondo son fundamentalmente que hay que mejorar la organización del sistema. --¿Piensa en la posibildidad de una paritaria docente como prevé la ley de incentivo salarial para discutir condiciones laborales y de trabajo? --(Piensa) Eso hay que pensarlo un poquito porque hay que compatibilizar la responsabilidad institucional de las provincias en primaria y secundaria con la generación de este fondo nacional de incentivo.
--Usted asume el 10 de diciembre con una Carpa Blanca instalada desde hace casi tres años frente al Congreso, con la Ley de Incentivo Salarial vigente, una ley que usted consideró producto de un arrebato... --Porque no es algo permanente, es una solución muy conflictiva y nacionalizó la cuestión salarial docente, cuando en el marco constitucional argentino está clarísimo que la educación primaria y secundaria es responsabilidad de las provincias, lo cual no quiere decir que el Ministerio de Educación no tenga un rol fundamental de apoyar a las provincias en la realización de programas, de escuelas de máxima calidad en las regiones de menores ingresos. --¿Qué va hacer con la Carpa Blanca? --Bueno, esa es una decisión del conjunto del gobierno, inclusive del Congreso, de los gobernadores, el problema es más amplio, lo que pueda opinar Juan Llach es circunstanacial, es importante, pero no es lo decisivo, lo que es clave es que estamos trabajando muy seriamente en este tema. No creo pecar de ingenuo si digo que es posible en la Argentina que el gobierno de De la Rúa consiga formar un consenso en torno de objetivos básicos en los que se comprometan los dos poderes del Estado y las provincias. --Hasta el 30 de diciembre está vigente el impuesto automotor, ¿van a arbitrar los medios para cobrarlo y pagar la segunda cuota del incentivo salarial? --Obviamente que ésta es una pregunta que yo no puedo contestar en este momento. Lo único que puedo decir es que no le sacamos el cuerpo al tema. --¿No va a decir nada concreto? --Sinceramente no puedo decir nada porque no lo sé, estamos trabajando. --¿Arregló algún encuentro con Marta Maffei? --(Se sonríe) Creo que ese encuentro tiene que concretarse en el momento en que exista alguna idea acerca del reclamo fundamental que la Carpa plantea. --Usted en el libro dice que la Carpa es una manifestación gatopardista que no conduce a ninguna solución y ahora dice que fue una buena idea. ¿No es una contradicción? --De ninguna manera hay contradicción. Tradicionalmente hasta la Carpa, el modo de reclamo eran las huelgas. Se buscó entonces un medio de protesta que si uno lo compara marca un camino positivo. Pero la solución que se encontró a través del impuesto ha sido conflictiva y no permanente.
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