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Una beba de veinte días está internada, en grave estado, en la sala de terapia intensiva de neonatología del Hospital Garrahan, luego de sufrir un violento golpe en la cabeza, al recibir el impacto de una botella que cayó, presuntamente, desde la parte alta de la cárcel de Caseros, según confirmaron fuentes de la Comisaría 28ª. La beba iba en brazos de su mamá, Ramona Genes, de 23 años, quien fue herida en el rostro y tuvo que ser asistida en el Hospital Penna. Fuentes del hospital de pediatría, consultadas por Página/12, dijeron que la pequeña tuvo que ser operada de urgencia porque sufrió la rotura del parietal. Está internada con asistencia respiratoria y su estado es reservado. De acuerdo con la información policial, el hecho ocurrió a las 10 de la mañana del jueves, en la esquina de Pichincha y Caseros, cerca de donde está la parte vieja de la unidad penitenciaria. A simple vista, es difícil determinar cómo fue posible que una botella, aunque pequeña, al parecer de una gaseosa, haya podido atravesar las rejas, que en ese sector están cubiertas por una rejilla de acero que impediría arrojar por allí un objeto de ese grosor. Otras informaciones, que no pudieron ser confirmadas porque fue imposible hablar con los padres de la beba, señalaron que el incidente sucedió a la altura del 2100 de Pichincha, donde está la cárcel nueva, de 11 pisos, cuyas rejas permiten a los internos sacar los brazos por las ventanas. De todos modos, las fuentes policiales no descartaron que la botella pueda haber caído de alguno de los edificios de departamentos que hay en esas dos cuadras. "Por el shock que había sufrido, la madre no supo explicar con precisión dónde ocurrió el hecho", comentó uno de los policías que recibieron la denuncia, presentada por la señora Genes. Los comerciantes de la zona comentaron ayer que son "muy frecuentes los accidentes de este tipo" porque desde la cárcel "se arroja de todo, desde papeles con cartas de amor hasta pedazos de hierro que son arrancados durante los motines", comentó la propietaria de un almacén ubicado frente a la entrada principal de la cárcel. Ella misma, hace dos meses, resultó herida en un brazo por un objeto punzante que cayó desde la parte alta de la prisión, una de las más grandes y convulsionadas del país. Ramona Genes, que vive en la zona sur de la Capital Federal, había bajado de un colectivo en la esquina de Caseros y Pichincha, y caminaba por la vereda opuesta a la cárcel, con su beba en brazos. La llevaba al Garrahan para hacerle un análisis preventivo, el FEI, obligatorio en los bebés para establecer si son propensos a trastornos del metabolismo que suelen derivar en enfermedades graves. Lo ocurrido tenía conmocionado ayer al sector del hospital, donde permanecen los padres de los niños que están internados en el sector de terapia intensiva. "Los padres están desesperados", comentó uno de los profesionales que asisten a la pequeña. El padre, Juan Haugg, de 27 años, sufrió un ataque de nervios cuando se enteró de la noticia. "Pobre, está muy preocupado porque es su primera hija y también indignado por la forma en que ocurrió el accidente", comentó Rosa, quien tiene internada a su hijo desde hace varios meses. "No quiero tener más hijos para traerlos a un mundo donde ocurren cosas como ésta", es la frase que repite en forma permanente Juan Haugg. Los padres, por ahora, están preocupados por la salud de la beba y han relegado a un segundo plano la investigación sobre las causas y los posibles autores del accidente.
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