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El arresto de Pinochet en Londres parece haberse convertido en la mejor estrategia electoral de la derecha chilena. Al menos ese es el balance que surge de las encuestas en las últimas semanas, que adelantan un "empate técnico" entre el candidato del oficialismo, el socialista Ricardo Lagos, y el de la derecha, Joaquín Lavín, en las elecciones presidenciales del próximo 12 de diciembre. Ayer, la consultora Géminis --ligada a un ex ministro de la dictadura-- dio ganador a Lavín en la primera vuelta con el 41,7 por ciento de la intención de voto y una diferencia casi imperceptible del 0,2 por ciento sobre Lagos. Aunque abiertamente cercana al candidato opositor, la encuesta confirmó que con Pinochet fuera de Chile, Lavín pudo distanciarse del ex dictador y de su pertenencia a los sectores más conservadores del país para cosechar votos gracias a sus promesas en materia económica. Si quedaba alguna duda sobre la estrategia de Lavín para despegarse de la figura de Pinochet, su ausencia y la de los máximos dirigentes de la derecha en la cena homenaje que se realizó anteayer en Chile por el cumpleaños número 84 del ex dictador terminó de confirmarla. De todos modos, la herencia pinochetista sigue presente, tanto en la campaña de Lavín como en la de Lagos. Ambos reclamaron su liberación y regreso a Chile, y ambos son partidarios de mantener la línea privatizadora impulsada en su momento por el ex dictador. En el debate que mantuvieron a principios de este mes, el hombre del oficialismo y el de la oposición coincidieron casi con las mismas palabras para referirse a los problemas económicos, el caso Pinochet y la necesidad de bajar el creciente presupuesto militar del país, entre otros temas (si bien Lavín brilló por su ausencia en el homenaje de cumpleaños a Pinochet del jueves). En todo caso, Lavín --ex alcalde de Las Condes, la localidad más rica de Santiago-- logró que los casi 15 millones de chilenos no se concentraran en su afinidad ideológica con los sectores pinochetistas y sí en sus críticas a la gestión económica de la Concertación. Es justamente esa posición más moderada la que parece estar jugando a su favor para conseguir parte de los votos de la centrista Democracia Cristiana (DC) el 12 de diciembre, junto al hecho de que Lavín ha desplegado una campaña inusualmente populista, visitando barriadas pobres y haciendo grandes promesas. Esa es la tendencia presentada por todas las encuestas en las últimas semanas. Hasta hace menos de dos meses, Lagos se perfilaba como seguro ganador en la primera vuelta. Ahora se están haciendo cálculos para el ballottage del 16 de enero. Según las cifras de Géminis, un 41,7 por ciento de los chilenos votará a Lavín y un 41,5 a Lagos. La consultora está dirigida por Andrés Passicot, ex ministro de Economía del régimen pinochetista. Esa cercanía al entorno de Lavín es el dato más firme para ver con cierta suspicacia los datos de la empresa que aseguran que Lavín ganaría también en la segunda vuelta con el 44,5 por ciento contra el 44,1 de Lagos. "Estamos confiados en que obtendremos un triunfo muy sólido el 12 de diciembre", salió al cruce Lagos. El coordinador del comando de Lavín, Francisco de la Maza, aseguró que "la encuesta demuestra que Lavín no tiene techo electoral". Pero teniendo en cuenta que los otros cuatro candidatos --el humanista Tomás Hirsch, Gladys Marín por el comunismo, la ecologista Sara Larraín y el derechista Arturo Frei Bolívar-- llegarían al 5 por ciento, y que en su mayor parte irían a favor de Lagos en una segunda vuelta, la decisión final estará a manos del 11 por ciento de indecisos. Y la perspectiva de un gobierno de abierta tendencia derechista no parece la mejor para volcarlos hacia Lavín.
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