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A sólo tres partidos del final, Boca perdió gran parte de sus posibilidades de alcanzar a River en la punta del Apertura en un encuentro emotivo y cambiante. La incertidumbre con respecto al resultado campeó en la cancha de 57 y 1 hasta el último minuto, después de haber ilusionado a unos y a otros alternativamente la posibilidad de la victoria: Boca pareció dominador durante la primera media hora, Estudiantes lo dio vuelta en su momento fulgurante al final del primer tiempo y todo el complemento se jugó pensando si a Boca le alcanzaría para volver a revertir el resultado. Emparejó a la media hora y pudo quebrar al final. Pero no le alcanzó. El domingo, con el resultado de River-Racing puesto, se podrá evaluar el costo real de este empate. Estudiantes y Boca jugaron un primer tiempo acorde con lo que se esperaba de los dos. Los de Bianchi, yendo a buscar el partido con pressing y decisión desde el inicio y tratando de progresar, ante el anunciado y evidente déficit físico-futbolístico de Riquelme, con la proyección de los volantes --Gustavo anduvo otra vez muy bien-- y los laterales: Arruabarrena e Ibarra, sobre todo éste, más decidido que de costumbre. Y esa fórmula le sirvió a Boca durante media hora, ante el descontrol defensivo de Estudiantes. Hizo un gol --Barijho de afuera tras gran jugada de Gustavo-- y creó cuatro situaciones claras más: Arruabarrena, Barijho de cabeza, Gustavo de volea y Guillermo que se demoró apenas. Los de Ferraro también estuvieron en lo suyo desde el inicio, pero llegaron menos. Esfuerzo en la persecución y disputa de cada pelota, y búsqueda del arco rival con pelotazos cruzados al área y disparos de media distancia. El esquema en este caso no funcionó, porque durante gran parte del período esas pelotas anunciadas para el impreciso Piersimone nunca llegaron a destino y los disparos de afuera --Brown, Jiménez, Romagnoli-- parecieron más compromisos para "terminar la jugada" que intentos serios. Claro que aunque Boca manejaba el partido desde su primera llegada, que fue gol, Estudiantes apretaba, apretaba y al dividirla en el medio --Serna no daba abasto y se refugiaba entre los centrales-- comenzó a llegar. Sobre todo por derecha, donde Testa era una opción para el desborde. Y siguieron los centros. Y aparecieron las desinteligencias en el fondo de Boca. Un centro de Testa, precisamente, terminó en córner y discusión airada entre Córdoba y Bermúdez. Hasta que todo se vino abajo para los de Bianchi en los últimos diez. Un foul de Bermúdez a Piersimone sobre el lateral de Ibarra terminó en centro. Boca jugó al offside sin convicción y Farías eligió el palo para bajar el cabezazo. Fue el comienzo del fin: enseguida nomás, Piersimone se le escapó a Samuel y Bermúdez-Córdoba repitieron el choque anterior y, con Agoglia, la mandaron adentro: 2-1 y el fin del período pareció caer como una guillotina sobre los sueños de Boca. No volvió con todo el equipo de Bianchi. Por el contrario, tardó en reaccionar, como si no se hubiera recuperado anímicamente del impacto. Durante el primer cuarto de hora fue Estudiantes el que se acercó mejor, aunque sólo con llegadas individuales de Cardozo y de Farías. El punto de flexión lo marcó el notable tiro libre de Riquelme --que, malherido, sólo apareció de a ratos en su dimensión-- en el palo, que en segunda jugada Arruabarrena solo envió al oscuro cielo platense. Boca empezó a empujar y los de Ferraro a retroceder y, cuando no había ni resquicios ni claridad, el gravitante Bermúdez (para bien y para mal en ambas áreas) puso la cabeza y empató. Faltaban quince. Estudiantes, ya sin Jiménez, fue sólo sacar y sacar. Y Boca, ya con Ruiz y La Paglia, tratar de quebrarlo. Tuvo dos posibilidades: gran desborde de Ruiz que Guillermo no embocó por poco y media vuelta de zurda de Barijho --tercera aparición del partido-- que sacó Tauber. No hubo tiempo para más. Tampoco se sabe cuánto le costarán a Boca estos noventa minutos que (sólo) le dejaron un punto.
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