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Por Horacio Bernades Fan de Ernst Lubitsch, Preston Sturges y Billy Wilder, entre otros colosos de la comedia hollywoodense de los años '30 y '40, el director español Fernando Trueba supo dar prueba de su amor al cine cuando dedicó su Oscar a "mi Dios, Billy Wilder". Antes de hacer cine, este madrileño de 44 años se había desempeñado como crítico en el diario El País, además de fundar la revista especializada Casablanca y más tarde una editorial de libros de cine, testimonios de una pasión que no cesa. Con El año de las luces (1986) y Belle époque (1992, Oscar al Mejor Film Extranjero) como antecedentes destacados, la nueva película de Trueba es La niña de tus ojos, ambiciosa producción de época cuyo estreno en Buenos Aires se anuncia para el próximo jueves. Penélope Cruz encabeza el elenco, que incluye a Santiago Segura, Rosa María Sardá (vista en Todo sobre mi madre) y Loles León (Esa maldita costilla), así como a dos habitués del planeta Trueba, Antonio Resines y Jorge Sanz. Regreso a plena forma luego de la fallida Two Much, en La niña... un elenco de actores y cineastas españoles viaja, en pleno franquismo y durante la Segunda Guerra, a la Alemania nazi. Su misión: filmar una españolada llena de gitanos, cuplés y castañuelas. Cuando el mismísimo Goebbels entre en acción, empujado por su pasión por las morochas, el salero deberá confrontarse con las esvásticas. De salero sabe mucho Rafael Azcona, guionista de Plácido, El verdugo y otras glorias de Luis García Berlanga, que vuelve a reunirse con Trueba. Sobre La niña de tus ojos habló Trueba con Página/12, durante su reciente visita a Buenos Aires, en el marco del Festival de Cine Franco-Español. --Antes de La niña de tus ojos, usted tuvo una experiencia en Hollywood, con Two Much, intento de "comedia alocada" como las de los años '30. ¿Está conforme con los resultados? --No creo que Two Much haya sido "una experiencia en Hollywood". Se trató de una producción española, filmada en Miami y con Antonio Banderas al frente del elenco. No fui contratado por la Warner, ni la Fox, ni nada de eso. Two Much funcionó muy bien en muchos países (España incluida), pero muy mal en Estados Unidos. Eso fue culpa de la distribuidora americana, que no la cuidó. En el resultado artístico, tal vez no haya sido del todo lograda, pero la responsabilidad es mía. Ese era el film que yo quería hacer, un homenaje a aquellos que amé. Hoy soy un poco autocrítico con esa clase de homenajes. Es posible que aquel cine sea irrepetible. --Sin embargo, es difícil no ver en La niña de tus ojos una relectura de Ser o no ser, superclásico de Ernst Lubitsch en el que un elenco de actores intentaba seguir en escena en medio de la ocupación nazi. --Sí, me atraía moverme en un territorio cercano al de Ser o no ser, una de mis películas favoritas. Pero Lubitsch filmó Ser o no ser en forma contemporánea al nazismo (en 1940), y eso entrañaba riesgos a los que yo no me expuse. Otra diferencia es que Lubitsch asumía el punto de vista de los resistentes de un país invadido, mientras que en La niña... el grupo es mucho más heterogéneo. Hay desde un facho hasta algunos republicanos, pasando por otros que se dedican a sobrevivir. En este sentido, y sólo en éste, me parece que La niña ... es más contemporánea, menos maniquea, de una moral más ambigua. --¿Y no hay una cita a Casablanca, cuando sobre el final hay una despedida al pie del avión? --El recuerdo de Casablanca está, y en cierta medida es inevitable, porque se trata de la misma época, y entonces el avión se parece, y el vestuario, y la plataforma de despegue... Incluso hay un personaje que se sacrifica, en cierta medida, por la mujer que ama, como el de Bogart. Pero es un sacrificio mucho menor, porque en mi película ese amor ya es cosa del pasado, y él lo sabe. Mientras que el sacrificio de Bogart es más extremo. Es de nuevo la cuestión de la contemporaneidad: Casablanca es una película romántica, y en el romanticismo hay siempre un fuerte componente de masoquismo, de regodeo en el sufrimiento. La niña de tus ojos es más pragmática: se trata de sobrevivir, comer, conseguir trabajo. Más como son las cosas hoy en día. --Cuando filma una película como ésta, ¿no tiene miedo de caer en cierto regodeo cinéfilo? --Yo puedo ser muy cinéfilo en mi vida, pero cuando estoy filmando me olvido de las películas que me gustan. Claro que en una película como La niña ..., que trata sobre un rodaje en los estudios alemanes de la UFA (donde filmaron Fritz Lang, Von Sternberg, Murnau), el amor al cine puede verse más que en otras. Para mí era importante retratar cómo era la época en la que se filmaba en estudios. Ahí sí, a lo mejor puede hablarse de una forma de nostalgia, en la recreación de ese ambiente, el clima de estudio. Pero esa fascinación se ve contrapesada por el hecho de que todo ocurre en la Alemania nazi, y ese clima de intolerancia y persecución que se vive afuera termina invadiendo, inevitablemente, el estudio de filmación. --Su primera película, Opera prima (1980), transcurría en la época contemporánea. ¿Por qué después se dedicó a filmar películas de época? --Había bastante de Woody Allen en Opera prima. Allen es uno de mis favoritos entre los cineastas de hoy. Otro es Nanni Moretti. Curiosamente, cuando Opera prima se exhibió en el Festival de Venecia, un diario tituló "Un Moretti spagnuolo". Me encanta Moretti, sobre todo el de Caro diario y Aprile, que me parecen de una libertad y un sentido del humor extraordinarios, y ya me gustaría a mí tenerlos. Lo que ocurre es que tanto Allen como Moretti logran resolver muy bien su relación con lo contemporáneo, y yo todavía no puedo. Si se filma una historia que transcurra hoy, no queda más remedio que llenarla de celulares, autos, aviones, e-mails... Se termina filmando electrodomésticos. Eso estaría muy bien para Andy Warhol, que tenía un mal gusto asombroso. A mí me horroriza. Una película de época, en cambio, permite mostrar lo esencial sin distraerse con lo accesorio. --Como ocurría en El año de las luces y Belle époque, La niña... transcurre en tiempos de guerra, y eso parecería servirle para desarrollar una oposición entre vida y muerte. --Efectivamente, en las tres están los que aman la vida y los que quieren secuestrarla. Pero mientras que en El año de las luces, y sobre todo en Belle époque, el paisaje y la luz cumplían un rol dramático fundamental, en La niña ... todo transcurre dentro del espacio cerrado del estudio. Tal vez lo más parecido a la luminosidad que bañaba Belle époque sea aquí Penélope Cruz, a quien me propuse fotografiar como si la cámara estuviera haciendo el amor con ella. Un poco como en algunas películas de Hitchcock, como Kim Novak en Vértigo. Yo quería que el público se enamorara locamente de Penélope y de su personaje. Más que retratarla, quise que su figura se saliera casi de la pantalla. Como si fuera de carne y no de celuloide. --¿Cuáles son sus próximos proyectos? --El próximo es un documental sobre el jazz latino. Soy un fan del género. Edité un diccionario sobre ese tipo de música y filmé para TV un par de documentales con Michel Camilo, una de sus principales figuras. Ahora voy a hacer un largometraje para cine, y tal vez sea mi oportunidad de filmar con un estilo más libre, más alla Moretti. Tengo otro proyecto más en sintonía con mis otras películas, que se va a llamar El artista y la modelo, sobre la relación amorosa de un pintor agonizante con una muchacha joven. Transcurre en la Cataluña francesa, en los años '40. Y tengo un proyecto para filmar en la Argentina. --¿De qué se trata? --Es la remake de They Don't Believe Me, un policial negro estadounidense de los '40, muy poco conocido. Estoy trabajando el guión, pero todavía falta. Es la historia de un hombre atrapado entre varias mujeres, un tema que me es muy afín. Una actriz argentina tendrá el papel que en el original hacía Susan Hayward.
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