Las expectativas de la gente sobre la gestión de
De la Rúa son superiores a las que tenía cuando Menem reasumió en el '95. La imagen del
Presidente y del electo. Los principales problemas. |
Por Raúl Kollmann No existe el desborde de entusiasmo y expectativas de 1983 o 1989, pero tampoco la frialdad y desesperanza de 1995. Los argentinos esperan la asunción de De la Rúa con moderado optimismo: el mandatario electo tiene imagen más que buena y la gente piensa que disminuirá la corrupción, aunque tiene menos expectativas respecto de la inseguridad y la desocupación. Una abrumadora mayoría cree que los diez años de gobierno de Carlos Menem fueron negativos para el país. Las conclusiones surgen de una encuesta realizada por la consultora Hugo Haime y Asociados, que relevó a 800 personas en Capital Federal y Gran Buenos Aires. Las entrevistas se hicieron en el domicilio de los encuestados y se respetaron las proporciones por edad, sexo y nivel económico-social. Lo distintivo del estudio de Haime es que el mismo consultor realizó preguntas idénticas antes de las asunciones de Alfonsín en 1983, Menem en 1989, Menem otra vez en 1995 y ahora De la Rúa. Como es lógico, todos los presidentes electos fueron votados por la gente y habitualmente los ciudadanos esperan la asunción con expectativas. Las mayores esperanzas estuvieron depositadas en Menem en 1989, cuando el país afrontaba la hiperinflación. También Menem concitó las menores esperanzas cuando inició su segundo período, en 1995: la gente lo había votado como el mal menor y apenas una de cada tres personas tenía buena opinión del riojano. De la Rúa está un poco a mitad de camino: el 55 por ciento de los consultados cree que va a hacer un buen gobierno y el 56 opina bien o muy bien del presidente electo. Lo curioso es que los consultados no tienen demasiadas expectativas de que las cosas mejoren en su hogar: un 41 por ciento dice que todo seguirá igual y un 16 que su economía doméstica va a estar peor. O sea que nadie descorcha champagne. Mirando un poco más atentamente las expectativas, se ve que la gente está confiada en que haya menos corrupción durante el gobierno aliancista. Menos esperanzas hay en el terreno de la inseguridad y el desempleo: 45 por ciento cree que habrá más trabajo y 45 por ciento cree que todo seguirá igual o peor; 45 por ciento cree que la inseguridad bajará y 40 que subirá o va a seguir igual. En lo que hay una nítida unanimidad es respecto de la estabilidad monetaria: el 70 por ciento de los consultados dice que se mantendrá como hasta ahora. Carlos Menem abandona el gobierno con bajos niveles de aprobación: después de diez años en la Casa Rosada, 56 por ciento de los consultados desaprueba su gestión de gobierno, en tanto que hay un 30 por ciento que lo aprueba. Cuando la pregunta se concreta un poco más, los datos son muy adversos. El 67 por ciento de los encuestados dice que el país empeoró en el último año y más de la mitad sostiene que las cosas empeoraron en su propio hogar. En la encuesta de Haime hay una comparación que llama la atención: el ranking de principales problemas del país. En 1990, la mayor preocupación eran los bajos salarios, mientras que la desocupación aparecía en tercer lugar y con muy poco porcentaje. En 1995, la falta de trabajo ya se convirtió en el principal problema, pero hasta allí ni siquiera aparecía en los primeros lugares la cuestión de la inseguridad. A dos semanas de la asunción de De la Rúa, el desempleo sigue siendo el problema número uno, pero la falta de seguridad ya trepó al segundo lugar. La corrupción también está en el centro de las preocupaciones, sobre todo si se suma la del gobierno con la existente en la sociedad en general.
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