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OPINION

De cómo se llama sabios a los que defienden intereses

Por Mario Wainfeld

Los dos libros, las dos miradas de Juan José Llach. Distintas lecturas sobre el gabinete de De la Rúa y sobre el Consejo Asesor de Santibañes. El debate Llach-Maffei y el comienzo de... ¿de qué?

El libro se llama Otro siglo, otro país. Es una suerte de --consistente si se aceptan sus premisas y riguroso en cualquier caso-- manifiesto programático del cavallismo para el siglo XXI. Fue editado hace poco más de dos años. Abarca 404 páginas divididas en catorce capítulos. La educación insume apenas la séptima parte de uno de ellos, un acápite de 7 páginas. Algo así como el 2 por ciento del texto. El autor es Juan José Llach, quien vivió un miércoles inolvidable. Fue nombrado ministro de Educación del gobierno entrante y, tras cartón, presentó el libro que siguió a Otro siglo... bajo los --ideológicamente pertinentes-- auspicios del diario La Nación. En una platea colmada en la que casi no había aliancistas de primer o segundo nivel lo aplaudía fervorosa la embajadora itinerante Amalia Lacroze de Fortabat.

El nuevo y macizo volumen sí está dedicado in totum al tema educativo, lo que patentiza --si sena06fo01.jpg (7423 bytes) lo compara con el anterior-- que el interés y la experticia de Llach en el área que le confió el presidente electo Fernando de la Rúa son bebés de dos años. Sin embargo, su presencia ha sido saludada como un canto al conocimiento técnico y a la dedicación. Llach ha sido elogiado en los periódicos de la City, de la derecha, por Domingo Cavallo y Roque Fernández como un experto. Más erudito, se supone, que sus ex competidores Adriana Puiggrós y Juan Carlos Tedesco, que trajinan a tiempo completo la materia desde hace décadas, tienen voluminosa bibliografía publicada y participación en encuentros internacionales. Nadie en su sano juicio duda de quién ganaría un concurso de antecedentes sobre el tema. Nadie en su sano juicio cree --o pretende-- que los ministros se elijan mediante concurso de antecedentes, pero es capcioso y hasta cínico sostener que los cuadros del CEMA, la Mediterránea o FIEL son una suerte de filósofos multiuso superdotados para cualquier saber, en vez de asumir que se los elige no comparando conocimientos sino por afinidades ideológicas u opciones políticas.

Llach, un hombre de fina y sólida formación, no expresa un "saber" más o menos neutral sino alineamientos, guiños a determinados intereses. Por eso poco tienen que ver sus condiciones intelectuales o su integridad personal. Lo que motivó el debate público más fuerte desatado por el gabinete no es eso sino si el cavallismo, que tiene una parte del león en la génesis de los padeceres del sistema educativo actual, debió ser la usina generadora de su corrección.

El shock de credibilidad

Los dueños del poder económico han explicado por años que el crecimiento de su riqueza derrama beneficios para el resto de la sociedad. Que, retomando la frase de un clásico de la economía, sus "vicios privados" devienen "virtudes públicas". No está claro que hayan convencido a los votantes pero sí han logrado que fuerzas políticas llevadas al gobierno por el voto popular (el peronismo en 1989 y 1995 y la Alianza en 1999) les confíen a sus intelectuales orgánicos una tajada esencial de la defensa de los intereses de la comunidad.

La pregunta subsecuente es por qué ocurre así. En el caso del menemismo queda claro que fue una opción estratégica. En la Alianza habrá que ver. Una primera lectura, hija de la experiencia y de la sospecha, es que el gobierno --por convicción o por asumida debilidad-- ha iniciado ya el giro a derecha que prenuncia el teorema de Baglini.

Esa hipótesis es refutada enérgicamente por muchos integrantes de la Alianza, autodefinidos como progresistas, que traducen a "la línea de cuatro economistas" como una jugada tan táctica como ineludible. "Teníamos que dar un shock de credibilidad", sugieren casi con idénticas palabras allegados al ministro de Economía, al presidente y al vicepresidente electos. "Y lo logramos", se alegran leyendo las alabanzas que prodigan al gabinete los diarios de la City.

El arranque del gobierno contará, según esta visión, con la anuencia del establishment local y de los organismos internacionales y la tolerancia del electorado en luna de miel. Este soportará imprescindibles medidas de ajuste. Aquéllos tolerarán algunos avances impensados: baja en las tarifas de las privatizadas, en los peajes, algún mordisquito sobre las prepagas, heterodoxas políticas activas de empleo. Un delicado equilibrio permitirá poner las cuentas en orden y al mismo tiempo avanzar contra el desempleo y la pobreza.

na06fo02.jpg (8702 bytes)Apuntalando ese optimismo, figuras de primera línea del Frepaso, de la UCR y del equipo económico describieron en estos días a Página/12 el gabinete nacional como "equilibrado" y hasta progresista. Según ellos, Rodolfo Terragno, Federico Storani, Graciela Fernández Meijide, Héctor Lombardo, Ricardo Gil Lavedra, Alberto Flamarique y aun Nicolás Gallo expresan un ala progresista, partidaria de un Estado activo y equiparador de asimetrías. Llach y José Luis Machinea serían figuras confiables para la derecha pero a la vez dotadas de sensibilidad social y aptitud para el diálogo. Y sólo podría endilgarse una adscripción rígida al modelo económico a Ricardo López Murphy y Adalberto Rodríguez Giavarini. Contradiciendo otras interpretaciones, esos dirigentes aliancistas atisban un gabinete con figuras de alto perfil y en el que habrá buena y pareja discusión política.

El entusiasmo aminora a la hora de ponderar el Consejo Asesor formado por empresarios y liderado por Fernando de Santibañes. La mayoría de los consultados --eso sí, en riguroso off the record-- lo predice ineficaz, una quinta rueda del carro. Pero en el entorno de De la Rúa le pronostican dotes formidables. Auguran que los empresarios utilizarán los conocimientos ganados en la actividad privada para alertar a la DGI o al PAMI acerca de dónde están los negocios oscuros o la evasión. Un dirigente radical de primera línea le aseguró a Página/12 que muchos empresarios están más que preocupados por el Consejo. Tanto que intentaron colocar algunos de sus cuadros para controlarlo. Santibañes, según esta versión, le tiró bolilla negra a Javier Tizado, a quien el grupo Techint insistía en colocar en su equipo de doce apóstoles. La especie, claro, es incorroborable, y la hipótesis de que algunos capitalistas traicionarán a su clase en aras del bien común parece más cercana al realismo mágico que a la experiencia de la transición democrática, que por ahora propende a que las Amalita estén en primera fila aplaudiendo al gobierno y al gobierno dándole asiento y motivos. Pero, como todo, habrá que ver.

El eslabón más débil

"La sociedad --proponen los sociólogos franceses Jean Pierre Fitoussi y Pierre Rosenvallon-- debe comprenderse a partir de su eslabón más débil. No tiene ningún sentido decir 'todo va bien a excepción del desempleo' porque esta 'excepción' es la que constituye el problema." Y añaden "la distancia entre distintas lecturas de la sociedad es, en sí misma, el síntoma de las fracturas que la atraviesan. Esa coexistencia de dos discursos contradictorios pero igualmente ciertos es en sí misma el síntoma de una profundización de las desigualdades. Si el país continúa enriqueciéndose globalmente mientras crece la fractura social es porque entramos en una era de profundización de las desigualdades, aceptada por algunos con mayor o menor cinismo".

La sugestiva frase "dos lecturas de la sociedad (...), dos discursos contradictorios pero igualmente ciertos" se aproxima al saldo que dejó el primer round que disputaron en el set de "Hora Clave" Llach y la secretaria general de CTERA Marta Maffei, quienes --dato nada menor-- se vieron de cerca por primera vez en su vida. Discutieron con respeto y nivel. Y seguirán haciéndolo. No dramatizaban un debate académico sino un enfrentamiento de concepciones. La sociedad argentina ha sido mirada en los últimos años desde el prisma de la macroeconomía y desde los intereses del decil con más altos ingresos. Vista desde esas alturas, va bien. Descendiendo (ojo que es mucha altura) a la economía cotidiana o al resto de la población la lectura es ineludiblemente distinta.

Que un cavallista convencido y una dirigente sindical emblemática de la lucha social contra el menemismo controviertan acerca de sus distintas concepciones no es sorpresa. Sí lo fue que, al mes de haber ganado las elecciones la Alianza, el cavallista sea su ministro y la dirigente de CTERA que contribuyó objetivamente al esmerilamiento del menemismo y que jugó no pocos porotos concretos para la contienda electoral haya sido empujada a la vereda de enfrente.

El tiempo dirá si la foto de ese primer round es el anticipo de un viraje definitivo a una continuidad del cavallismo con mejores modales (que es lo que viene anunciando y festejando el establishment local), o el primer paso de la construcción de un consenso (lo que propuso en tono amigable Llach) o la versión finisecular de "un paso atrás para dar dos adelante" que sugieren algunos aliancistas. Habrá que ver.

 

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