Por Pedro Lipcovich Póngase en
mi lugar, pidió Leandro Riboldi al cronista de Página/12. El lugar en que fue
puesto Riboldi es éste: una tarde lo detuvieron, acusado de ser el Violador del
Centro que había forzado a 20 mujeres en Rosario. Empezaron a sumarse aparentes
pruebas en su contra: una chica parecía reconocerlo, una pericia caligráfica lo
incriminaba. Pasaban los meses, él lloraba en la cárcel. Lo condenaron a siete años.
Cuando llevaba 14 meses preso, fue detenido otro hombre, un médico recién recibido que
confesó ser el verdadero culpable, dio detalles y fue reconocido por sus víctimas. El
sábado pasado, Riboldi fue puesto en libertad, y ahora, como cualquiera en su lugar, no
sabe qué hacer de su vida. Una tarde de setiembre de 1998, Leandro, que tenía 24 años,
iba a la casa de su novia cuando nos cruzaron cuatro autos con policías de civil:
tenían orden de captura. Primero no me informaban por qué, y, cuando me dijeron que era
por violación, no tuve más remedio que reírme, no lo podía creer, póngase en mi
lugar... Yo pensaba que a la mañana siguiente se iba a solucionar todo, pero empezaron a
pasar los días, yo me desesperaba, lloraba, no me dejaban ver a mi familia. Nueve
días después lo mandaron al penal de Arroyo Seco, donde los policías fueron
respetuosos y hasta los presos me ayudaban; mi familia y mi novia me acompañaron
siempre... Pero yo no tenía que estar ahí.El punto de partida de la detención de
Riboldi había sido casual: una persona que, por otro motivo, había ido a la sección
seguridad personal de la policía rosarina, mencionó que Leandro solía concurrir a tomar
clases particulares de matemáticas estudiaba Ciencias Económicas en el
edificio donde había ocurrido una de las violaciones. La edad, el aspecto, el nivel de
educación de Leandro coincidían con los del Violador del Centro, que venía
operando en la zona céntrica rosarina. A Riboldi le imputaron cinco violaciones, lo
sometieron a nueve reconocimientos en rueda de presos y, en uno de ellos, la
víctima dijo que el más parecido era nuestro cliente, pero que los pómulos eran
distintos y la nariz diferente; sin embargo, el juez Ernesto Genesio tomó eso como
elemento para condenarlo, cuenta su defensora, María de los Angeles Milisic, del
estudio Corvalán y Asociados.El otro elemento de prueba fue una pericia caligráfica. Una
de las artimañas preferidas del violador era tocar el timbre de sus víctimas en su
mayoría, chicas de 19 a 20 años, del interior de la provincia, que habían ido a
estudiar a Rosario con la excusa de pedir una lapicera para dejarle una nota a un
supuesto vecino ausente. A menudo empezaba a escribir la fingida nota, y una vez, al irse
tras cometer su delito, se le cayó el papelito. El texto fue cotejado con la escritura de
Riboldi por un perito calígrafo oficial, quien dictaminó que eran de la misma persona.
Aunque la pericia fue objetada por la defensa, el juez estimó que las pruebas bastaban
para condenar a Riboldi por una violación y el robo de doscientos pesos a una de las
víctimas.La pena fue de 7 años de cárcel y los abogados apelaron. Así estaban las
cosas cuando, hace 20 días, fue detenido en Rosario, por tentativa de robo, Néstor Omar
Fica. En la comisaría, mientras le tomaban declaración, de repente sorprendió a todos:
Yo soy el Violador del Centro. Se autoincriminó con detalles que
sólo él y sus víctimas podían saber, y algunas de éstas, después, lo
reconocieron.Los defensores de Riboldi pidieron entonces su libertad inmediata, el fiscal
de Cámara, José María Peña, estuvo de acuerdo y la Sala II de la Cámara de
Apelaciones en lo Penal de Rosario integrada por Ramón Ríos, Humberto Giménez y
Juvencio Mestres hizo lugar.Hace 40 años que estoy en la Justicia Penal y
jamás me había tocado un caso así, dijo a este diario el fiscal Peña. El
funcionario todavía no intervino en el fondo del asunto, ya que la Cámara aún debe
expedirse sobre la inocencia de Riboldi. Pero ante la aparición de Fica, el
fiscalpropició esta medida excepcional, en que se privilegia la libertad sin
perjuicio de la prosecución de la causa. Fica fue reconocido en forma
terminante por otras víctimas y un testigo, destacó el fiscal Peña, quien
prefirió por ahora no pronunciarse sobre la actuación del juez que condenó a Riboldi:
Los reconocimientos pueden ser equivocados y las pericias caligráficas tampoco son
matemáticas, pero se juntaron varios elementos. Claro que todo cambió desde que
entró en escena Fica. El nuevo presunto violador, como sus víctimas, había venido a
estudiar a Rosario desde otra localidad, Pergamino; se recibió de médico en setiembre y
está, o estaba, de novio con una psicóloga. Con respecto a Riboldi, de vuelta en la casa
paterna, proyecta retomar su trabajo como empleado de maestranza en el Hospital
Centenario: Espero que me reintegren, dijo. En cuanto a los estudios de
Ciencias Económicas donde sus dificultades con las matemáticas fueron punto de
partida del calvario, estaba cursando materias de segundo año, pero ahora no
sé qué voy a hacer; tengo que replanteármelo bien, estoy muy shockeado.
Y eso que no llegó el verano No sólo en Plaza Congreso los angelitos convirtieron en piscinas las fuentes
de Buenos Aires. Los 35,9 grados de ayer marcaron la máxima temperatura de todo el año,
superando con creces los 34,3 grados que hubo el 20 de febrero. La marca de ayer no supera
el récord para este mes que se registró el 27 de noviembre de 1955 con 36,8
grados, pero sí las máximas habituales de los últimos años, que estaban entre 31
y 32 grados.Para hoy se prevé una máxima más tolerable: 29 o 30 grados. Es que los
vientos, que ayer soplaban desde el oeste-noroeste, rotarán hacia el este, lo cual,
según el Servicio Meteorológico Nacional, traerá un poco de fresquito. De todos modos
la mínima prevista sigue alta, en 23 grados. Recién el jueves, según los
pronosticadores, el termómetro bajará en forma notable. Mar del Plata se anticipó a la
temporada con casi 30 grados, aunque con mucho viento en las playas. |
|