Por Jorge Garayoa Si usted planea
organizar una nueva fiesta cinematográfica en algún país del universo, siga estas
instrucciones y no fallará. Esta es la receta infalible. @Es prudente tomar como modelo
el Mar del Plata International Film Festival por dos motivos: 1) lo tenemos cerca; 2)
está incluido en la máxima categoría de los festivales cinematográficos del mundo:
clase A. Igual que Venecia (el 1º de la historia), Cannes (el 1º en jerarquía),
Montreal (el 1º en cantidad de películas) o Berlín (el 1º del año). Mar del Plata
también tiene su sitial de privilegio: es el 1º en surrealismo y desorganización. Y eso
está muy bien, su atributo es coherente, porque de otra forma no constituiría un cabal
representante de Argentina.Su historia también remite con contundencia a la idiosincrasia
criolla. El evento del premio Oscar por ejemplo (que no es un festival, pero cuya
obtención genera más dinero que todos los festivales del mundo juntos) nació en 1929 y
se suspendió tres veces: por la inundación de Los Angeles (1938), por el asesinato de
Luther King (68) y por el intento de matar a Reagan (81). Mardel fue más
original: empezó en 1954, siguió en 1959, en 1970 se tomó un recreo largo de 26 años
(por causas menores que no es relevante detallar) y decidió reencarnar en 1996. Por lo
cual, en 4 décadas hubo sólo 15 ediciones y, lo que es más atractivo, cada año el
festival combate la rutina generando una apasionante expectativa por saber si al año
siguiente volverá o pasará a engrosar la lista de las Grandes Pérdidas Nacionales. Esto
es bárbaro, porque sin adrenalina y sin sueños la vida es un bostezo.Es indudable que el
currículum del festival no es mucosidad de gallinácea. Contribuyó a que la gente
supiera quién era Bergman, premió a grandes actores como Gassman, Paul Newman y Girardot
y a directores de la talla de Truffaut, Dino Risi y los Taviani, y desasnó a los
compatriotas mostrándoles que en distritos algo alejados de Hollywood (como Argelia,
Islandia o Beijing) también existe el cine. Pero esto no alcanza. Para armar un buen
festival deben tomarse en cuenta otras cosas. Preste atención.1. ContrastesSi el país en
el que usted va a trabajar está en bancarrota, si su cine está paralizado desde hace
mucho por reiteradas disminuciones del presupuesto destinado a solventarlo, no importa,
simule que todo está bien. Aparente opulencia, finja plenitud, consiga limousines, invite
a cientos de personas a un asado millonario en una bellísima estancia o club de campo
donde cada parcela cueste 100 mil dólares. Instalar una pintoresca desproporción entre
la gratificante parafernalia lujosa y la pobre situación del cine nacional es un punto
para no olvidar.¿Que a usted le daría vergüenza que no apareciera el dinero de los
premios a los ganadores del festival? ¡Déjese de embromar! En los últimos diez años
los escrúpulos han pasado a ser una pérdida de tiempo. Así como la duda es la jactancia
de los intelectuales, la vergüenza es la debilidad de los éticos.2. MisteriosGenere
situaciones enigmáticas, circunstancias extrañas.Es probable que a Julio Mahárbiz haya
que agradecerle la recuperación del festival en 1996, pero también es factible que sea
el líder del argentinísimo Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales más
resistido, criticado y abucheado en público de la historia. Acusado de mal administrador,
entre otras cosas. De otorgar subsidios y créditos (montos destinados a financiar parte
de la filmación) y entregarlos tarde, muy tarde: algunas películas recibieron la 1ª
cuota luego del estreno. Algo parecido a ponerle nafta al auto después de llegar.Acusado
también de hacer un culto del amiguismo. Cinepasillo asegura que un director amigo (que
no puede aparecer por tener un juicio con el INCAA) logró que su hijo sin antecedentes
recibiera un crédito. Y que una de sus películas obtuvo un subsidio (¡para la
postproducción!, es decir, una vez que la filmación había terminado) de $ 900.000, lo
que más que un subsidio es una ofrenda celestial. Y que su hermana es la coproductora
local del film que por ley debe realizar un extranjero ganador de un festival anterior.
Los hermanos sean unidos.¿Pero a don Julio le afectan los rechazos? ¿Acaso renunció?
¿Modificó conductas? ¿O se ocultó prudentemente de la vista de la gente que disfruta
silbándolo? No, siguió mostrándose para dar a entender que estos últimos 5 años
fueron los más brillantes del cine argentino. Usted haga lo mismo. El surrealismo es un
movimiento muy apreciado en el cine.3. Estrellas ausentesDeberá usted anunciar con bombos
y platillos, a los cuatro vientos, a troche y moche y a quien quiera oír que oiga, que
vendrán al festival figuras importantes, rimbombantes y convocantes. Sepa que en este
caso la palabra vendrá significa a lo mejor viene, ya que el
mundo es experto en excusas y nunca falta un ataque al hígado de último momento que
impide la asistencia anunciada. Por lo tanto es suficiente que usted obtenga de las
figuras una lejana posibilidad de concurrencia, con eso basta. Los argentinos ya
incorporamos a nuestro metabolismo las promesas incumplidas.Fíjese que algunos ausentes
de este año fueron Lina Wertmüller (la de los títulos largos), Luis García Berlanga
(una de las tres grandes B de España) y Ben Gazzara (el talentoso actor de Cassavetes) y
nadie se quejó, la ciudad siguió tan bella como siempre. Recuerde que la expresión
brilla por su ausencia se originó en las estrellas de cine que, aunque no
estén, siguen brillando.4. EstrellasfugacesOtro ítem indispensable es el de las
personalidades que sí concurren, pero un cachito, sin exagerar. Esto es, vienen pero unas
horitas. Suben al escenario a recibir u ofrendar un homenaje, se bancan la menor cantidad
posible de entrevistas y se rajan lo más rápido que el avión les permita. Alain Delon
en 1997 y Gerard Depardieu este año, por nombrar dos.No cometa el error de lograr que, no
ya un De Niro o una Julia Roberts (cosa que sería un milagro disparatado) sino algún
famoso que hace mucho que no filma o una tercera figura de hoy se queden cinco días dando
vueltas por ahí. Eso no le haría bien al prestigio de la figura y, mucho menos, a
nuestro cine. Si la gente lo ve tres veces seguidas, indefectiblemente el aura de gloria
de la estrella caerá en picada. Si se queda tanto es porque en realidad ya no es tan
importante.Otra opción práctica es invitar a un extranjero famoso, pero que viva cerca,
como Dominique Sanda que, aunque está radicada en Buenos Aires, fue y vino sólo para la
apertura y el cierre. Voilá.5. Ex estrellas ¿Las estrellas no podrían ser nacionales?
Podrían, pero no se puede. Susana Giménez estuvo un día. Guillermo Francella fue sólo
para presentar la ópera prima de Laplace. Y claro, viejo, todos trabajan. ¡Pero
estrellasa mano por 10 días tiene que haber, mi amigo! La solución no es complicada,
radica en el pasado.En el curioso Tren de las Estrellas viajaron entre otros
Teresa Blasco, Diana Ingro, Fernando Siro, Elena Cruz, José María Langlais, Duilio
Marzio, Ricardo Passano. O Guillermo Bredeston, que hace mucho se retiró de la actuación
y se dedicó con éxito a la producción, pero de teatro. Lo enternecedor fue la presencia
de dos queribles veteranos como Tincho Zabala y Marcos Zucker quienes, a pesar de sus
achaques, ahí estaban, apoyando un cine vapuleado y sangrante al que muchos aman y sufren
y del que otros se han beneficiado sin amarlo.6. Desorganización Este es el punto
esencial, el meollo de un festival singular. La organización es la madre del tedio (si no
lo cree, mire la cara de aburridos que tienen los suizos). Un festival del Primer Mundo
tiene que ser azaroso, cambiante, nadie debe saber con seguridad qué va a pasar.Como el
anhelado catálogo. Se trata de un libro que trae información de películas, directores,
actores y que los periodistas esperan casi tanto como el sueldo. Llegó para algunos
cronistas 5 días después de iniciado el festival (para otros, más tarde, y quizá para
algunos, nunca). Los esfuerzos por hacer las cosas bien del director de Prensa Luis Pedro
Toni (un experimentado periodista de espectáculos y, además, buen tipo) no lograron
perjudicar este punto clave de reglamento del buen festival: el toque imprevisible y
accidental.Lo más importante: las proyecciones anunciadas que se anulan o que empiezan
una hora tarde por falta de copia o porque la copia llega al cine en 16 milímetros y la
sala sólo tiene un proyector de 35 mm. Para estos casos conviene entrenar previamente a
buenos relatores que, ante la ausencia del film, salgan resueltamente al escenario a
contar la película.No lo dude: el cine es sorpresa. Ninguna película buena es
previsible.
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