Subrayado
Lo que no se televisa ¿no existe?
Por Carlos Polimeni |
1. Cuando Eduardo Mignogna
escribió para la letra del tema de Litto Nebbia Quien quiere oír que oiga la
idea de si la historia la escriben los que ganan/ eso quiere decir que hay otra
historia estaba simplificando una cuestión que desvela a los pensadores desde hace
siglos. Quién escribirá la historia de lo que podría haber sido, dijo sobre
este punto y Andrés Calamaro sampleó, para la canción que abre Honestidad
brutal al poeta portugués Fernando Pessoa, que sabía mucho de slongans, ya
que mataba el tiempo, y llenaba su heladera, trabajando de creativo para Coca Cola. En las
carreras de comunicación se insiste en que los estudiantes le presten atención, a veces
sin demasiado éxito, al recorte de la realidad que los medios hacen. Porque la realidad,
como se sabe, en caso de que exista, y sea una sola, es inabarcable, y muchas veces
inexplicable.Sin embargo, si esta cuestión no se piensa, la realidad queda convertida en
lo que los medios publican. Los políticos, y los famosos, que tienen un trato cotidiano
con esta cuestión, saben muy bien que a veces es preferible estar incluido en esa
realidad aunque para mal que ni siquiera ser cuestionado, que desaparecer de
la realidad. Durante la dictadura militar, los organismos de derechos humanos a veces
tomaban como un triunfo ser vapuleados por diarios como La Prensa, La Nación o La Razón.
Que los nombraran significaba que existían.El conflicto que desde hace casi tres semanas
enfrenta a los actores con la televisión parece en primera instancia uno de los síntomas
más claros de un incipiente nuevo estado de cosas en la sociedad argentina. Se trata de
un grupo de trabajadores de la cultura que se ha abroquelado contra un adversario
hiperpoderoso para peticionar un cambio en el statu quo de las cosas. Que muchos de esos
trabajadores sean, además, famosos, y que reclamen no por sus sueldos o caras, sino por
espacios para la ficción en una televisión plagada de programas baratos, y a veces
bastardos, vuelve aún más atractiva la cuestión. Sin embargo, en los medios, el tema
parece como que no existiera, cuando es grande. Los gerentes de programación de los
canales fueron muy concretos, cuando empezó la medida, ordenaron ignorarla, desconocerla
como noticia. Un espectador televisivo inocente, por ende, no sabría jamás que los
actores no están yendo a los programas de entrevistas o a los talk shows. Y que detrás
de esa postura hay una invitación a un debate sobre qué televisión quieren sus
profesionales y qué televisión se merecería la gente.La postura de los gerentes no hace
más que poner en claro lo que los analistas de medios tardan mucho tiempo en explicar en
teoría: la realidad televisiva es siempre una realidad inventada para los televidentes.
La televisión manipula la realidad todo lo que puede y suele tratar como criaturas con
una edad mental promedio de siete años a sus televidentes. Si la historia la cuenta la
televisión, eso quiere decir que hay otra historia.2. El abroquelamiento de los canales
de aire en este tema ha sido tan notable, que algunos de los actores están preguntándose
si no fueron demasiado Heidis cuando planearon la medida, acuñando el slongan Somos
actores, queremos actuar y supusieron que a la televisión iba a interesarle un
debate sobre la televisión. El secretario general del gremio, Rubén Stella, admite que
cuando discutieron durante varias semanas qué hacer para intentar revertir la tendencia
por la cual cada vez es más miserabilista el criterio de producción, no evaluaron que de
entrada se encontrarían con portazo tras portazo. Los dueños de la televisión no se
andan con chiquitas: sólo accederán a dialogar si los actores levantan primero la medida
de fuerza. Los actores no están dispuestos, y tienen el tiempo a su favor. Los
programadores de los canales se ufanan en voz baja, y a veces colando datos en los otros
medios de los pools que integran, deque hay programas que aumentaron su rating al carecer
de actores. Pero saben que a largo plazo no se puede hacer televisión sin muchas de las
figuras que participan de la medida. Y todo el tiempo han estado negociando, en secreto,
con la conducción de los actores.El gerente de programación de uno de los tres canales
que lideran el rating dijo a Página/12 la semana pasada que los actores están obviando
una cuestión central: que los canales son empresas privadas y que tienen derecho a hacer
lo que quieran con la programación. Para este gerente, exitoso en lo suyo, es insensato
que los actores pidan por el retorno, por ejemplo, de las telenovelas o unitarios de gran
producción, porque tienen costos que hoy que exceden la realidad del mercado, e implican
un riesgo empresario importante. Entre tener 14 puntos de rating con una gran
producción llena de actores importantes, y por ende de problemas, a un costo de un
millón de dólares por mes, honestamente, prefiero medir 10 puntos con un producto
enlatado, y ésa es la tesitura de todos los canales, les guste o no los actores,
agregó.Para Arturo Bonín, esa televisión resultadista y de corto vuelo, conducida por
empresas enriquecidas en esta década de Carlos Menem en el poder, es el motivo de la
medida de fuerza de los actores. Nosotros podemos parecer utópicos, pero lo que
buscamos es generar una discusión social sobre qué televisión quiere la gente y qué
opina la gente de la televisión que tiene. Cipe Lincovsky, que acaba de volver de
un año de trabajo en Europa, se enteró el sábado de que había un virtual paro de los
actores contra la televisión. No sé bien de qué se trata, pero cualquier cosa que
se hagan contra esta televisión me parece bien. La televisión argentina es un verdadero
asco, dijo sin medias tintas, antes de ponerse a pensar a qué colegas llamar para
que la interioricen sobre el estado de las cosas. No llamará a Rodolfo Ranni, que como
aspira a un paro general, ha empezado por no darle pelota a esta medida. 3. Los actores
son realistas: piden lo imposible. |
|