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Por Fernando Cibeira El sábado pasado, la primera reunión del futuro gabinete de Fernando de la Rúa pretendió ser secreta y se terminó enterando todo el mundo. Para la de ayer, entonces, avisaron antes, pero las consecuencias terminaron siendo peores. En la esquina de Florida y Corrientes se juntaron unos 500 manifestantes de los que suelen ir los miércoles al Congreso para llevar distintos reclamos, en lo que quedará registrado como el primer acto contra el gobierno que todavía no asumió. Adentro, el segundo encuentro de los futuros ministros se consumía en temas exclusivamente económicos, básicamente sobre la evasión. Ni siquiera quedó resuelta la Ley de Ministerios ni, como se esperaba, se dieron a conocer los ocupantes de las secretarías de Estado que faltan, definiciones que quedaron para mañana. La novedad era la aparición del cuñado del presidente, el contraalmirante Basilio Pertiné, como el candidato más firme a ocupar la SIDE. La cita era a las 9 en las oficinas del futuro ministro de Infraestructura y Vivienda, Nicolás Gallo, en el quinto piso de Florida 375. Así como el sábado el temario rondó la desocupación, ayer el presidente electo y sus colaboradores hablaron sobre evasión y las distintas posibilidades para mejorar la recaudación fiscal. Mientras tanto, a partir de las 11, militantes de los grupos que suelen ir a protestar frente al Congreso como los estatales de la Corriente Combativa y Clasista del "Perro" Santillán, los jubilados del Movimiento Independiente y organizaciones de desocupados se iban juntando en la calle para hacer escuchar sus reclamos. Básicamente, pedían la liberación del dirigente de los jubilados Raúl Castells --preso desde hace un año-- y la continuidad de los planes Trabajar. Pese a la elevadísima sensación térmica, los manifestantes no dejaban de darle al bombo y empezaron ahí mismo una especie de picnic callejero, provocando un caos del tránsito en el microcentro. Además, taparon la salida del garaje de las oficinas, cuestión que De la Rúa y los suyos no pudieran irse sin atenderlos. Uno de los encargados de seguridad entró en la reunión de gabinete para avisar que los manifestantes decían que querían hablar con alguien. "Bueno, que manden una delegación de tres", dijo Federico Storani, haciéndose cargo de la situación, ya en papel de ministro del Interior. En el encuentro --"Me dijeron que éramos muy sensibles al FMI", contestó Storani risueño a su vuelta-- el futuro ministro se comprometió a gestionarles una reunión con el encargado de la cartera laboral, Alberto Flamarique --estaba en Córdoba (ver aparte)--, y estudiar la situación procesal de Castells. Los delegados bajaron y despejaron la calle. Pero ahí no terminó la cosa. Se fueron ellos y apareció un grupo de 50 ex combatientes de Malvinas que le dejaron a De la Rúa un petitorio para que dé a conocer todas las declaraciones firmadas con Gran Bretaña. Pese a que se había barajado la posibilidad --incluso algunos ministros lo esperaban-- no hubo definiciones con respecto a las secretarías que aún quedan por definir. Uno de los problemas es que todavía no está listo el proyecto de Ley de Ministerios que De la Rúa debe tener aprobado antes de su asunción el 10 de diciembre. La ley establecerá la competencia de cada secretaría y, hasta no saber eso, hay posibles funcionarios que todavía no saben qué responder a los ofrecimientos que les hicieron. Hay forcejeos en cada área. Por ejemplo, Graciela Fernández Meijide pelea porque Parques Nacionales continúe dependiendo de la Secretaría de Recursos Naturales y no pase a la de Turismo o a la de Infraestructura. Con todo, el neuquino Oscar Massei ya le dijo a Meijide que aceptaba ser igual el sucesor de María Julia Alsogaray. En otros casos, es De la Rúa quien no da la última palabra. Para la Secretaría de Seguridad Interior, Storani le llevó el nombre de Marcos Di Caprio pero el presidente electo le respondió con el cordobés Eduardo Capdevilla, y no llegaron a ninguna definición. Desde mitad de la tarde, comenzó a circular la versión que lo daba al contraalmirante retirado Pertiné --hermano de Inés, la esposa de De la Rúa-- recalando en la SIDE. Desde su retiro, Pertiné viene asesorando a su cuñado en temas militares y de seguridad. FLAMARIQUE Y FERNANDEZ MEIJIDE CON LA IGLESIA
Los dos frepasistas que integran el gabinete de Fernando de la Rúa hicieron ayer buena letra con la Iglesia Católica: la designada ministra de Acción Social, Graciela Fernández Meijide, se reunió con el titular de Caritas y obispo de San Isidro, Jorge Casaretto, mientras que su par de Trabajo, Alberto Flamarique, viajó a Córdoba para ver al presidente de la Comisión de Pastoral Social, cardenal Raúl Primatesta. En ambos casos, los colaboradores del presidente electo abordaron con los hombres de la jerarquía eclesiástica el modo en que el futuro gobierno articulará sus propuestas sociales y laborales con la Iglesia. Casaretto es un obispo con el que Fernández Meijide logró tejer buenas relaciones en los últimos años. El encuentro que ambos mantuvieron ayer se distinguió por ser el primero desde que el prelado fue nombrado al frente de Caritas y la frepasista designada para dirigir la cartera de Acción Social, a partir del 10 de diciembre. "Robar y hacerse rico a expensas de aquellos que más necesitan desde la función es deleznable y miserable", sostuvo Fernández Meijide, quien le planteó a Casaretto su idea de "articular una buena relación con las redes sociales, en las cuales Caritas es tal vez una de las más importantes". La futura ministra aventuró, asimismo, la posibilidad de conformar un "organismo consultor sin ningún compromiso político, integrado por todos los sectores que estén comprometidos en lo social", entre los que incluyó "no sólo a las iglesias sino además a empresarios, que también deben comprometerse en el drama argentino del desempleo y la pobreza". Casaretto no descartó la posibilidad de cooperar con las futuras autoridades, siempre y cuando ello no implique un compromiso político partidario. "Los gobiernos pasan y Caritas tiene que seguir quedando. Siempre queremos colaborar en todo lo que haga al bien común, pero desde nuestra propia autonomía", aclaró el obispo, quien declaró que "nos interesa opinar cuando se están diseñando los programas y no sólo que nos llamen para ejecutarlos". Sobre la posibilidad de sumarse a un "organismo consultor" en materia social, prefirió esperar a "ver de qué se trata". La problemática social también fue eje de la reunión entre Flamarique y Primatesta. El cardenal invitó al futuro ministro a incorporarse a la "mesa del consenso social" que impulsa la Iglesia e, incluso, a participar en enero de un "retiro espiritual" con sindicalistas y empresarios. Flamarique no fue solo a ver a Primatesta sino con un grupo de gremialistas: lo acompañaron el colectivero del MTA, Juan Manuel Palacios, Luis Cejas (viajantes) y Horacio Ghillini (docentes privados). En el entorno del futuro ministro destacaron, tras el encuentro, que "Primatesta puede ayudar al diálogo" multisectorial que la Argentina necesita.
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