Fernando
de la Rúa nunca logrará batir a Carlos Menem --¡aquel trueno!, vestido de nazareno--
cuando de congraciarse con el papa Karol Wojtyla se trata, pero no cabe duda de que ha
conseguido armar un gobierno tan católico que pocos ministros se sentirían incómodos si
al jefe se le ocurriera celebrar las reuniones del gabinete en una iglesia. Con todo,
aunque el primer gabinete delarruista sea muy poco liberal ante la tragedia que para
muchísimas mujeres pobres supone el aborto clandestino, su forma de encarar la economía
difícilmente podría ser más "liberal", lo cual plantea un pequeño problema:
para el Vaticano el liberalismo, especialmente la versión económica, es todavía peor
que el marxismo, opinión que el santo padre ha reiterado con elocuencia en muchas
ocasiones. Pues bien: ¿cómo se las arreglarán estos hombres --la única mujer es la
"anticristiana" Graciela Fernández Meijide-- de misa semanal para reconciliar
su fe "profunda" con sus deberes hacia el Mercado? ¿Antepondrán sus
convicciones religiosas presuntamente irrenunciables --las cuales, es de suponer, incluyen
la obligación de prestar una atención respetuosa a las homilías papales contrarias al
capitalismo y de actuar en consecuencia-- a las reglas básicas de su oficio? Ya tenemos
la respuesta: han decidido que la fe es un tema privado que no debería incidir para nada
en lo que efectivamente hacen las personas, acaso por entender que el castigo divino suele
demorarse pero una paliza económica destinada a impedirles apartarse del camino correcto
podría darse en cualquier momento.
De la Rúa ha hecho gala de un grado de
astucia admirable al elegir a personas que caen bien tanto a la Iglesia como al Mercado,
matando de este modo a dos pájaros con picos filosos de un solo tiro, pero mal que le
pese pronto será amonestado por obispos que quieren que el gobierno se solidarice con los
"humildes". ¿Cómo reaccionarán el presidente y sus economistas cuando
comiencen a llover sobre sus cabezas los anatemas episcopales? Tratarán de explicar que
lo que dice la Iglesia acerca de la responsabilidad de los gobernantes es muy lindo pero
no tiene mucho que ver con el mundo real, lugar en el que no ven otra alternativa que la
de seguir privilegiando a la minoría rica porque de lo contrario todo se vendría abajo.
Puede que esta tesis sea "realista", pero no es probable que impresione al clero
más combativo que no tardará en acusarlos de subordinar lo humano, para no hablar de lo
sagrado, al dios supremo de nuestra época, el Mercado. |