Por Cristian Alarcón
"Así
como funciona la Aduana, usted puede traficar droga, armas, dólares, lo que se le antoje
--aseguró ayer a Página/12 el juez en lo penal económico Jorge Brugo--. La aduana más
que un colador es un queso gruyère." La acusación del magistrado llegó después de
que intervino en un caso de contrabando de cocaína detectado por casualidad. Fue el
viernes en las oficinas de encomiendas internacionales del Correo Argentino cuando una
mujer retiraba tres mesas ratonas. Una de ellas cayó al piso con tan mala suerte que se
rompió una pata y ante los ojos de empleados y público apareció un larga y angosta
bolsita llena de un polvo blanco que resultó ser droga enviada desde Perú: las otras
mesas tenían idéntico relleno. Pero, según el juez, la detección de ese tipo de
sustancia resulta difícil, ya que los paquetes no pasan por máquinas de rayos como las
utilizadas en los aeropuertos. "A mí no me asusta que pase una persona con dos kilos
por Ezeiza, el problema es que tampoco se revisan los containers en los puertos, y es ahí
donde está el gran tráfico", apuntó. Brugo dijo también que desde que el personal
capacitado en narcotráfico de Policía Aduanera fue "sacado de circulación"
--y tal como indican las estadísticas nacionales-- cada vez se secuestra menos droga. El caso que sirve de ejemplo a Brugo para
explicar la liviandad de los controles aduaneros se descubrió en la Sucursal Centro
Internacional Posta, dependiente de la Empresa Correo Argentino, en Antártida Argentina y
Comodoro Py, muy cerca del despacho del magistrado. Hasta allí llegó el viernes Vilma
Vásquez Lañares, una chica peruana de 20 años. Le habían mandado desde Lima un paquete
con un juego de mesas ratonas de madera, encajadas la una en la otra, de distintos
tamaños. Como hubo una demora la joven tuvo que retirar personalmente el envío, que de
otra forma hubiese llegado, quizá sin inconvenientes, hasta la dirección donde había
sido mandada: Tucumán 1962. Ese departamento fue allanado el mismo viernes y las cinco
personas, todos ellos peruanos sin documentación argentina, fueron detenidos. Al no
encontrárseles droga, quedaron en libertad el mismo día. Vásquez Lañares fue procesada
ayer por Brugo y quedó presa en la cárcel de mujeres de Ezeiza por el delito de
contrabando calificado, que no es excarcelable.
Las patas de las ratonas --cuatro mesas, 12 patas-- tenían en su
interior "entre kilo y kilo y medio de cocaína" y son apenas una muestra de lo
que puede ingresar al país como encomienda desde el exterior. "Dentro del Correo
Argentino existe una aduana primaria, pero increíblemente los bultos no pasan por ningún
rayo --dijo Brugo--. Protegidos por la inviolabilidad de la correspondencia privada,
contemplada en la Constitución nacional, no pueden ser revisados."
Ayer el juez allanó esas oficinas y revisó con perros entrenados
todas las encomiendas que había en el lugar sin encontrar más cocaína. En el
procedimiento representantes legales de la empresa postal cuestionaron al magistrado que
se inspeccionaran los paquetes basados en que el correo es privado y la correspondencia no
puede ser examinada. "No puedo evitar un allanamiento cuando tengo una persona
detenida en esas oficinas a la que a través de esa empresa mandaron droga",
justificó el juez.
Entre las críticas del magistrado, la Policía Aduanera recibió las
piedras más pesadas. "Sería bueno ver qué pasó con los mejores hombres de
narcotráfico de la Aduana, aquellos que tenían entre 20 y 30 años en el tema",
deslizó Brugo. Preguntado sobre el tema dijo: "Hace dos años los sacaron de
circulación, fueron reubicados en puestos administrativos y quedaron sólo dos o tres. Es
por eso que el fuero penal económico recibe cada vez menos droga". Apuntando
directamente al titular de la Policía Aduanera, sostuvo que "así como funciona la
Aduana usted puede traficar droga, armas, dólares, lo que se le antoje, sin riesgos y
casi sin posibilidad de ser descubierto. La aduana más que un colador es un queso
gruyère". Sin embargo el juez remarcó que "en realidad" no le preocupa
tanto el pequeño tráfico, como el que ha descubierto en las mesas peruanas, sino el
"gran tráfico" que estaría ingresando al país "en los containers de los
puertos". "En Estados Unidos y en los países desarrollados existe un aro por el
que deben pasar los containers que acá ni siquiera se conoce", dijo.
EN EL ULTIMO BAJARON AÑO
LOS DECOMISOS: OPINAN LOS JUECES
"Hay ineficacia en las investigaciones"
Por Mariana Carbajal
Hace tiempo que no hay
grandes operativos contra el narcotráfico. Los casos que recibimos son bagatelas. La
policía detiene al último eslabón de la cadena de venta o a consumidores, y en muchos
procedimientos la concentración de la cocaína secuestrada es menor al 5 por
ciento", reveló la jueza federal de San Martín, Lucila Larrandart. Las
estadísticas oficiales confirman sus dichos: el operativo más importante de 1998 dejó
como resultado la incautación de apenas 20 kilos de clorhidrato de cocaína y el mayor
cargamento decomisado este año fue de 183 kilos, frente a los 2200 kilos, en 1997, de la
cuestionada Operación Strawberry (ver aparte). Según datos de la Superintendencia de
Drogas Peligrosas a los que accedió Página/12, la cantidad de cocaína secuestrada en
1998 fue un 66 por ciento menor que un año antes y la mitad de la incautada en 1995; la
de marihuana, en tanto, también cayó de 13.709 kilos, en 1997, a 10.920 el año pasado.
"En los dos turnos que tuve en lo que va del año, la droga
que se incautó en distintos procedimientos fue muy escasa. Generalmente, el que cae es el
que vende a menor escala o el consumidor", coincidió con Larrandart el fiscal
federal Nº 12 de Capital Federal, Oscar Amirante. La misma observación hizo Horacio
Prack, integrante de la Sala 2 de la Cámara Federal de San Martín. "La policía
busca resultados inmediatos y apunta a los pequeños vendedores", consideró Prack,
en diálogo con Página/12. "Hay ineficacia en las investigaciones policiales,
porque no sigue la cadena de comercialización hacia arriba. Pese a la remanida guerra
contra las drogas, la policía científica no está formada para hacer investigación en
serio: se limitan a pinchar teléfonos y detener al último eslabón", cuestionó
ante este diario la jueza Larrandart, integrante del Tribunal Oral Nº 1 de San Martín.
Uno de los blancos de la Superintendencia de Drogas Peligrosas son las
plazas y parques de la ciudad de Buenos Aires, donde no abundan los grandes narcos. Según
las estadísticas del organismo --a las que tuvo acceso Página/12--, entre el 1º
de enero y el 17 de noviembre de 1999, la Policía Federal realizó 50 procedimientos en
espacios públicos porteños con el siguiente saldo: 186 detenidos y el secuestro de
apenas 127 gramos de cocaína y 731 gramos de marihuana. El operativo más importante por
la cantidad de droga incautada fue el 19 de setiembre en la Plaza Cortázar, del barrio de
Palermo, con 25 gramos de cocaína y 180 gramos de marihuana. Por el número de
detenciones, el más destacado fue un procedimiento en la Plaza Almagro, donde fueron
apresadas 10 personas y se decomisaron 40 gramos de marihuana.
Para el fiscal federal Amirante, los grandes procedimientos contra el
narcotráfico desaparecieron desde setiembre de 1998, cuando pidió el pase a retiro el
comisario general Juan Carlos Raffaini, quien hasta ese momento era superintendente de
Drogas Peligrosas. Raffaini se alejó sorpresivamente de la fuerza por estar en desacuerdo
con la actual cúpula de la Federal. Tenía a su cargo la investigación de un caso de
corrupción policial.
Larrandart, Amirante y Prack coincidieron en que la lucha contra el
narcotráfico fracasa por falta de trabajo de inteligencia, entre otras causas. "El
personal no está especializado y faltan medios para llevar adelante investigaciones de
varios meses", indicó el fiscal Amirante. "No existe un verdadero plan
organizado para registrar el movimiento de drogas en el país. Tampoco hay conexión entre
las fuerzas de seguridad: recuerdo un caso en el que dos fuerzas, sin saberlo, estaban
investigando el mismo caso", precisó el camarista Prack.
La evolución de los decomisos de clorhidrato de cocaína a nivel nacional fue la
siguiente: 3426 kilogramos, en 1995; 2179, en 1996; 5193, en 1997, (de los cuales 2200
correspondieron a la cuestionada Operación Strawberry); y 1744, en 1998, según informes
de la División Central Nacional de Datos de la Federal, donde se centralizan las
estadísticas de todos los organismos de seguridad que actúan en la represión del
narcotráfico. La incautación de hojas de coca, en tanto, descendió año a año, en el
mismo período, de 55.734 kilos, en 1995, hasta llegar a 47.848 el año pasado. |
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