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LOS COLORADOS A LA HORA DE PAGAR SUS DEUDAS DE CAMPAÑA
Las noches blancas de Jorge Batlle

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Después de su resonante victoria del domingo contra la izquierda, los primeros gestos del presidente electo uruguayo fueron para sus ex adversarios del Partido Nacional (blanco), cuyo apoyo fue decisivo en la segunda vuelta. El próximo test para el PN y el Frente Amplio son las municipales, en seis meses.

Página/12
en Uruguay

Por Pablo Rodríguez
Desde Montevideo

t.gif (862 bytes)  Luego del triunfo de Jorge Batlle en las elecciones presidenciales de anteayer, la noche de la capital uruguaya fue blanqui-colorada. La misma Avenida 18 de Julio que estaba llena de Frente Amplio durante los últimos días se pobló de banderas uruguayas con la leyenda de "Batlle". Las banderas exclusivamente coloradas eran muy contadas. Y el mismo presidente electo y colorado tendrá sus primeros días teñido de blanco. Su primera entrevista, tal como lo había anunciado en su campaña, fue con el director del diario El País y conocido dirigente nacionalista, Washington Beltrán, y hoy se reunirá con el líder del Partido Nacional y virtual "padre de la victoria", Luis Alberto Lacalle. Ayer, también, se encontró en el gubernamental Edificio Libertad con un compañero partidario, y a la vez uno de sus más fuertes enemigos políticos, Julio María Sanguinetti, el presidente del Uruguay. Recién la semana que viene se encontrará con su rival de anteayer, Tabaré Vázquez.

De los primeros análisis que se hacen de la victoria de Batlle, quizás el dato más destacado sea el nivel de adhesión que obtuvo el directorio del Partido Nacional de parte de sus propios votantes, Lacalle había pedido el voto blanco para Batlle --"no quisimos mandar, sino convencer", dijo el líder blanco en su conferencia de prensa del domingo-- y volaban las especulaciones sobre la eficacia del pedido, pues la incertidumbre se concentraba detrás de ese ocho por ciento de los votos escondidos detrás de la categoría "indecisos". El crecimiento del Frente Amplio en el interior del país (tradicional bastión blanco) y la rebeldía de algunos líderes del interior hacían dudar aún más del mando, o del nivel de convencimiento, de Lacalle.

El Frente Amplio creció un ocho por ciento en el interior y ahora se lleva de allí el 36 por ciento de los votos, incluso superando en esa primera vuelta electoral al propio Partido Blanco. Obtuvo triunfos resonantes en esa instancia, como en los departamentos de Canelones, Maldonado y Paysandú. Todo esto permite afirmar que se trata de un resultado histórico para una fuerza que hace diez años prácticamente no existía fuera de su reducto, Montevideo.

Pero este crecimiento fue claramente insuficiente frente al drenaje de votos blancos que consiguió Batlle gracias al acuerdo con Lacalle. En las elecciones del 31 de octubre, el candidato colorado había obtenido el 33,24 por ciento de los votos "canarios", como se llama en Montevideo a la gente del interior. Anteayer, trepó hasta casi el 59 por ciento. Esto significa un crecimiento del 25 por ciento. En su contratapa, el diario Ultimas Noticias afirmó que el 90 por ciento de los votos blancos fueron para el candidato ahora blanqui-colorado.

Si se cruzan los escenarios emergentes del 31 de octubre y de anteayer, tanto el Partido Nacional como el Frente Amplio aparecen entre signos de preguntas. A largo plazo, el primer interrogante es cómo llegarán a las elecciones presidenciales del 2004. Pero en realidad no hay que irse tan lejos: en seis meses, las elecciones municipales mostrarán cómo están las respectivas fuerzas para dentro de cinco años.

El Partido Nacional sufrió divisiones internas y un retroceso muy importante en términosna21fo02.jpg (13640 bytes) electorales. Sin embargo, del otro lado de la balanza, Luis Lacalle emergió una vez más como el gran líder unificante de un partido en desbande y simultáneamente provocó la victoria de Batlle. Hay que ver ahora cómo será en el gobierno y cómo piensa enfrentar unas elecciones municipales donde el interior leal se volvió esquivo. "El Partido Nacional en el gobierno no será como ha sido durante este gobierno. Ya no habrá partidos principales y partidos que acompañan", explicó en un programa de televisión Oscar Bottinelli, director de la encuestadora Factum. "Y no caben dudas de que colorados y blancos irán cada uno por su lado en las elecciones municipales", completó.

Respecto del Frente Amplio, las elecciones de anteayer demostraron que aún no puede triunfar en el interior. Canelones, Maldonado y Paysandú, los departamentos en los que ganó en octubre, ahora se inclinaron por Batlle. Pero en esto algunos le auguran un buen futuro. "Probablemente, la mejoría en diferencia de puntos que obtuvo la izquierda en los departamentos del interior, dejando de lado Canelones, duplica la que recibió en Montevideo. Es como si Tabaré Vázquez estuviera más cerca de un techo en la capital que en el resto del país", reflexionó Luis Eduardo González, director de la consultora Cifra.

Inmediatamente, González se jugó más aún. "No es cierto que el Encuentro Progresista no esté preparado para gobernar el país. Pero por lo visto, la gente consideró que aún no está preparado para esta instancia", dijo.

Por ahora, la izquierda le cambió la cara a Uruguay. Pero aún no le cambió el cuerpo. Habría que ver qué pasó con el alma.


"La izquierda debe seguir unida y a la vez diversa"

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El politólogo Javier Gallardo explica por qué el Frente Amplio, después de colocarse como primera fuerza política del Uruguay, no pudo vencer la coalición de dos minorías, colorada y blanca, que gobernarán el país.

Por P.R.
Desde Montevideo

t.gif (862 bytes) Javier Gallardo es politólogo e investigador del Instituto de Ciencia Política de la Universidad de la República, al que cofundó. En este Instituto, una pequeña casa reciclada que está a la vuelta del edificio inmenso de la propia Universidad, Gallardo recibió a Página/12 para complejizar y agregarle datos al resultado de una elección que pareció una opción entre blanco (y colorado, habría que decir) y negro.

Para este investigador, el nuevo gobierno tendrá un conjunto de tensiones internas muy difíciles de resolver. Frente a él estará una izquierda que crece cada vez más, pero que, según Gallardo, "debe aprender a hacer política en el interior" y a la vez saber reconocer "su unidad en la diversidad" para que ese incremento de votos no se estanque.

--¿Cómo se puede explicar este resultado electoral?

--Hay dos cuestiones. La primera es la opción entre continuidad y cambio. Hay que aclarar que, en esta disyuntiva, no se llegó a ver claramente la convergencia. El acuerdo que firmaron el Partido Nacional y el Partido Colorado para la segunda vuelta tiene aspectos similares al programa del Frente Amplio. Y el Frente Amplio no hizo planteos extremadamente radicales. Pero ambas fuerzas pusieron el énfasis en plantearse a sí mismas como cambio y continuidad. Y ganó la continuidad. La segunda cuestión para explicar el resultado es el modo de plantearse el ballottage. Los blancos y los colorados sumaron fuerzas contra el otro candidato a través de acuerdos y alianzas claramente definidas. En esto, colorados y blancos tienen una larga tradición. La izquierda, en cambio, apuntó a convertirse en un polo aglutinante donde podían converger blancos, colorados y del Nuevo Espacio, sin buscar acuerdos con las cúpulas partidarias. El planteo de blancos y colorados fue más eficaz para atraer a los votos blancos.

--¿La izquierda pudo haber desarrollado esa política de alianzas?

--La izquierda hizo lo que le sale naturalmente. El Frente Amplio tiene mucha experiencia en negociaciones y acuerdos, pero creo que todavía no tiene esto incorporado a su propio discurso. La izquierda sigue mostrándose más como opositora que como negociadora.

--¿Cuál será el perfil del nuevo gobierno? Parece haber muchos factores nuevos: una izquierda con fuerte presencia parlamentaria, un Partido Nacional de lleno en el gobierno, un presidente como Batlle que no es mayoritario en su propio partido...

--Este gobierno tendrá múltiples caras. Hay varios ganadores dentro de los ganadores. Dentro del Partido Colorado, el Foro Batllista de Sanguinetti sacó incluso más bancas parlamentarias en la primera vuelta que la Lista 15 de Batlle. Pero el ganador fue Batlle. Otro ganador es Lacalle, porque definió la contienda y porque sus contrarios dentro del Partido Nacional quedaron muy desarticulados. Y ambos ganadores, Batlle y Lacalle, coinciden en algunos enfoques de tipo liberal en lo económico y en lo social. Pero no les será fácil llevar a cabo sus propuestas porque el Foro Batllista es más bien centrista y porque las disidencias blancas pueden volver a estallar. Y en cuanto a la izquierda, habrá que ver si es convocada a algún tipo de coparticipación o si se logran entendimientos en temas puntuales.

--Pero si Batlle y Lacalle intentan cambios liberales, será difícil que puedan acordar algo con la izquierda, que además podrá impedir la aprobación de leyes especiales en el Congreso.

--Efectivamente, puede pasar que los blancos y colorados gobiernen con sus propias mayorías parlamentarias, que les bastan para la aprobación de las leyes ordinarias. Que no puedan aprobar leyes especiales no quiere decir que no puedan aplicar reformas en muchos aspectos.

--Entonces, la izquierda será relativamente desplazada.

--Relativamente, porque el triunfo del Frente Amplio en la primera vuelta fue una alerta muy grande para los partidos tradicionales. Si más del 40 por ciento de los votos fue para una fuerza que se postula como el cambio, sostener una política muy liberal puede costarles muy caro para las próximas elecciones presidenciales. El próximo gobierno se verá obligado a atender a cierta sensibilidad social. Y en la medida en que pueda conquistar ciertas intendencias del interior, que se agregarán a la de Montevideo, y que pueda mostrarse como una alternativa de gestión seria y responsable, la izquierda será una amenaza mayor aún para el oficialismo.

--Usted habló de las internas coloradas y blancas. ¿Cuáles serán las internas dentro del Frente Amplio y qué consecuencias tendrá?

--Antes que las internas, el Frente Amplio, como un todo, para crecer, tendría que aprender a hacer política en el interior del país. Debería aceptar los liderazgos regionales y moverse en ese terreno que los partidos tradicionales dominan muy bien. En cuanto a lo que ocurra dentro de la izquierda, tiene dificultades para admitir sus diferencias internas. El Frente Amplio se formó como una coalición, lo cual implica que debe reconocer su unidad en la diversidad. Esto es: necesita mostrarse unida, como pudo hacerlo en el tramo final de esta campaña, pero a la vez debe seguir transmitiendo diversidad para no perder votos.

 

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